domingo, 17 de noviembre de 2019

FERIA DE BUFANDAS

Te invito a la *"Feria de bufandas pro alguien"* (luego te revelo quién). 
Siempre tenemos por ahí una(s) que no usamos mucho y podría(n) rotar.
Esta iniciativa consiste en que tú me das una(s) pañoleta(s) lavada(s), yo la(s) empaco y la(s) vendo en 5mil. Igual tu puedes comprar alguna(s) del inventario en venta, es buena forma de colaborar.
Las cuentas del dinero recogido serán explicadas en detalle a cada participante. Los hombres también pueden serlo al comprar para sus allegadas.

Fecha de la feria: dese ya y hasta el miércoles 27 de noviembre, 4:00 a 4:30 pm
Lugar: Manizales: plazoleta BanRep,  extensión ambulante y voz a voz.
Coordinadora: Galu 3006121629
Recojo y llevo a domicilio. 
Apreciamos tu colaboración.

Gracias anticipadas
Galu

sábado, 26 de octubre de 2019

Sobre la columna de la semana de Pablo Felipe Arango, Construcción


Sobre la columna de la semana de Pablo Arango, Construcción

Me encantó esta columna de la semana (octubre 22 de 2019) de Pablo Arango que transcribo al final de este comentario personal:
Considero que Pablo es magnífico como observador, que no menos como exponente de la literatura urbana de nuestros días.
Al leer en la columna, “(…) la vida se debate en medio de paradojas: a veces es compleja y otras simple, a veces es dura y otras suave y dulce. Veo hombres persistentes que, sin debates existenciales o morales, viven. O que, justamente, gracias a la carencia de tales debates, viven con intensidad envidiable.”, viene a mi mente el fragmento 53 del Libro del desasosiego de Pessoa: “Una sola cosa me maravilla más que la estupidez con que la mayoría de los hombres vive su vida: es la inteligencia que hay es esa estupidez. La monotonía de sus vidas vulgares es, aparentemente, pavorosa. Estoy almorzando en este restaurante vulgar, y miro, más allá del mostrador, la figura del cocinero; y aquí, a mi lado, está de pie el camarero viejo que me sirve, como hace treinta años, creo sirve en esta casa. ¿Qué vidas son las de estos hombres? (…) Examino, con un asombro asustado, el panorama de estas idas, y descubro, cuando voy a sentir horror, pena, indignación ante ellas, que quien no siente horror, ni pena, ni indignación, son los mismos que tendrían derecho a sentirlos, son los mismos que viven esas vidas.”
El poema Construcción, que con tanta pertinencia cita, me parece bellísimo. (Lo transcribo completo también). Es un homenaje a ese conciudadano manizaleño que murió en la construcción de la clínica que sigue Pablo, como vecino, con observación cotidiana y ojo literario.
Galu


 Construcción

Lleva varios días suspendida la construcción de la clínica, vecina a mi edificio. Más o menos una semana de interrupción en una obra que ha sido lenta, seguro para tormento de sus propietarios, no así para mí, que disfruto viendo el trajín cotidiano: la llegada de los trabajadores, la instalación de los precarios andamios, la hora del desayuno y luego la del almuerzo, los gritos, las risas o las eventuales quejas. Una obra de teatro. Tal como seguro será la mía en la oficina, o la de cualquiera de ustedes en su trabajo. Una novela, o una “serie”, que seguro lee o ve un dios voyerista. El caso es que la construcción, la misma donde sobrevive la Bocconia frutescens, mi vecino cosmopolita, es un escenario en el que puedo evidenciar que la vida se debate en medio de paradojas: a veces es compleja y otras simple, a veces es dura y otras suave y dulce. Veo hombres persistentes que, sin debates existenciales o morales, viven. O que, justamente, gracias a la carencia de tales debates, viven con intensidad envidiable. Llegan temprano con su morral cargado de comida y ropa de trabajo. Se cambian entre camaradería y comienzan una jornada que los dejará extenuados y satisfechos consigo mismos, por haber logrado un día más de trabajo y de existencia. Una cierta consciencia natural e instintiva subyace en sus vidas: la idea de que por algún extraño milagro están hoy sobre la tierra, y que esa circunstancia es inmodificable; así que no vale la pena preguntarse mucho, sino apenas existir, ir tirando para adelante, con desparpajo y confianza. Carolina dice que desde mi ventana hago interventoría, y es cierto, hago interventoría de mi vida, esa es la que reviso cuando veo la obra. 
Hace ocho días, temprano en la mañana, conté el número de obreros que había llegado, es parte de mi tarea cotidiana junto con tender la cama y recoger nuestro desorden. Siete fue el número de aquel día. Imposible identificar rostros desde la distancia, algunos llevaban arneses, otros se movían con mayor libertad, subían o bajaban escaleras de guadua, y luego cruzaban, como confiados funambulistas, las vigas recién fraguadas. 
Más tarde, después del mediodía, me enteré que uno de los obreros había caído desde el sexto piso y había muerto. Murió, dice la prensa, de manera instantánea. Por eso está suspendida la obra, y ahora no puedo levantarme a ver cómo crecen los muros y se van ocultando las varillas de hierro gracias al concreto que vierten y que luego hidratan. 

Es casi una obviedad para los de mi generación, pero la noticia me hizo recordar la canción de Chico Buarque, o mejor, el poema de Buarque de Holanda: “Amó aquella vez como si fuese última/ Besó a su mujer como si fuese última/ Y a cada hijo suyo cual si fuese el único.../ Subió a la construcción como si fuese máquina/ Alzó en el balcón cuatro paredes sólidas.../ Sentóse a descansar como si fuese sábado/ Comió su pan con queso cual si fuese un príncipe.../ Y tropezó en el cielo con su paso alcohólico/ Y flotó por el aire cual si fuese un pájaro/ Y terminó en el suelo como un bulto flácido.../ Murió a contramano entorpeciendo el tránsito…

Ahora, cada vez que me levanto voy a la ventana y miró la construcción abandonada. Se ve lúgubre y parece que la hubieran abandonado hace meses. Una carreta quedó a medio camino de alguna tarea importante, las pesas de la pequeña grúa penden y se mecen con el viento. Dos cascos quedaron puestos en una estaca, y un balde, ya inútil, porque quedó con mezcla de cemento, y sumergida en ella una espátula. El sábado, sin embargo, presencié algo formidable: un obrero subió la escalera de guadua hasta el último piso, llevaba en sus manos dos tazas, una grande y otra pequeña. En la grande tenía agua, en la pequeña algo sólido, ceniza o alguna planta. Solitario y serio como un sacerdote, comenzó a esparcir agua con una flor de San Joaquín. Lanzaba agua e iba bendiciendo el sitio. Con más cuidado aún, tomó de la taza pequeña trocitos de lo que fuera, y los fue arrojando al aire, mientras decía algo. Luego se acercó a la grúa, y con delicadeza puso sobre ella la flor de hibisco. Un hisopo más digno no podía haber encontrado; seguro lo cortó del jardín de la casa de enfrente.

Pablo Felipe Arango
Manizales, 22 de octubre de 2019






CONSTRUCCION
(Chico Buarque (Brasil, 1944)

Amó aquella vez como si fuese última,
besó a su mujer como si fuese última,
y a cada hijo suyo cual si fuese el único,
y atravesó la calle con su paso tímido.

