sábado, 23 de abril de 2022

Tips para mejorar nuestra narrativa: 19. Dos tipos de personajes: redondos y planos

Continuemos aprovechando la generosidad del portal Ciudad Seva del escritor LUIS LÓPEZ NIEVES (https://ciudadseva.com/texto/instrucciones-para-escribir-cuentos-o-novelas/) y repasemos los consejos prácticos que nos ofrece para mejorar nuestra narrativa.

Recorramos hoy los siguientes apartes de Pura Literatura: 

19. Tipos de personajes

En esencia, hay dos tipos de personajes literarios: redondos y planos.

A veces se usan diferentes términos para describirlos, pero creo que estas son las palabras más claras.

El personaje plano es aquel de quien solo conocemos una faceta o dimensión. El policía abusador, la abuelita cariñosa, la mujer coqueta, el hombre machista, la farmacéutica atenta, el intelectual despistado, el médico frío, la millonaria arrogante, etc. Si uno de tus personajes puede describirse de esta manera, con dos palabras (o menos), entonces podríamos concluir que es un personaje plano.

El otro tipo de personaje es el redondo, aquel de quien conocemos muchas facetas o dimensiones. Por eso, en vez de ser plano, es redondo: tiene profundidad. Lo conocemos como si fuera un amigo.

Toda gran literatura crea grandes personajes redondos: Edipo, el Cid, la Celestina, Lazarillo de Tormes, don Quijote, Hamlet, don Juan, Cándido, Julián Sorel, Eugenio Rastignac, Fausto, Madame Bovary, Rodión Raskólnikov, Ana Karenina, Gregorio Samsa, Horacio Oliveira, Úrsula Iguarán… Estos son una breve muestra de grandes personajes redondos. Lo son, entre otras razones, porque conocemos varios aspectos de sus personalidades. No son planos. No podemos resumirlos con dos palabras.

La gran literatura consiste, precisamente, de la creación de grandes personajes. Y, para que sean grandes, tienen que ser redondos.

Ahora bien: ¿cuál de estos dos tipos de personajes son los preferibles: los redondos o los planos? La respuesta es evidente: los redondos.

En ese caso podríamos preguntarnos: ¿para qué existen los personajes planos? Si los redondos son los mejores, ¿para qué crear personajes planos? ¿Debe un autor aspirar a que todos los personajes de su novela o cuento sean redondos? No, porque los personajes planos también son útiles.

Digamos que el protagonista (redondo) de una narración entra brevemente a una farmacia porque desea comprar aspirinas. Lo atiende una farmacéutica simpática. Es una escena corta, de apenas un párrafo. El protagonista sale de la farmacia y nunca jamás regresa. La farmacéutica ha sido caracterizada como una profesional simpática. Es un personaje plano. Pero no hace falta más. No tenemos que conocer la vida completa de la farmacéutica. No necesitamos saber si es casada, madre, huérfana, extranjera, fascista, vegetariana, sadomasoquista ni nada más. Ha sido caracterizada. Pudo ser una farmacéutica antipática, gruñona, coqueta, arrogante, despistada, etc. El autor tomó la decisión de caracterizarla como una farmacéutica simpática. No hace falta más.

Igual ocurre en el caso de un personaje que salga varias veces en la obra, como podría ser el cartero que todos los días pasa por la casa del protagonista, la vecina, el jardinero, el mesero de su restaurante favorito, etc. Basta con decir que el cartero es jovial, la vecina es gruñona, el jardinero es tímido y al mesero le gusta contar chistes. A menos que estos personajes tengan mayor importancia dentro de la trama, pueden quedarse como planos, aunque salgan con frecuencia en la obra.

¿Cuándo, entonces, debe ser redondo o plano un personaje? Como mínimo, los protagonistas de tus historias deben ser redondos. Los personajes secundarios pueden ser o no ser redondos, pero en el caso de los protagonistas es obligatorio.

Es un defecto que los protagonistas de una narración sean planos.

Aunque he dicho en varias ocasiones que en la literatura siempre hay excepciones, en este caso no se me ocurre ninguna. Creo que toda gran obra literaria que conozco lo es precisamente porque su protagonista es redondo.

Un cuento del estadounidense Joseph Payne Brennan: Levitación

 

Levitación

El Circo Ambulante Morgan llegó a Riverville para dar una función de noche, y plantó sus tiendas en el parque situado en uno de los extremos del pueblo. Era un cálido atardecer de primeros de octubre, y a eso de las siete una gran multitud se había congregado ante la barraca principal del Circo, dispuesta a divertirse.