Subió a la construcción como si fuese máquina,
alzó en el balcón cuatro paredes sólidas,
ladrillo con ladrillo en un diseño mágico,
sus ojos embotados de cemento y lágrimas.

Sentóse a descansar como si fuese sábado,
comió su pobre arroz como si fuese un príncipe,
bebió y sollozó como si fuese un náufrago,
bailó y se rio como si oyese música,
y tropezó en el cielo con su paso alcohólico.

Y flotó por el aire cual si fuese un pájaro
y terminó en el suelo como un bulto flácido
y agonizó en medio del paseo público.

Murió a contramano entorpeciendo el tránsito.





viernes, 25 de octubre de 2019

RETRATO HABLADO. Antonio Correa García




Comparto un escrito de mi contertulio Antonio Correa García

RETRATO HABLADO
Parece que hubiera nacido para mandar. Como maneja sus haciendas, así los asuntos públicos giran en torno a su órbita privada. Desde un principio supo ganarse el aprecio de muchos seguidores, convertidos luego en soldados incondicionales de su causa. Llena plazas públicas con gente del pueblo que lo quiere como quiso a Fidel Castro en 1959; a Augusto Pinochet en 1973; a Jorge Videla en 1976; a Alberto Fujimori (1990) y a todos los dictadores que en América Latina han sido. Pregona que su vida –“sus carnitas y sus huesitos”- han sido consagrados por entero al servicio de la Patria. Cuando la tostada es repartida por otros, desprecia la mermelada. No se le conocen amigos desinteresados, pero sí muchos aduladores entusiastas. Sus mandatos y opiniones no admiten discusión y son inapelables. Alguna vez ganó en el departamento del Casanare el premio “Cojón de oro” otorgado por el Movimiento Machista Nacional. Aunque indiferente al fútbol (para posar de académico, como todo prosaico), sus amigotes hacen últimas jugaditas en su beneficio. Tiene cara de ser hincha del Independiente Medellín, pero su sonrisa amarillenta lo hace ver como un diablo del América de Cali. Pasó por algunos cargos del ejecutivo dejando hondas huellas, que nadie se atrevió a investigar a fondo. Tiene en los estrados judiciales más de dos centenares de investigaciones a las cuales les  hace la corte con su sonrisa falaz. Nadie como él llegó a tener más poder cuando prometió arrasar con la guerrilla y la corrupción del país. No obstante, para cumplir sus fines en nombre del pueblo, siempre que sus mandos militares atacaban insurgentes, sobrevenían los falsos positivos. Por delitos contra la administración pública,  decenas de sus inmediatos colaboradores que ejecutaron sus órdenes autoritarias están presos o fugados. La descomposición que permeó el ejercicio de su poder le dejó extrañas manchas rojas y cafés en su rostro, como si hubiera sido salpicado por el agite inútil de la bandera anticorrupción. Excepto sus conmilitones, en dos décadas de gobierno nadie más pudo tener un agro o un ingreso seguro. Dice ser un amantísimo abuelo, arrullador de sus nietecitos y patrocinador de los negocios de sus hijitos que -apenas superada la adolescencia- ya parecían magiosos, en tanto que en cuatro años y por arte de birlibirloque, pasaron de adolescentes hijos de padre acomodado, a multimillonarios dueños de centros comerciales, de norte a sur del País, a diestra y siniestra. Nombres, palabras,  expresiones como: Tranquilandia; Guacharacas; Teodolindo; Yidis; Convivir; positivos; chuzadas; varón; bala es lo que hay; te pego en la cara marica; esos  HP están oyendo esta conversación, evocan su nombre o están ligados a su comportamiento ciudadano. Para algunos compatriotas es un ídolo, para otros es el innombrable. A donde va, llega con decenas de escoltas, carros blindados y helicópteros que circundan los aires. A pesar de su auto publicitada honestidad, amor por la familia, por la patria y por los pobres- aunque se opone a que les devuelvan las tierras de las cuales fueron despojados, porque es mejor que las tengan los ricos, que tienen con qué cultivarlas- está ad portas de ser arropado por la justicia, la que nunca lo ha tocado, pero de la cual se declara injustamente perseguido. Hay quienes oran por él y existen óleos donde se le representa como al Sagrado Rostro, afligido y coronado de espinas. Pero en estos días por fin tiene el sol a sus espaldas, se siente solo a pesar de su séquito, hay angustia en su rostro.
Mi @tiatere dice que debemos rodearlo. ¡Para que no se vuele!  
A.C.G. 21 de Octubre de 2019

jueves, 17 de octubre de 2019

Frase hermosa de Aleksandr Pushkin

Yo era demasiado feliz para guardar en el corazón un sentimiento de enemistad.

Aleksandr Pushkin

domingo, 6 de octubre de 2019

Gloria María Medina, nos da estas sugerencias para leer hoy:


La maestra de nuestro taller VERSOS DEL CUMANDAY, Gloria María Medina, nos da estas sugerencias para leer hoy:

CÁNTICO
(Mario Quintana .Brasil, 1906 - 1994)

El viento dobla los árboles, el viento clamoroso de la aurora. . .
Tú llegas precedida por los vuelos altos,
por la marcha lenta de las nubes.
Tú vienes del mar, gobernando las naves del descubrimiento.
Mi alma está trémula del revolar de los ángeles.
Abro de par en par las ventanas.
Vienes montada en el claro toro de la aurora.
¡Los clarines de oro de tus cabellos cantan en la luz!


VOCES
(Constantino Cavafis)

Entrañables voces puras de los que han muerto,
o de aquellos que hemos perdido como si hubieran muerto.

Algunas veces, ellas nos hablan en nuestros sueños.
Algunas veces, nuestro espíritu las escucha
al fondo de nuestros pensamientos.

Ellas nos traen por un instante el eco de
la primordial poesía de nuestra vida, como en la noche,
una distante música que se aleja. . .


YO SOY AQUEL A QUIEN ATORMENTA EL DESEO AMOROSO
(Walt Whitman -Traducción Francisco Alexander)

Yo soy aquel a quien atormenta el deseo amoroso;
¿No gravita la tierra?, ¿no atrae la materia, atormentada, a la materia?
Así mi cuerpo atrae a los cuerpos de todos aquellos quienes encuentro o conozco.


MÚSICA
(Rainer María Rilke)

Si yo supiese, ay, para quién sueno,
podría murmurar siempre como lo hace el arroyo.
Si adivinase que a los niños muertos
les gusta oír el tañido de mí estrella interior,
que las niñas de antaño al escucharme,
ondean en torno a mí con el viento nocturno,
que acaricio con calma la muerta cabellera
de alguien que ardía de irá. . ./
Pues qué sería la música si ella no fuera mucho más allá de cada cosa.
(. . . . .)


sábado, 28 de septiembre de 2019

Dos poemas de la poeta DELMIRA AGUSTINI.

He tenido la suerte de presenciar magníficas obras en el 
FESTIVAL INTERNACIONAL DE TEATRO DE MANIZALES
Excelente programación, compañías muy buenas y obras geniales. !Aplausos!

Aplausos también para el público manizalita. Me he sentido muy orgullosa de comprobar  que ese público demuestra conocimiento, madurez y respeto. Su comportamiento cívico me emociona.

A propósito del festival y luego de ver esta noche la obra "No daré hijos, daré versos" del grupo de teatro uruguayo La Morena, un homenaje a su coterránea poeta DELMIRA AGUSTINI, consigno dos poemas de la poeta;

VEN
   
Ven, oye, yo te evoco.
Extraño amado de mi musa extraña,
ven, tú, el que meces los enigmas hondos
en el vibrar de las pupilas cálidas.
El que ahondas los cauces de amatista
de las ojeras cárdenas...
Ven, oye, yo te evoco,
extraño amado de mi musa extraña!

EL RAUDAL

A veces, cuando el amado y yo soñamos en silencio, -un silencio agudo y profundo como el      acecho de un sonido insólito y misterioso-
siento como si su alma y la mía corrieran lejanamente, por yo no sé               
que tierras nunca vistas, en un raudal potente y rumoroso...  


       

jueves, 29 de agosto de 2019

TE ESCOJO, MONTAÑA

¡Te escojo, montaña! 

Montaña, 
amiga, 
morada, 
musa... 
¡te escojo! 

Te escojo entre todos 
los convidados del paisaje
 
Con tu presencia 
discurren en mis entrañas 
sentires, vibraciones 
Majestad... fundación vinculante 

Vasta estela de verdores 
del alba al anochecer. 
Verde limón, oliva, esmeralda, 
albina, rojiza o azul... 
¡te escojo! 
Si vistes de verde eres ilusión; 
de rojo, pasión de atardecer; 
si nívea, alegría serena; 
si azul, nocturna claridad. 

Te escojo entre todos: 
mares, ríos, astros, 
desiertos, rocas... 
en ti hallo refugio 
en ti camino, me inspiro y sueño. 

A tu altura me empino 
te alcanzo y 
¡te escojo! 

Galu
junio 23-2019

Publicado en el FESTIVAL DE LA MONTAÑA 2019:


La trágica busca de la perfección. Documento sugerido Marga López


La maestra MARGA LÓPEZ DÍAZ nos aporta otro interesante documento:
Ahí, compartiendo magias para tu blog. 
aprendiendo...aprendiendo en medio del asombro....

LEONARDO DA VINCI.  DOCUMENTO VII.
 BASADO EN LA BIOGRAFÍA DE ANTONINA VALLENTIN:
“LA TRÁGICA BÚSQUEDA DE LA PERFECCIÓN”.
Editorial Losada, Buenos Aires, 1946.
Cuando Leonardo llegó a Arezzo, se encontró en el campamento con el enemigo más enconado de su ciudad natal, Vitellozzo Viteli. Quería vengar la muerte de su hermano, quien hallándose al servicio del estado florentino había sido acusado de traición y ejecutado.
Los florentinos se dirigieron al rey de Francia. César Borgia eludió el conflicto y declaró que Arezzo había sido atacada sin su consentimiento.  No obstante, Vittelozzo, continuó su venganza contra Florencia, de la que ya había caído su fortaleza, conmoviendo a Italia entera. Luego de una breve lucha, tomó la ciudad. Mientras sus capitanes gruñían que los había dejado en la estacada, César Borgia conquistaba un nuevo dominio mediante una traición, el ducado de Urbino. Para ello puso en juego un arma más peligrosa que el célebre veneno blanco de los Borgia; su aptitud para convencer. El débil duque, Guidobaldo da Montefeltro, sucumbió a ese siniestro don de persuasión de César y le proporcionó hombres y armas cuando le aseguró que los necesitaba para una campaña contra un territorio vecino.

Guidobaldo esperó inútilmente los resultados de esa pretendida campaña, mientras el ejército de César marchaba contra el ducado de Urbino. El duque pudo huir, precipitadamente. Después de vencer muchas dificultades llegó a Mantua, disfrazado de campesino, preguntándose todavía perplejo cómo podía hacerse alguien culpable de una traición tan pérfida. “Esto ocurrió –escribió Isabella d`Este a su cuñada Clara de Montpensier- porque confió en el duque de Valentinois, quien le hizo protestas de tal amor fraterno que habría hecho caer en la trampa a cualquier hombre honrado incapaz de engañar”. Hasta quienes se hallaban cerca de César, comprendieron que la traición de éste al duque de Urbino era indeciblemente brutal y cruel. Lucrecia Borgia pensaba en la acogida que les habían dispensado, el duque y su esposa Elizabetta, a ella y a su esposo en Urbino, durante su luna de miel, seis meses antes, poniéndoles el palacio a su disposición y prodigándoles atención y hospitalidad; pero desde hacía tiempo se veía obligada a perdonar a su hermano. La población de Urbino sentía un respeto afectuoso por su duque y por su bella esposa valiente y bella. El castillo de Urbino se alzaba como si hubiese surgido de la roca; Leonardo anotó sus dimensiones y César trasladó a lugar seguro los tesoros artísticos que Federigo de MOntefeltro había reunido con tanto cariño. Envió los tapices que representaban la guerra de Troya, como un regalo al cardenal de Ruán, quien cuidaba de sus intereses en la corte francesa, la magnífica biblioteca, en la que en el pasado habían trabajado treinta y cuatro copistas, fue trasladada a Cesena. Leonardo vio cómo los famosos manuscritos latinos, griegos y hebreos y las preciosas obras encuadernadas en brocado de oro, eran empaquetados y cargados a lomo de mulas y escribió una de sus  “profecías” enigmáticas: “De las mulas que transportan grandes cantidades de plata y oro; muchos tesoros de gran riqueza se encontrarán en animales de cuatro patas que los llevarán a diversos lugares.”
En Pesaro, César no sacó del palacio la biblioteca que Alessandro  Sforza había formado a tanto costo. Contenía todas las traducciones latinas de los griegos, todas las obras de astrología, medicina y cosmografía de la época, todos los poetas, todos los escritos de los Padres de la Iglesia y, en resumen, como escribió Bistizzi, “todos los libros dignos de tenerse”. Leonardo tenía especial interés por las bibliotecas y escribió en la tapa de su libro de apuntes: “El 11 de agosto de 1502, la biblioteca de Pesaro”. En la misma tapa escribió también un extraño dístico que puede verse inscrito en el sarcófago dl arzobispo de Squillace en la catedral de Otranto:
Decipimur votis et tempore fallimur et mors
Deridet curas; anxia vita nihil
Había ido Leonardo hasta Otranto, o había encontrado el dístico en uno de los manuscritos de Pesaro y lo copió pensando en la vida azarosa de su nuevo patrón, en la elevación y en la caída de los poderosos, en las desilusiones de la vida y en la muerte que se burla de las preocupaciones humanas? Anxia vita nihil era el resumen de sus experiencias en el período más lleno de acontecimientos de su vida. En medio de su viaje urgente y de ese período agitado se detuvo como si tuviese el propósito de recoger impresiones pacíficas y armoniosas, como si necesitase algo que contrapesase la febril actividad que le había sido impuesta.
César reforzaba y extendía la fortaleza de Rimini y derribaba las casas que se levantaban en la línea de fuego. Leonardo recorrió las calles de la ciudad en busca de un lugar tranquilo, permaneció largo rato junto a una fuente, oyendo el sonido del agua y su elevarse en hebras de plata líquida; esa fue la única impresión que encontró digna de recuerdo: “Haz una armonía con varios chorros de agua que caen, como los que viste en las fuentes de Rimini, las que viste el 8 de agosto de 1502”.
Isabella d´Este, advirtió a su esposo, quien se hallaba entonces en Milán, que fuese prudente al hablar de César y tuviese cuidado con lo que comía y bebía, “pues un hombre que es capaz de levantar su mano contra hombres de su misma carne y sangre es capaz de todo”.
Cuando César se dirigió con su amigo el rey Luis a Pavía, se sentía lo bastante seguro de su poder para emprender la realización de sus planes más ambiciosos. Desde Pavía envió la carta a Leonardo, certificando su puesto oficial; con su claridad característica daba instrucciones a todos sus “ enviados, castellanos, capitanes, condottieri, oficiales, soldados y subordinados”, para que diesen libre paso al portador dl documento, “el excelente y más caro servidor, Arquitecto e Ingeniero general, Leonardo da Vinci, a quien hemos encargado de inspeccionar nuestras plazas y fortalezas para que podamos proveerlas de lo necesario de acuerdo con sus exigencias y su juicio”. Debían darles entrada en todas partes, libres de todo pago público a él y a sus ayudantes y permitirles que vieran, midieran y formasen un buen juicio de todo lo que quisieran. Todos los demás ingenieros se pondrían en contacto con él y seguirían sus instrucciones. Y que nadie osase hacer lo contrario si le importaba “no incurrir en nuestra indignación”.
Ese lenguaje inequívoco facilita a Leonardo el camino dondequiera que fuese. Leonardo se proponía conectar el puerto a Cesena con un canal; en el plano indicó la organización de las columnas de obreros en forma de pirámide. Dibujó el plano del nuevo barrio de la ciudad, el borgo integro por el que tanto se interesó Alejandro VI. El palno estaba terminado en el papel, antes de que se construyese una nueva casa.
LEONARDO SE IMAGINABA EL BORGO tal como sería cuando estuviese poblado por completo y escribió al margen de su plano: “Debe tenerse cuidado de que los tanques estén siempre llenos”. Tomó disposiciones para la ampliación del palacio y dirigió las obras de las fortificaciones; hizo colocar bien los bastiones en el frente, para proteger los fosos exteriores del fuego de la artillería.
Recorrió las calles de Cesena y al llegar a un palacio medieval con fuertes murallas almenadas lo dibujó en su libro de apuntes; se detuvo por largo tiempo en la plaza de mercado, observó a los campesinos que acudían con su cosecha de uvas y bosquejó los ganchos con que colgaban sus pesados racimos. Hizo muchas excursiones por el campo alrededor de la ciudad; observó cómo el grano era llevado a los molinos primitivos y estudió cómo se podía utilizar mejor la fuerza del viento. Inventó un molino de viento con techo movible, apoyado en una torre redonda sólidamente construida y capaz de girar y mover las velas al hacerlo. Parece que el molino fue construido realmente, siendo el primero de los molinos “holandeses”, el cual llegó a ser usado cincuenta años más tarde. Inventó un freno de cinta, un semicírculo de madera en el que se acuñaba la gran rueda dentada del mecanismo de transmisión, disposición que se ha seguido utilizando al presente.