El espectáculo viajero no era nada del otro jueves en cuanto a presentación y calidad, pero su aparición fue salu­dada con alborozo en Riverville, una aislada comunidad mon­taraz que no contaba con cinematógrafos, ni teatros, ni campos de deporte, como los que existen en las grandes ciudades.

Los habitantes de Riverville no eran exigentes en sus diversiones; en consecuencia, la inevitable Mujer Gorda, el Hombre Tatuado y el Muchacho Mono les hicieron pasar un buen rato. Mientras contemplaban el espectáculo, masticaban cacahuetes y rosetas de maíz, bebían vaso tras vaso de limonada y mantenían ocupados sus dedos con los colo­reados papeles que envolvían los caramelos.

Todo el mundo se hallaba en un relajado y tolerante estado de ánimo cuando el locutor empezó a anunciar la actuación del Hipnotizador. El locutor, un hombre pequeñito y rechoncho que vestía una chaqueta a cuadros, aullaba a través de un improvisado megáfono, mientras el Hipnotizador permanecía en último plano sobre la plataforma de madera levantada delante del barracón, con aire indiferente y burlón, sin dignarse mirar a la multitud de espectadores.

Al final, sin embargo, cuando unas cincuenta almas se habían reunido ante la plataforma, el Hipnotizador avanzó hasta quedar a plena luz. Un murmullo se elevó de la multitud.

Iluminado por la lámpara suspendida sobre su cabeza, el Hipnotizador ofrecía un aspecto impresionante. Era un hombre alto, delgadísimo, con una tez sorprendentemente pálida. Pero lo que más llamaba la atención en él eran sus ojos oscuros hundidos en las cuencas, enormes y brillan­tes. El usado traje negro que vestía, y la corbata de lazo, también negra, que llevaba anudada al cuello, acababan de conferirle un aire mefistofélico

Contempló a la multitud fríamente, con una expresión a la vez resignada y desafiante.

Todos oyeron su voz sonora.

-Para mi experimento, necesito un voluntario -dijo-. Si alguno de ustedes es tan amable como para subir a la plataforma…

Todo el mundo miró a su alrededor o dio con el codo a su vecino, pero nadie se movió.

El Hipnotizador se encogió de hombros.

-No puedo trabajar a menos que uno de ustedes se preste al experimento. Les aseguro, damas y caballeros, que la demostración es completamente inofensiva y no reviste el menor peligro.

Miró a su alrededor con aire expectante, y de pronto un joven empezó a abrirse paso entre la multitud y avanzó hacia la plataforma.

El Hipnotizador lo ayudó a subir los escalones de madera y lo invitó a sentarse en una silla.

-Relájese -dijo el Hipnotizador-. Ahora va usted a dormirse. Y hará exactamente lo que yo le ordene.

El joven se movió en la silla, al tiempo que dirigía una burlesca mueca a la multitud.

El Hipnotizador reclamó su atención, fijando en él sus enormes ojos, y el joven dejó de moverse.

Súbitamente, uno de los espectadores lanzó una bolsita de rosas de maíz hacia la plataforma. La bolsita describió un arco y fue a aterrizar exactamente en la cabeza del joven sentado en la silla.

El impacto aturdió al joven, que estuvo a punto de caer de la silla, y la multitud, callada un momento antes, estalló en ruidosas carcajadas.

-¿Quién ha sido el gracioso? -preguntó en tono irritado.

El Hipnotizador estaba furioso. Su pálida tez enrojeció y parecía a punto de estallar de rabia al enfrentarse con los espectadores.

La multitud guardó silencio.

El Hipnotizador continuó mirándolos fijamente. Al final, el color abandonó su rostro y dejó de temblar, pero sus brillantes ojos mantenían una expresión amenazadora.

Al cabo de unos segundos se volvió hacia el joven sentado en la silla, lo despidió dándole las gracias por su colaboración y se encaró de nuevo con la multitud.

-Debido a la interrupción -anunció en voz baja-, será necesario volver a empezar la demostración… con un nuevo sujeto. Tal vez a la persona que lanzó la bolsita no le importaría subir a la plataforma.

Una docena de espectadores se volvieron a mirar a alguien que permanecía medio escondido detrás de la multitud.

El Hipnotizador clavó en él sus oscuros ojos, y al hablar su tono era francamente burlón.

-Quizá -dijo- la persona que interrumpió el espectáculo tiene miedo de subir. ¡Prefiere esconderse detrás de la gente y lanzar bolsitas de maíz!

El culpable profirió una exclamación y luego avanzó con aire beligerante hacia la plataforma. Su aspecto no tenía nada de notable; en realidad, tenía un vago parecido con el joven que había subido anteriormente, y cualquier observador casual les hubiera catalogado a los dos como típicos campesinos.