Le irritaban los carros de cuatro ruedas, con las dos delanteras chicas y las traseras grandes, lo que hacía que el peso principal recayese sobre las delanteras y dificultase la marcha. “La romaña es la patria de toda clase de estupideces”, fue su resumen final.
Su sueño de viajar al Oriente había revivido gracias a una delegación de la Sublime Puerta a César Borgia. Leonardo conocía muy bien al Oriente; mediante sus estudios se había familiarizado con regiones raras veces atravesadas, el curso de los ríos y ciudades construidas de manera curiosa que muy pocos exploradores habían visitado; conocía también las costumbres de ls mahometanos y sus doctrinas religiosas, hasta el punto de que más tarde se creó la leyenda de que se había convertido al islamismo.
Se le había ovidado que antes estaba dispuesto a luchar contra la Media Luna. Tampoco Bayaceto II parecía tener prejuicios para los cristianos que le podían ser útiles y buscaba en Italia un arquitecto que le construyese un sólido puente entre Pera y Constantinopla para reemplazar al de madera, que descasaba sobre pesados lanchones, tendidos por Mahomet II a través del Cuerno de Oro. Leonardo diseñó el puente “Puente de Pera a Constantinopla”, escribió al pie del dibujo: “40 anas de anchura, 70 anas sobre el agua y 600 anas de longitud, 400 de ellas sobre el agua y200 descansando en tierra, de este modo proporciona sus propios sostenes”.
¿Renunció al molesto viaje o no hizo más que ejercitar su imaginación en el puente, para alejarse del prosaísmo de los romañolos? Algunos años más tarde sintió Miguel Angel el mismo deseo de huir del tedio de la vida y tras de una querella con el irascible Papa entró en negociaciones con los turcos para construir ese puente; pero Julio II lo consideró indispensable y le convenció para que siguiera a su servicio.
Tampoco César Borgia podía prescindir de su ingeniero general. Los aliados de César estimaban que los había utilizado para traicionarlos luego. Unieron sus fuerzas y lo derrotaron. Quedaba libre el camino para que los príncipes desterrados regresasen a sus estados y Guidobaldo entró en Urbino entre las aclamaciones de su población.
En Mantua, la monja Osanna había profetizado en un rapto que “el Borgia parecería un fuego de paja”, y entonces parecía que el fuego prendía. Todos los rebeldes cayeron sobre César y lo rodearon en Imola. Pero todavía ondeaba su estandarte con la orgullosa inscripción: Aut Caesar, aut nihil. Siempre se había considerado a sí mismo como la encarnación de su homónimo romano y, como cardenal, había grabado en el pomo de  su espada  las palabras “Cum nomine Caesaris omen”. Además, era un jugador siempre dispuesto a apostar la vida a una sola echada. El pomo de su espada llevaba asimismo las palabras  Jacta alea est.
Pero en aquel momento, desesperado, consultaba las estrellas para averiguar su destino. Su enfermedad le llenaba de llagas la piel. A nadie se le permitía verle, salvo a su fiel ayuda de campo, Micheletto, por medio del cual impartía todas las órdenes. Muchos de sus capitanes nunca habían oído la voz de su comandante. Dormía de día oculto detrás de cortinas cerradas. En la noche, saltaba del lecho al escritorio y ahí seguía trabajando, taciturno, tenso como un animal a punto de saltar, hasta la madrugada. Tan pronto como la luz de la aurora iluminaba su habitación, volvía a su lecho y se encerraba.
Leonardo le había hecho un plano de Imola, que mostraba todos los accesos, las murallas de la ciudad en ocre amarillo, los grupos de casas en color bermejo, los campos en verde brillante y el río Salerno como una línea azul serpenteando entre ellos. Entonces César tomó una medida que él fue la primera en adoptar: la de llamar a la población a prestar servicio militar, en vez de emplear mercenarios. Con su notable don de organización consiguió formar rápidamente un ejército entre el pueblo. Maquiavelo se hizo cargo de las negociaciones de hablar con los enemigos, sobre todo con Vitellozzo Vitelli. Para sí mismo prefería el ocio, por lo que abandonó de mala gana la modesta comodidad, la quietud y la dicha de su hogar, en compañía de su esposa.
Y sabía que al duque no se le podía conquistar con meras palabras pues era un maestro en ese arte. La rápida mirada de Nicolás, percibía todo lo que pasaba y el propio duque no tomaba en serio al secretario florentino ni lo consideraba lo bastante importante como para que mereciera la pena engañarle o ocultarle información. Dedicó su excitada imaginación a estudiar el carácter del inescrutable Cesar Borgia, questo signore secretissimo, a quien iba a presentar más tarde como un modelo de todos los príncipes. Pero todo lo que hacía su modelo era permanecer en su triste castillo como una gran araña en su escondite; formando una tela que flotaba en el aire. ”Trato de ganar tiempo –explicó a Maquiavelo- observando los acontecimientos y esperando mi oportunidad”. César prosiguió su trabajo de sembrar la disensión entre los conspiradores, lanzando a los unos contra los otros y preparando fría y cautelosamente su venganza segura. Un duro invierno había hecho intransitables los caminos helados de la Romaña. De pronto pareció ceder la opresión y César salió de su retiro. Había llegado la fuerza de socorro francesa. El duque recuperó toda su confianza durante aquel invierno. En el bullicio de las noches de Carnaval, hacía abrir el palacio y la gente lo veía acostado en su lecho, forrado de armiño, sobre la colcha dorada, inmóvil, con la espada desenvainada en una mano y el cetro en la otra, bello, grave, terrible, como el pueblo imagina a su príncipe.









martes, 27 de agosto de 2019

L A P O É T I C A D E L E S P A C I O


Sugerido de la maestra poeta Marga López Díaz:

L A    P O É T I C A   D E L    E S P A C I O   I
Documento basado en la obra de GASTON BACHELARD.

Uno de los más extraordinarios  filósofos franceses, procede, por confesión expresa, de la filosofía de la ciencia natural. Su rigurosa formación científica le llevó en su madurez a romper sus hábitos de investigación filosófica, para abrazar en forma personalísima, el estudio del fenómeno de la  imagen poética, entendida como simple repercusión o resonancia del ser; en un novedoso y eminente estilo de filosofar. Es de admirar, que en las manos mágicas de este poeta de un insólito género de poesía, las cosas y las criaturas revelan su ontología y lo que es más significativo, su extraordinaria belleza oculta. Bachelard nació en Bar-sur Aube, de Francia, en 1884 y murió en 1962.
Algunas de sus obras: El agua y los sueños, El aire y los sueños, La intuición del instante, La tierra y los ensueños de la voluntad, Psicoanálisis del fuego. La primera edición de este libro en francés, fue en 1957 y en español, en 1965
INTRODUCCIÓN.   - (Apartes literales esenciales)-.
Un filósofo que ha formado todo su pensamiento basado en la filosofía de las ciencias, debe olvidar su saber, si quiere estudiar los problemas planteados por la imaginación poética. Hay que estar en el presente, en el minuto de la imagen. La filosofía de la poesía debe renacer con el motivo de un verso dominante, en la adhesión total a una imagen aislada y en el éxtasis mismo de la novedad de la imagen; ella es un resaltar súbito del psiquismo, esa novedad psíquica esencial del poema. En el resplandor de una imagen poética resuenan los ecos de un pasado lejano y en su novedad tiene un dinamismo propio.
Procede de una ONTOLOGÍA DIRECTA. Esa imagen tiene una SONORIDAD DE SER. EL POETA HABLA EN EL UMBRAL DEL SER.
El poeta no me confiere el pasado de su imagen y, sin embargo, su imagen arraiga en seguida en mí. La comunicabilidad de una imagen singular es un hecho de gran significado ontológico. Se pide a un lector de poemas que no tome una imagen como objeto, sino que capte su realidad específica. La imagen en su simplicidad, no necesita un saber. Es propiedad de una conciencia ingenua. El poeta, en la novedad de sus imágenes es siempre origen del lenguaje. Para aclarar que la imagen es antes que el pensamiento, habría que decir que la poesía es una fenomenología del alma. La palabra alma es una palabra inmortal, es una palabra del aliento. “Los diferentes nombres del alma, en casi todos los pueblos son otras tantas modificaciones del aliento y onomatopeyas de la respiración”. Charles Nodier. Diccionario de onomatopeyas francesas. París, 1828. La importancia vocal de una palabra debe retener por sí sola la atención de un fenomenólogo de la poesía. La palabra alma puede ser dicha con tal convicción que comprometa todo un poema. Para una simple imagen poética no hace falta más que un movimiento del alma. En una imagen poética el alma dice toda su presencia. “La poesía es un alma inaugurando una forma”. Pierre-Jean Jouve. El alma inaugura. Es aquí potencia primera, es dignidad humana. Una impresión conocida de todo buen lector de poemas es que EL POEMA NOS CAPTA ENTEROS. Por su resonancia, por su exuberancia el poeta reanima en nosotros unas profundidades. Se trata de determinar, por la repercusión de una sola imagen poética, un verdadero despertar de la creación poética hasta en el alma del lector. Por su novedad, una imagen poética pone en movimiento toda la actividad lingüística. La imagen poética nos sitúa en el origen del ser hablante. Por esa repercusión, sentimos un poder poético que se eleva candorosamente en nosotros mismos. Luego podremos  experimentar resonancias sentimentales, recuerdos de nuestro pasado. Esa imagen echa raíces en nosotros mismos. Aquí la expresión crea ser. No alcanzamos a meditar en una región que existiría antes que el lenguaje. La lectura convierte al lector en un poeta sal nivel de la imagen leída; este orgullo de simple lectura que se nutre con la soledad de la lectura, lleva en sí un signo fenomenológico innegable, si se conserva su simplicidad. En cuanto a nosotros, aficionados a la lectura feliz, no leemos y releemos más que lo que nos gusta, con un pequeño orgullo de lector mezclado con mucho entusiasmo. El orgullo que nace de la adhesión a una dicha de imagen, es siempre discreto, secreto. Está en nosotros, simples lectores, únicamente para nosotros. Es un orgullo de cámara. Nadie sabe que revivimos, leyendo, nuestras tentaciones de ser poetas. Todo lector alienta y reprime, leyendo, un deseo de ser escritor. Todo lector que relee una obra que ama, sabe que las páginas amadas “le conciernen”. La simpatía en la lectura es inseparable de la admiración. Parece que el goce de leer sea reflejo del goce de escribir como si el lector fuera el fantasma del escritor. La imagen poética está siempre por encima del lenguaje significante. Un gran verso puede tener una gran influencia sobre el alma de una lengua. Despierta imágenes borradas. El verso tiene siempre un movimiento, la imagen se vierte en la línea del verso, arrastra la imaginación como si esta fuera una fibra nerviosa. La poesía tiene una felicidad que le  es propia, sea cual fuere el drama que descubre. Se trata de pasar a imágenes no vividas, a imágenes que la vida no prepara y que el poeta crea.
Se trata de vivir lo no vivido y de abrirse a una apertura del lenguaje. El bien decir es un elemento del bien vivir. Las palabras vividas crean un espacio sensible. La conciencia poética, absorta por la imagen, aparee sobre el lenguaje habitual. La imagen poética está siempre bajo el signo de un ser nuevo. Es  una dicha hablada. La poesía TIENE UNA DICHA QUE LE ES PROPIA, SEA CUAL SEA EL DRAMA QUE DESCUBRE. Se trata de vivir lo no vivido y de abrirse a una apertura del lenguaje. “La poesía rebasa constantemente sus orígenes, y padeciendo más lejos en el éxtasis o en la pena, se conserva más libre. Cuanto más avanzaba en el tiempo, mejor dominaba el buceo alejado de la causa ocasional, conducido a la pura forma del lenguaje””. P.J. Jouve. “Miroir”. El poeta sabe bien que su aliento lo llevará más lejos que su deseo. La poesía RESPONDE A PENSAMIENTOS ATENTOS, ENAMORADOS DE ALGO DESCONOCIDO YESENCIALMENTE ABIERTOS AL DEVENIR.
EL POETA ES EL QUE CONOCE, EL QUE TRASCIENDE Y NOMBRA LO QUE CONOCE. NO HAY POESÍA SI NO HAY CREACIÓN ABSOLUTA. La vida de la imagen está toda en su fulguración, en el hecho de que la imagen supere hasta a la sensibilidad. Un acto creador que ofrezca tanta sorpresa como la vida. Ese asombro que excita nuestra conciencia y le impide adormecerse. Proust, decía de las rosas pintadas por ELSTIR, que eran UNA VARIEAD NUEVA, CON LA QUE EL PINTOR, COMO HORTICULTOR, HABÍA ENRIQUECIDO LA FAMILIA DE LAS ROSAS. Proponemos considerar a la IMAGINACIÓN como una potencia mayor de la naturaleza humana. En sus acciones vivas nos desprende a la vez del pasado y de la realidad. Se abre en el porvenir. Es una función de lo IRREAL realmente positiva.
 En el poema que teje lo irreal y lo real, se dinamiza el lenguaje por  la doble actividad d la significación de la acción y del a poesía. Con la poesía, la imaginación se sitúa en el margen donde lo irreal viene a seducir o despertar al ser dormido en su automatismo del lenguaje, se ha penetrado ya en el terreno dela sublimación pura. En este libro solo queremos señalar las imágenes del ESPACIO FELIZ. LA TOPOFILIA. Aspiramos a determinar el valor humano de los espacios de posesión, de los espacios defendidos contra fuerzas adversas, de los espacios amados, LOS ESPACIOS ENSALZADOS. LOS ESPACIOS DE VALORES IMAGINADOS. ESPACIO VIVIDO EN TODAS LAS PARCIALIDADES DE LA IMAGINACIÓN. Los que concentran SER  en el interior de los límites que protegen. LA IMAGIANCIÓN IMAGINA SIN CESAR Y SE PROTEGE CON NUEVAS IMÁGENES.
Carl Gustav Jung compara el alma con la casa, ¿No encontramos, en nosotros mismos, soñando en nuestra simple casa, consuelos de gruta? No solamente nuestros recuerdos, sino también nuestros olvidos, están “alojados”. Nuestra alma es una morada. Así aprendemos a “morar” en nosotros mismos. Las imágenes de la casa están en nosotros tanto como nosotros estamos en ellas. ¿No encontramos en nuestras  mismas casas reductos y rincones donde nos gusta agazaparnos? Agazapar, pertenece a la fenomenología del verbo habitar. Solo habita con intensidad, quien ha sabido agazaparse. Llevamos en nosotros toda una reserva de imágenes del agazapamiento.
“Casa, jirón de prado, oh luz de la tarde
De súbito alcanzáis faz casi humana,
Estáis junto a nosotros, abrazando, abrazados.    R.M. RILKE