El segundo joven subió a la plataforma y se sentó en la silla con un visible aire de reto, y por espacio de unos minutos se hizo evidente que se negaba a relajarse, tal como le sugería el Hipnotizador. De pronto, sin embargo, su agresividad desapareció y se quedó mirando obedientemente los imperiosos ojos situados delante de los suyos.

Al cabo de unos instantes se puso en pie, obedeciendo la orden del Hipnotizador, y se tendió de espaldas sobre el entarimado de la plataforma. Los espectadores se quedaron boquiabiertos.

-Ahora va usted a dormirse -le dijo el Hipnotizador-. Va usted a dormirse. Va usted a dormirse. Va usted a dormirse. Va usted a dormirse y hará todo lo que yo le ordene. Todo lo que yo le ordene. Todo…

Su voz se convirtió en una especie de zumbido, repitiendo incansablemente las mismas frases, y la multitud cayó en un religioso silencio.

De repente, en la voz del Hipnotizador apareció una nota completamente nueva, y el auditorio contuvo la respiración.

-Ahora, va usted a alzarse sobre la plataforma -ordenó el Hipnotizador-. ¡Álcese sobre la plataforma!

Sus oscuros ojos brillaban con extraña intensidad, y la multitud se estremeció.

-¡Álcese! ¡Arriba!

El suspiro colectivo de la multitud fue perfectamente audible.

El joven tendido en la plataforma, completamente rígido, sin mover un músculo, empezó a ascender. Subía con lentitud, casi imperceptiblemente al principio, pero su ascensión no tardó en hacerse más rápida.

-¡Arriba! -ordenó la voz del Hipnotizador.

El joven continuó ascendiendo, hasta quedar a unos pies por encima de la plataforma. Y siguió ascendiendo…

Los espectadores estaban convencidos de que existía algún truco, pero a pesar de ello contemplaban la ascensión del joven con la boca abierta. El joven parecía estar suspendido y moverse en el aire sin ninguna clase de apoyo físico.

Repentinamente, la atención de la multitud se vio distraída por otro suceso: el Hipnotizador se llevó una mano al pecho, dio un traspié y se derrumbó sobre la plataforma.

Se oyeron gritos reclamando la presencia de un médico. El locutor de la chaqueta a cuadros subió rápidamente a la plataforma y se inclinó sobre la inmóvil figura.

Le tomó el pulso, sacudió la cabeza y frunció el ceño. Alguien le ofreció una botella de whisky, pero el locutor se limitó a encogerse de hombros.

De pronto, una mujer lanzó un grito.

Todo el mundo se volvió a mirarla, y un segundo después todos los ojos se fijaron en un mismo punto.

El grito de horror fue unánime: el joven a quien el Hipnotizador había dormido, seguía ascendiendo. Mientras la atención de la multitud se había distraído con el fatal colapso del Hipnotizador, el joven había continuado subiendo. Se hallaba ahora a más de dos metros de altura por encima de la plataforma y moviéndose inexorablemente hacia arriba. Incluso después de la muerte del Hipnotizador continuaba obedeciendo aquella orden final: “¡Arriba!”.

El locutor, con los ojos a punto de salírsele de las órbitas, dio un frenético salto tratando de agarrar al joven, pero fracasó en su intento. Sus dedos solo pudieron rozar a la moviente figura antes de caer de bruces sobre la plataforma.

La rígida forma siguió flotando hacia arriba, como atraída por una especie de invisible imán.

Las mujeres empezaron a gritar histéricamente; los hombres vociferaban. Pero nadie sabía qué hacer. Una expresión de terror llenó los ojos del locutor al mirar hacia arriba.

-¡Baja, Frank! ¡Baja! -gritó la multitud-. ¡Frank! ¡Despierta! ¡Baja! ¡Párate, Frank!

Pero la rígida forma de Frank se movía incesantemente hacia arriba. Arriba, arriba, hasta que alcanzó el nivel del techo del barracón, hasta que alcanzó la altura de las copas de los árboles más altos, hasta que sobrepasó los árboles y siguió ascendiendo en dirección al despejado cielo de aquella noche de primeros de octubre.

La mayoría de los espectadores se cubrieron los horrorizados rostros con las manos.

Los que continuaron mirando vieron a la forma flotante ascender hacia el cielo hasta que no fue más que una leve mancha, como un diminuto cilindro acercándose cada vez más a la luna.

Luego desapareció del todo.

 

Joseph Payne Brennan

Estados Unidos, 1919-1990

Del libro: “Levitation”,
Nine Horrors and a Dream, 1958.