I.                   LA CASA DEL SÓTANO A LA GUARDILLA. EL SENTIDO DE LA CHOZA.
“¿Quién vendrá a llamar a al puerta? / Puerta abierta, se entra / Puerta cerrada, un antro. / El mundo llama del otro lado de mi puerta.”
Para un estudio fenomenológico de los valores de la intimidad, la casa es, sin duda alguna, un ser privilegiado. Y la imaginación aumenta los valores de la realidad.  Través de todos los recuerdos de todas las casas que nos han albergado, y allende todas las casas que soñamos habitar, se desprende una esencia íntima que justifica el valor singular de todas nuestras imágenes de  intimidad protegida. Es preciso rebasar la descripción de la casa, sus hechos o impresiones, para llegar a las virtudes primeras, a aquellas donde se revela una ADHESIÓN innata a la función primera de habitar, captar ese germen de la felicidad central, segura, inmediata. En toda vivienda, incluso en el castillo, el encontrar la concha inicial, es la tarea ineludible del fenomenólogo; esa realidad profunda de cada uno de los matices de nuestro apego a un lugar de elección; cómo habitamos nuestro  espacio vital de acuerdo con todas las dialécticas de la vida, cómo nos enraizamos de día en día, en un  “rincón del mundo”. La casa es nuestro Rincón del mundo, NUESTRO PRIMER UNIVERSO. ES REALMENTE UN COSMOS. Un cosmos en toda la acepción del término, Vivir realmente la calidad PRIMITIVA, calidad que pertenece a todos, si aceptan SOÑAR.
Pero nuestra vida adulta se halla tan despojada de los bienes primeros.