 

martes, 19 de abril de 2022

Tips para mejorar nuestra narrativa: 18. Puntos de vista: modernos y tradicionales

 Continuemos aprovechando la generosidad del portal Ciudad Seva del escritor LUIS LÓPEZ NIEVES (https://ciudadseva.com/texto/instrucciones-para-escribir-cuentos-o-novelas/) y repasemos los consejos prácticos que nos ofrece para mejorar nuestra narrativa.

Recorramos hoy los siguientes apartes de Pura Literatura: 

18 Puntos de vista

Puntos de vista modernos

Al contar una novela o un cuento podemos usar puntos de vista tradicionales o modernos. Esta nota es sobre los puntos de vista modernos. (Véase aquí mi nota sobre puntos de vista tradicionales.)

Los puntos de vista modernos se pueden definir de manera rápida: es moderno cualquier punto de vista que no sea tradicional. El punto de vista moderno, en pocas palabras, consiste en que el autor cuenta la historia como la dé la gana. Se inventa puntos de vista o utiliza, en el contexto literario, recursos que normalmente no son recursos literarios. La siguiente lista es un ejemplo de recursos que tiene a su alcance un autor que no desee utilizar puntos de vista tradicionales al narrar:

  • informes médicos, científicos, forenses, militares, etc.
  • testamentos
  • invitaciones a bodas, cumpleaños, etc.
  • correos electrónicos
  • cartas
  • chateo
  • blogs
  • noticias de radio
  • noticias de televisión
  • noticias de la prensa escrita
  • programas de radio o televisión
  • esquelas
  • clasificados
  • sentencias del tribunal
  • anuncios comerciales
  • expedientes médicos
  • recibos
  • contratos
  • mensajes de texto
  • Twitter
  • Facebook
  • Instagram
  • cualquier red social
  • segunda persona
  • fluir de conciencia
  • primera persona plural
  • etcétera

Es decir, el siglo XX rompió con las formas tradicionales de narrar. Desde entonces, cualquier recurso es válido siempre que se pueda utilizar para contar una historia de forma coherente.

Un cuento, por ejemplo, puede comenzar con un testamento de cinco páginas. Luego presentar una esquela breve. Luego un expediente médico de tres páginas. Luego alguna noticia de radio, televisión o prensa escrita. Y puede terminar con un largo chat en una red social.

Es decir, la historia completa se puede contar sin utilizar, en ningún momento, ninguno de los puntos de vista tradicionales (primera o tercera persona).

O, por supuesto, se puede mezclar los puntos de vista modernos con los tradicionales. Empezar con un contrato, al final del contrato incluir varias páginas en tercera persona omnisciente, y luego terminar con una sentencia jurídica. Esta sería una combinación de tradicional con moderno.

En esencia, el autor moderno puede hacer lo que le plazca. Si el producto final es un cuento o una novela verosímil e interesante, habrá logrado su objetivo.

 

 Puntos de vista tradicionales

Podemos dividir los puntos de vista tradicionales en dos grupos, que a su vez se dividen en tres, para un total de seis puntos de vista. Estos son:

Tercera persona

1. Omnisciente
2. Selectiva
3. Observador

Primera persona

1. Protagonista
2. Personaje secundario
3. Personaje observador

Veamos estos puntos de vista en detalle:

 

Tercera persona

1. Omnisciente: Se le conoce también como la “voz de dios” porque lo sabe todo. Conoce el pasado, presente y futuro de todos los personajes, desde el más importante hasta el menos conocido. Sabe lo que piensan todos los personajes. Sabe lo que hay detrás de una pared o dentro de una caja fuerte. Lo conoce todo, aunque hayan transcurrido mil años o vaya a ocurrir dentro de mil años. Este es el punto de vista que más hemos leído en nuestras vidas. Prácticamente todos los cuentos de hadas, folclóricos y tradicionales están escritos en tercera persona omnisciente. Asimismo, ocurre con la mayoría de las novelas y los cuentos clásicos hasta principios del siglo XX.

Ejemplo: Ana y su mejor amiga, Verónica, llegaron tarde a la fiesta de Miguel porque estuvieron toda la mañana en la playa. Aunque Ana se veía tan hermosa como siempre, no sospechaba que en solo cinco días un terrible accidente automovilístico le destrozaría el rostro y acabaría con su belleza. Llegó feliz a la fiesta de Miguel, quien había estado preparando la comida durante dos días. Al este acercarse para saludar a las chicas, Verónica preguntó dónde estaba el baño y se alejó antes de que Miguel pudiera darle un beso de saludo. Desde hacía tres años Verónica odiaba a Miguel, se le hacía difícil disimular la repugnancia que sentía por el hombre a quien culpaba por todas las desgracias de Ana.