 Los lazos antropocósmicos están tan relajados que no se siente su primer apego en el universo de la casa. En los valores del espacio habitado, el no-yo protege al yo. Todo espacio realmente habitado lleva como esencia la noción de casa.
Veremos, en el curso de este ensayo, cómo la imaginación trabaja en ese sentido cuando el ser ha encontrado el menor albergue: veremos a la imaginación construir “muros” con sombras impalpables, confortarse con ilusiones de protección o temblar tras unos muros gruesos y dudar de las más sólidas atalayas. En la más interminable de las dialécticas, el ser amparado sensibiliza los límites de su albergue. Vive la casa en su realidad y en su virtualidad, con el pensamiento y los sueños. Desde ese momento, todos los refugios, todos los albergues, todas las habitaciones tienen valores de onirismo consonantes. Los verdaderos bienestares tienen un pasado. Todo un pasado viene a vivir por el sueño en una casa nueva.
La vieja expresión: “transportamos allí nuestros dioses lares” tiene mil variantes. Y la ensoñación se profundiza hasta el punto en que una propiedad inmemorial se abre para el soñador del hogar más allá del más antiguo recuerdo.  La casa, como el fuego, como el agua, nos permitirá evocar fulgores de ensoñación que iluminan la síntesis de lo inmemorial y del recuerdo.  En esta región lejana, memoria e imaginación no permiten que se las disocie. Una y otra trabajan en su profundización mutua, son una comunidad del recuerdo de la imagen. Por los sueños las diversas moradas d nuestra vida se compenetran y guardan los tesoros de los días antiguos. Cuando vuelven, en la nueva casa, los recuerdos de las antiguas moradas, vamos al país de la Infancia Inmóvil, LO INMEMORIAL.
NOS RECONFORTAMOS REVIVIENDO RECUERDOS DE PROTECCIÓN. Los recuerdos del mundo exterior no tendrán nunca la misma tonalidad que los recuerdos de la casa. Somos siempre un poco poetas y nuestra emoción tal vez solo traduzca la poesía perdida. Hay imágenes que nos conmueven con una profundidad insospechada. En los poemas, tal vez más que en los recuerdos, llegamos al fondo poético del espacio de la casa. La casa alberga el ensueño, la casa protege al soñador, la casa nos permite soñar en paz. Al ensueño le pertenecen valores que marcan al hombre en su profundidad. Las moradas del pasado son en nosotros imperecederas. Ella da valores de continuidad, sin ella el hombre sería un ser disperso. Los sostiene a través de las tormentas del cielo y de las tormentas de la vida.  Es cuerpo y alma. Es el primer mundo del ser humano. Antes de ser lanzado al mundo el hombre es depositado en la cuna de la casa. Siempre, en nuestros sueños, la casa es una gran cuna. LA VIDA EMPIEZA BIEN, EMPIEZA ENCERRADA, PROTEGIDA, TODA TIBIA EN EL REGAZO DE UNA CASA.
Desde el punto de vista del fenomenólogo que vive  de los orígenes, la metafísica consciente que se sitúa en el instante en que el ser es “lanzado al mundo”, depositado en un estar-bien, en el bien-estar asociado primitivamente al ser. El sr reina en un paraíso terrestre de la materia, fundido en la dulzura de una materia adecuada. Cuando se sueña en la casa natal, en la profundidad extrema del ensueño, se participa de este calor primero, de esta materia bien templada del paraíso material. Queremos señalar así la plenitud primera del ser de la casa. Si la casa tiene rincones, guardillas (buhardillas), sótano, corredores, nuestros recuerdos hallan refugios trascendentes.
EL TOPOANÁLISIS es el estudio de los parajes de nuestra vida íntima. En sus mil alvéolos el espacio contiene tiempo comprimido. El espacio sirve para eso. Frente a las soledades, el topoanalista puede preguntarse si era grande la habitación, si estaba atiborrada de objetos la guardilla, si era caliente el rincón, de dónde venía la luz o como se saboreaban los silencios de los diversos albergues del ensueño solitario. Es en el espacio donde encontramos esos bellos fósiles de duración, concretados por largas estancias. El inconsciente reside. Y todos los espacios de nuestras soledades pasadas, los espacios donde hemos sufrido de la soledad o gozado de ella, son en nosotros imborrables. Incluso cuando ya no se tiene granero ni desván, quedará siempre el cariño que le tuvimos a esos espacios, la vida que vivimos en la guardilla. Se vuelve allí en los sueños nocturnos. Se vuelve al valor de una concha. Cuando se llega a lo último de los laberintos del sueño, cuando se tocan las regiones del sueño profundo, se conocen tal vez reposo antehumanos. Lo antehumano toca aquí lo inmemorial. Antaño la guardilla podía parecernos demasiado estrecha, fría; pero ahora en el recuerdo vuelto a encontrar por el ensueño, es pequeña y grande, cálida y fresca, siempre consoladora.
Habría que comprender, igualmente, a los espacios que nos llaman fuera de nosotros mismos. Hay un ensueño del hombre que anda, un ensueño del camino. “Llevadme, caminos!...” dice Marceline Desbordes-Valmore, pensando en su Flandes natal. ¡Y qué objeto dinámico es el sendero, los senderos familiares de la colina! En mi cuarto pasisiense, el recuerdo de aquel sendero me sirve de ejercicio. Al escribir esta página, me siento liberado del deber de dar un paseo; estoy seguro que he salido de casa.
George Sand (Aurora Dupin), soñando a orillas de un sendero de arena amarilla ve transcurrir la existencia. Escribe: “¿Hay algo más bello que un camino? Es el símbolo y la imagen de la vida activa y variada.”
Cada uno debería hablar de sus carreteras, sus encrucijadas, sus campiñas perdidas. HENRY DAVID THOREAU  dice que tiene el plano de los campos inscritos en el alma y Jean Wahl escribió:
“El aborregamiento de los setos/ en mí lo siento”.
Cubrimos así el universo con nuestros diseños vividos. No hace falta la exactitud, sino que estén tonalizados sobre el modo de nuestro espacio interior. El espacio llama a la acción, y antes de la acción nuestra imaginación trabaja. Siega y labra. Habría que cantar los beneficios de todas estas acciones imaginarias. En esta obra consagramos nuestras investigaciones a la región de la intimidad, a la región donde el peso psíquico domina. NINGUNA INTIMIDAD AUTÉNTICA RECHAZA. TODOS LOS ESPACIOS DE INTIMIDAD SE DESIGNAN POR UNA ATRACCIÓN.
Su estar es bienestar. La topofilia. En ese sentido estudiamos el albergue. Estos valores son sencillos, se hallan profundamente enraizados en el inconsciente y se les vuelve a encontrar por una simple evocación; entonces el matiz revela el color. La palabra de un poeta, porque da en el blanco, conmueve los estratos profundos de nuestro ser. Toda casa enriquecida por un onirismo fiel, debe conservar su penumbra; se relaciona con la literatura profunda, es decir, con la poesía. Solo debo decir de la casa de mi infancia lo necesario para ponerme yo mismo en situación onírica, para situarme en el umbral de un ensueño donde voy a DESCANSAR en mi pasado.

Entonces puedo esperar que mi página contenga algunas sonoridades auténticas, quiero decir una voz lejana en mí mismo que será la voz que todos oyen cuando escuchan en el fondo de la memoria, tal vez allende la memoria, en el campo de lo inmemorial. Se comunica únicamente hacia los otros una ORIENTACIÓN hacia el secreto, sin poder decir jamás éste objetivamente. En esta vía se orienta al onirismo, no se le realiza. Leamos este ejemplo, donde el poeta Sainte-Beuve evoca su casa de Canaen:  “…Amigo mío que no has visto estos lugares, o que si los hubieras visitado, no podrías ahora sentir mis impresiones y mis colores…no vayas ahora a tratar de representártelos por lo que te digo: deja que la imagen flote en ti; pasa levemente; la menor idea te bastará…”
Yo solo, en mis recuerdos de otro siglo, puedo abrir la pequeña habitación en el fondo de un granero, decir que desde la ventana, a través de la desgarradura de los tejados, se veía la colina; abrir la alacena profunda que conserva todavía, para mí solo, el aroma único del olor de las uvas que se secan sobre el zarzo. ¡El olor de las uvas! Olor límite; para percibirlo hay que imaginar muy a fondo. Si dijera más, el lector no abriría, en su habitación nuevamente encontrada, el armario único, el armario de olor único, que señala una intimidad. Para evocar los valores de intimidad, se precisa un estado de lectura suspensa. Es en el momento en que los ojos del lector abandonan el libro, cuando la evocación de mi cuarto puede convertirse en umbral de onirismo para los demás. Cuando es un poeta quien habla, el alma del lector resuena, conoce esa resonancia, que como lo expone Minkowski, devuelve al ser la energía de un origen.