En este ejemplo el narrador conoce el pasado y el futuro de Ana (estuvo en la playa, en el futuro tendría un accidente). Conoce datos del pasado de Miguel (estuvo dos días preparando la comida). Y sabe sobre el pasado de Verónica (hace tres años que odia a Miguel). Es tercera persona omnisciente porque puede entrar a las mentes de todos los personajes.

2. Selectiva: Aunque contado en tercera persona, el narrador lo hace desde la perspectiva de un solo personaje. Conoce el pasado, presente y futuro de un solo personaje, cuya perspectiva adopta indirectamente. Sobre los demás personajes no sabe (o no expone) nada que no pueda verse a simple vista.

Ejemplo: Ana y su mejor amiga, Verónica, llegaron tarde a la fiesta de Miguel porque estuvieron toda la mañana en la playa. Aunque Ana se veía tan hermosa como siempre, no sospechaba que en solo cinco días un terrible accidente automovilístico le destrozaría el rostro y acabaría con su belleza. Llegó feliz a la fiesta de Miguel. Al este acercarse para saludar a las chicas, Verónica preguntó dónde estaba el baño y se alejó.

En este ejemplo, el narrador cuenta el pasado y el futuro de Ana (estuvo en la playa, en el futuro tendría un accidente). No expone los datos del pasado de Miguel. Tampoco sabe que Verónica odia a Miguel desde hace tres años. Es tercera persona selectiva porque solo entra en la mente de Ana.

3. Observador: Cuando un narrador adopta este punto de vista, solo cuenta lo que puede ver una cámara. Es decir, solo cuenta lo que vemos, la acción. No entra en la mente de ningún personaje. No conoce el pasado, presente o futuro de ninguno de sus personajes. No sabe lo que piensa ningún personaje. No sabe qué le ocurrirá o le ha ocurrido a ninguno de los personajes. Como si fuera un testigo mudo (o una cámara) solo cuenta la acción.

Ejemplo: Ana y Verónica llegaron tarde a la fiesta de Miguel. Ana se veía hermosa. Llegó feliz a la fiesta de Miguel. Al este acercarse para saludar a las chicas, Verónica preguntó dónde estaba el baño y se alejó.

En este ejemplo, el narrador no cuenta ni el pasado ni el futuro de Ana. No expone los datos del pasado de Miguel. Tampoco sabe que Verónica odia a Miguel desde hace tres años. Es tercera persona observador porque no entra en la mente de ningún personaje.

 

Primera persona

1. Protagonista: Cuando el mismo protagonista cuenta la historia.

Ejemplo: Un galeón viaja desde San Juan hasta La Habana. El capitán narra el cuento en primera persona. Este capitán es el protagonista de la historia. Es un héroe. A mitad de camino, el barco es atacado por piratas. El capitán cuenta cómo ordenó disparar los cañones. Cuenta que él mismo apuntaba los cañones para que golpearan con mayor certeza, pero los piratas eran muchos. El capitán cuenta cómo preparó a la tripulación para repeler el abordaje de los piratas. El capitán mismo se colocó al frente de los hombres, una espada en una mano y un pistolete en la otra. El capitán cuenta cómo no solo rechazaron el abordaje, sino que él dirigió a sus hombres para abordar y capturar el barco pirata. El capitán cuenta cómo mató a muchos piratas. También cuenta cómo los piratas se rindieron. Finalmente, el capitán cuenta cómo sus marineros celebraron la victoria. En resumen: el protagonista de este cuento es la misma persona que lo cuenta: el capitán. Por eso es primera persona protagonista.

 

2. Personaje secundario: Cuando un personaje secundario cuenta la historia.

Ejemplo: Sería la misma historia que acabo de contar en el párrafo anterior. El capitán es el protagonista y lleva a cabo todas las acciones valerosas contadas en el párrafo anterior. Pero no lo cuenta el capitán, sino uno de sus tenientes. Como es primera persona, en la versión anterior el capitán siempre contaba “ordené disparar los cañones” o “apunté los cañones” o “preparé a la tripulación para repeler el abordaje”. En el caso del personaje secundario, algunas cosas estarán en primera persona (porque el personaje secundario participa) pero otras estarán en primera persona plural. El teniente dirá que el capitán “nos ordenó disparar”, “apuntó los cañones”, “nos preparó para repeler el ataque”, “abordamos el barco enemigo”. Es decir, el personaje secundario participa de la acción y está presente, pero no es el protagonista. Por eso es primera persona personaje secundario.

 

3. Personaje observador: Cuando un personaje que está presente, pero que no es un personaje importante, cuenta la historia.

Ejemplo: En el caso de la misma historia de los dos ejemplos anteriores, el capitán es el protagonista y el teniente es un personaje secundario. Sin embargo, puede haber un personaje que está en el barco pero no es protagonista ni secundario. Es básicamente un observador o testigo. Digamos que la historia la cuenta el cocinero. Mira toda la acción desde una ventana o desde el otro lado de la cubierta del barco. Entonces dirá que el capitán “ordenó disparar los cañones”, que “el capitán personalmente apuntó los cañones” o que “preparó a la tripulación para repeler el ataque”. El narrador está presente y nos cuenta la acción, pero realmente no participa o participa de forma mínima porque no es protagonista ni personaje secundario. Por eso se conoce como primera persona personaje observador.

sábado, 9 de abril de 2022

Publicación en el periódico La Patria: Exposición Colombia, Tierra de Luz: http://www.lapatria.com/entretenimiento/registros-de-un-pueblo-iluminado-por-la-guerra-exposicion-colombia-tierra-de-luz?amp=1

Registros de un pueblo iluminado por la guerra: exposición Colombia Tierra de Luz

Fotos | Freddy Arango | LA PATRIA En todas las intervenciones participaron familias, excombatiente, víctimas, entre otros.

El autor es el manizaleño Santiago Escobar-Jaramillo. La inauguración fue anoche en el Centro Colombo Americano.

LISET ESPINOZA

LA PATRIA | MANIZALES

36 fotografías conectaron anoche al espectador con esas zonas del país golpeadas por la violencia. El registro es del manizaleño Santiago Escobar-Jaramillo y lo denominó Colombia Tierra de Luz, exposición que se inauguró en el Centro Colombo Americano de Manizales y con la que hace un acto simbólico de reparación a las víctimas de la violencia y del desplazamiento forzado, a través del arte y la fotografía.

La luz sin duda fue la protagonista al iluminar rostros, personas, lugares y paisajes. El público se encontró con un sitio oscuro donde la luz sirvió de guía para el encuentro con las imágenes, algunas de ellas de grandes formatos (gigantografías).

"La gente puede valerse de la linterna del celular para ir descubriendo las fotos. Eso hará que se sienta parte y que asuma más o menos lo que hace la luz en el espacio, que esa experiencia represente las intervenciones en el sitio y en el lugar. El componente de la luz es fundamental porque no solo evidencia el espacio, lo hace visible, sino que también es ese aspecto espiritual", explicó Santiago, arquitecto de la Universidad Nacional y magíster en fotografía y culturas urbanas en la Universidad de Londres.

La fuente lumínica cambia, podía ser una fogata o cintas led como en este caso.

Recorrido

Las 36 fotografías fueron seleccionadas de un trabajo compuesto de 300 imágenes que hacen parte del fotolibro que publicó con la Editorial Universidad de Caldas, en el 2019, para conmemorar el Día Nacional de la Memoria y la Solidaridad con las Víctimas del Conflicto Armado, que se celebra cada 9 de abril.

"Lo que hice del 2009 al 2019 fue recorrer el país visitando comunidades, familias, indígenas, afros, campesinos, excombatientes, fuerza pública y víctimas de esta guerra que no para. Ahora vemos que, a pesar de haber firmado el acuerdo de paz, continúa. Cambian lugares, personas, actores, formas, pero el concepto es el mismo: desbaratar al otro, apropiarse de sus tierras, desplazarlo, victimizarlo. Entonces Colombia Tierra de Luz surge como un acto de resistencia a esa violencia desde el arte que tiene la capacidad de conectarnos con nuestras emociones y sensaciones de una manera que la racionalidad no alcanza". dijo.

Añadió que el proyecto cuenta con intervenciones lumínicas en 30 lugares del país abarcando La Guajira, la Amazonía, el Cauca, Necoclí, la zona llanera, los humedales o zonas pantanosas como Santa Rita y Magdalena. "La idea era cubrir todo el espectro posible en donde cambiaban y se combinaban la geografía, la historia, la mitología, los grupos étnicos, los actores", concluyó.

La luz como recurso visual para evidenciar cuerpos y rostros.

Datos

*El prestar servicio militar le cambió la forma de ver el mundo a Santiago Escobar-Jaramillo. Estuvo en Sinaí (Egipto) como soldado de Colombia de la Fuerza Multinacional de Observadores, donde tuvo por primera vez contacto con las imagen, luego de que le entregaran una cámara para que fuera el fotógrafo de la Fuerza. Ahí entendió que la fotografía le serviría como mecanismo para comunicarse y expresar sus emociones.

*La exposición puede verla de lunes a viernes: de 8:00 a.m a 12:00 p.m. y de 2.:00 a 6.00 p.m. Sábados: de 8:00 a.m a 12:00 m. Entrada libre.

En este libro que sostiene Santiago están todas las fotografías de su proyecto Colombia Tierra de Lu

jueves, 7 de abril de 2022

Exposición de "Colombia, Tierra de Luz" se inaugura hoy en Manizales. Y continuará en otras ciudades del país.


Hoy, día Nacional de la Memoria y Solidaridad con las Víctimas del Conflicto.




 La exposición fotográfica “Colombia, Tierra de Luz” @colombiatierradeluz llega al Centro Colombo Americano @colombomanizales el próximo 7 de abril. 


Santiago Escobar-Jaramillo @escobart presenta su exposición como actos simbólicos de reparación a las víctimas de la violencia del conflicto armado en nuestro país, en el marco del Día Nacional de la Memoria y Solidaridad con las Víctimas del Conflicto.


Colombia, Tierra de Luz (Land of Light) reúne las fotografías, concepto e investigación del proyecto del fotógrafo y arquitecto colombiano Santiago Escobar- Jaramillo, como un símbolo de reparación a los colombianos que fueron forzados a dejar sus territorios víctimas de la violencia e incertidumbre que deja a su paso el conflicto armado.


En todas las intervenciones participaron familias campesinas, afro e indígenas, excombatientes y miembros de las fuerzas armadas nacionales. Cada uno aportó en en la construcción e iluminación de los objetos y preparación de los retratos. 


Este proyecto ha sido exhibido en varios festivales de fotografía, en medios impresos y virtuales. Asimismo, se ha presentado en universidades, museos e instituciones relevantes en Colombia y el mundo.



Toda la comunidad manizaleña podrá disfrutar de esta significativa exposición de fotografía. La inauguración será el 07 de abril a partir de las 5:00 pm en la Galería de Exposiciones del Centro Colombo Americano de Manizales Sede Estrella, en la dirección cra 24B No. 61a – 50. A partir del viernes 08 de abril se encontrará abierta al público de lunes a viernes de 8:00 am a 12 m y de 2:00 pm a 6:00 pm.



Evento gratuito, se debe presentar carnet de vacunación.


#colombiatierradeliz #actossimbólicos #luz #víctimas #colombia #fotografía #santiagoescobarjaramillo #colombomanizales

viernes, 1 de abril de 2022

Tips para mejorar nuestra narrativa: 16. Mundo ficticio. 17. Pomposidad, verbosidad.

Continuemos aprovechando la generosidad del portal Ciudad Seva del escritor LUIS LÓPEZ NIEVES (https://ciudadseva.com/texto/instrucciones-para-escribir-cuentos-o-novelas/) y repasemos los consejos prácticos que nos ofrece para mejorar nuestra narrativa.

Recorramos hoy los siguientes apartes de Pura Literatura: 

16. Mundo ficticio


Cuando escribimos un cuento o una novela estamos creando un mundo ficticio. Queremos que el lector entre a nuestro mundo ficticio y lo acepte como real. Como resultado, el lector podrá reír, llorar, asustarse, alegrarse, indignarse, etc. El lector reacciona de esta manera porque acepta nuestra ficción como una “realidad”.

El atrapado lector se sumerge por completo en la buena ficción y la disfruta. Acompaña al Quijote durante sus aventuras, sus triunfos y sus dolores. Asimismo, siente tristeza cuando mueren Úrsula Iguarán o madame Bovary.

El lector no ha perdido el contacto con su realidad. Aunque esté plenamente dentro de tu mundo ficticio, si de pronto siente un temblor de tierra soltará el libro de inmediato y buscará la manera de ponerse a salvo. Una vez terminada la crisis, volverá a sumergirse en el mundo ficticio que has creado.

Esta, en pocas palabras, es la teoría.

Ahora bien: el mayor reto de una buena obra literaria, y de un buen escritor, es sostener un impecable mundo ficticio a través de toda la obra literaria. El desafío es crear ese mundo ficticio y luego no lastimarlo ni destruirlo. El menor defecto desbarata la ilusión del mundo ficticio y expulsa al lector a trompadas. Luego, es difícil recuperar al lector. Si el lector abandona el libro por una causa externa (temblor de tierra, sueño, trabajo, hambre) felizmente vuelve a tu libro. Pero si abandona el libro debido a un defecto de la narración, perderá los deseos de seguir leyendo.

Algunos errores pueden ser graves. Por ejemplo, el narrador dice que el personaje viajó desde México a Buenos Aires en avión. Unas cuantas páginas después, dice que llegó en barco. El lector percibe esta inconsistencia casi como un puñetazo en la cara y se pregunta si estabas borracho cuando escribiste la obra… el lector pierde la ilusión del mundo ficticio en que estaba sumergido.

Otros errores pueden parecer menores, pero en realidad no hay errores insignificantes. Basta un error ortográfico, como la falta de un acento, para absolutamente desintegrar tu mundo ficticio. El lector se distrae, se sale de tu mundo literario, le mira las costuras a tu obra literaria y se pregunta si el autor sabe redactar o si es un ignorante. Los lectores no perdonan.

Un ejemplo es el siguiente:

Cuando yo llegue a la casa de mi madre y me senté a comer, de pronto descubrí lo cansado que estaba.

El lector, con razón, piensa que se trata de una acción futura (“cuando yo llegue”), pero luego descubre que evidentemente no se le colocó el acento a “llegué”, porque el resto de la oración indica que se está hablando en pasado: “senté”, “descubrí”, “estaba”. Este tipo de error inquieta al lector y lo llena de desconfianza ante el texto.

Veamos un caso más extremo:

Yo se la clave.

Yo sé la clave.

Yo se la clavé.

La misma oración, tres opciones. ¿Cuál es la verdadera?

Igual de importante son las comas. Una sencilla coma cambia por completo el sentido de la oración. Por ejemplo:

Vamos a comer niños.

Vamos a comer, niños.

 

El cine nos sirve para un último ejemplo tan claro como visual. Supongamos que estamos viendo una película histórica, ubicada durante la conquista de América en el siglo XVI. Estamos muy sumergidos en la acción. Tememos por la vida de la protagonista porque están a punto de matarla. Nos sudan las manos. Sentimos estrés. Pero de pronto un micrófono grande entra a la pantalla y se queda unos segundos encima de la cabeza de la actriz. ¿Qué nos ocurre? Sorpresa, enojo, risa burlona, disgusto, indignación… De pronto ya no nos sentimos dentro de ese maravilloso mundo ficticio que tanto nos gustaba. Se ha arruinado. Ahora es solamente una película mala.

Tu cuento o novela deben estar perfectos. Tu objetivo es crear un mundo ficticio verosímil. Cualquier error bastará para desmantelar el mundo ficticio que tanto trabajo te ha dado crear… y te dejará sin lectores.

No basta, por tanto, con escribir una buena obra literaria. También es fundamental no cometer errores.

     17. Pomposidad, verbosidad

Alguien podría escribir:

La espigada homo sapiens del género femíneo deglutió con alborozo la guayaba rosácea y esferoidal.

A este defecto se le conoce como pomposidad, verbosidad, afectación, verborrea, ampulosidad, barroquismo y de muchas maneras más.

El problema es evidente. La literatura tiende a buscar la naturalidad. Además, es bueno que el lector comprenda lo que está leyendo.

Por eso aconsejo siempre buscar la manera más directa de decir lo que queremos decir. El mismo mensaje de arriba puede redactarse de maneras más agradables. Una de ellas sería:

La mujer alta se comió la guayaba con placer.

Recomiendo evitar la pomposidad. Pero, por supuesto, en el arte siempre hay excepciones. Y pueden ser muchas.

Por un lado, puede que el escritor pretenda crear su propio lenguaje barroco. Sabe lo que hace y lo que escribe. No son disparates producto del descuido o la pedantería, sino manejos o juegos artísticos con el lenguaje. Varios autores han hecho esto y supongo que lo seguirán haciendo.

Otra excepción podría ser un personaje nuestro. Ya sea en primera persona o en diálogo, resulta que un personaje de nuestro cuento o novela habla de manera pomposa y le encanta expeler verborrea. Si el personaje es así, no podemos corregirlo. Hay que dejar que se exprese según su naturaleza. Pero en este caso el autor tendrá el difícil desafío de escribir verborrea divertida; de lo contrario, el lector aborrecido tirará el libro contra la pared.

Supongo que hay otras excepciones que en este momento no me vienen a la mente. Lo importante es lo siguiente: a menos de que se trate de un manejo consciente del lenguaje, lo ideal (sobre todo en el caso de un principiante) es buscar una escritura natural y clara… y evitar tanto la pedantería como la pomposidad vacua.

En vez de obligar a nuestro personaje a gritar: “¡Advertencia apremiante: una flama candente e ígnea se disemina de forma díscola e indómita por nuestro dilecto y vetusto domicilio!”, es mucho mejor que grite: “¡Fuego!”