Por lo tanto, tiene sentido decir, en el plano de una filosofía de la literatura y de la poesía en que nos situamos, que “se escribe un cuarto”, se “lee un cuarto”, se “lee una casa”. Así, al leer el poema, se suspende la lectura y se empieza pensar en alguna antigua morada. Abrimos al lector una puerta al ensueño. Los valores de intimidad son tan absorbentes que el lector VUELVE A VER ese espacio antiguo de su intimidad. Ya marchó a escuchar los recuerdos de un padre, de una abuela, de una madre, de una sirvienta, de “la sirvienta de gran corazón”. Así el ser domina el rincón de sus recuerdos más apreciados. La casa natal es una casa habitada; está físicamente inscrita en nosotros; es un grupo de costumbres orgánicas. Con veinte años de intervalo, pese a todas las escaleras anónimas, volveríamos a encontrar los reflejos de la “primera escalera”, no tropezaríamos con un peldaño un poco más alto. Todo el ser de la casa se desplegaría, fiel a nuestro ser. Empujaríamos con el mismo gasto la puerta que rechina, iríamos sin luz hasta la guardilla lejana. El menor de los picaportes quedó en nuestras manos.
Sin duda las casas sucesivas donde hemos habitado más  tarde han trivializado nuestros gestos. Pero nos sorprende mucho, si entramos en la antigua casa, tras décadas de odisea, el ver que los gestos más finos, los gestos primeros son súbitamente vivos, siempre perfectos. La casa natal ha inscrito en nosotros la jerarquía de las diversas funciones de HABITAR. Somos el diagrama de las funciones de habitar esa casa y todas las demás casas no son más que variaciones de un tema fundamental. La palabra hábito es una palabra demasiado gastada  para expresar ese ENLACE APASIONADO De NUESTRO CUERPO  que no olvida LA CASA INOLVIDABLE.
 Recuerdos de los sueños que solo la meditación poética puede ayudarnos a encontrar otra vez. La poesía, en su gran función, vuelve a darnos las situaciones del sueño. La casa natal es más que un cuerpo de vivienda, es un cuerpo  de sueño. La casa, el cuarto, el granero donde estuvimos solos, proporcionan los marcos de un ensueño interminable, de un ensueño que solo la poesía, por medio de una obra, podría terminar, realizar.   Si se da a todos esos retiros su función, que es la de albergar sueños, puede decirse como yo afirmaba en un libro anterior (La terre et les revéries du repos ), que existe para cada uno de nosotros una casa onírica, una casa del recuerdo-sueño, perdida en la sombra de un más allá del pasado verdadero. Decía que esa casa onírica es la cripta de la casa natal. Estamos aquí en la unidad de la imagen y del recuerdo, en el mixto funcional de la imaginación y de la memoria. Determinar el “ser verdadero” de nuestra infancia.  La infancia es ciertamente más grande que la realidad. Son las potencias del inconsciente las que fijan los recuerdos más lejanos. Es en el plano del ensueño, y no en el plano de los hechos donde la infancia sigue en nosotros viva y poéticamente útil. Por esta infancia permanente conservamos la poesía del pasado. Habitar oníricamente la casa natal, es más que habitarla por el recuerdo, es vivir en la  casa desaparecida como lo habíamos soñado. ¡Qué privilegios de profundidad hay en los ensueños de niño! ¡Dichoso el niño que ha poseído, verdaderamente poseído, sus soledades! Es bueno, es sano que un niño tenga sus horas de tedio, que conozca la dialéctica del juego exagerado y de los aburrimientos sin causa, del tedio puro. En sus Memorias, Alejandro Dumas dice que era un niño aburrido, aburrido hasta llorar. Cuando su madre lo encontraba así, llorando de aburrimiento, le decía: -¿Por qué llora Dumas?
-Dumas llora, porque Dumas tiene lágrimas – contestaba el niño de seis años-. Qué bien señala el tedio absoluto, ese tedio que no procede nunca de una falta de compañeros de juego. ¿No hay niños que dejan de jugar para ir a aburrirse a un rincón del desván? Desván de mis tedios, cuántas veces te he echado de menos, cuando la vida múltiple me hacía perder el germen de toda libertad. Más allá de todos los valores positivos de protección, en la casa natal se establecen valores de sueño. Últimos valores que permanecen cuando la casa ya no existe. Y no olvidemos que son esos valores de sueño los que se comunican poéticamente de alma a alma. La lectura de los poetas es esencialmente ensueño.
La casa es un cuerpo de imágenes que dan al ser razones o ilusiones de estabilidad. Reimaginamos sin cesar nuestra realidad: distinguir todas esas imágenes sería decir el alma de la casa; sería desarrollar una verdadera psicología de la casa.
Creemos que para ordenar esas imágenes hay que tener en cuenta dos puntos de enlace principales: 1. La casa es imaginada como un ser vertical. Se eleva. Es un llamamiento a nuestra conciencia de verticalidad. 2. La casa es imaginada como un ser concentrado. Nos llama a una conciencia de centralidad.
Estos puntos están enunciados de un modo abstracto; pero no es difícil reconocer, por medio de ejemplos, su carácter psicológicamente concreto.
La verticalidad es asegurada por la polaridad del sótano y la guardilla; se puede oponer la irracionalidad del tejado a la irracionalidad del sótano. El tejado dice en seguida su razón de ser; protege al hombre que teme la lluvia y el sol.
Los geógrafos no cesan de recordar que en cada país, la inclinación del tejado es uno de los signos más seguros del clima. Se “comprende” la inclinación del tejado. Para el soñador, el tejado agudo rebana las nubes. Hacia el tejado todos los pensamientos son claros. En el desván, se ve al desnudo, con placer, la fuerte osamenta de las vigas. Se participa de la sólida geometría del carpintero. El sótano es útil, pero es ante todo el ser oscuro de la casa, el ser que participa de los poderes subterráneos. Soñando con él nos acercamos a la irracionalidad de lo profundo.  Nos hacemos sensibles a la función de habitar, hasta el punto de convertirla en réplica imaginaria de la función de construir. Con los sueños en la clara altura estamos en la zona racional de los proyectos intelectualizados. Paro en cuanto al sótano, el habitante apasionado lo cava, lo cava más, hace activa su profundidad. De lado de la tierra cavada, los sueños no tienen límite. Presentaremos después ensueños de ultrasótano. He aquí como el psicoanalista C.G. JUNG se sirve de la doble imagen del sótano y el desván para analizar los miedos que habitan la casa. En su libro: EL HOMBRE DESCUBRIENDO SU ALMA hace comprender la esperanza que tiene el ser consciente de: aniquilar la autonomía de los complejos desbautizándolos.  La imagen es esta: La conciencia se conduce ahí como un hombre  que, oyendo un ruido sospechoso en el sótano, se precipita al desván para comprobar que allí no hay ladrones y que, por consiguiente, el ruido era pura imaginación. En realidad, ese hombre prudente no se atrevió a aventurarse en el sótano”. En vez de enfrentarse con el sótano (el inconsciente), “el hombre prudente” de Jung, le busca a su valor las coartadas del desván. Allí ratas y ratones pueden alborotar a gusto.
Si aparece el señor, volverán silenciosos a su escondite. En el sótano se mueven seres más lentos, menos vivos, más misteriosos. En el desván los miedos se  “racionalizan” más fácilmente; en el sótano, incluso para los valientes, la racionalización es menos rápida y menos clara, no es nunca DEFINITVA. En el desván la experiencia del día puede siempre borrar los miedos de la noche. En el sótano las tinieblas subsisten noche y día. Incluso con su palmatoria en la mano, el hombre ve en el sótano cómo danzan las sombras sobre el negro muro. Reavivamos la primitividad y la especificidad de los miedos. En nuestra civilización, que pone la misma luz en todas partes e instala la electricidad en el sótano, ya no se baja ahí con una vela encendida. PERO EL INCOSNCIENTE NO SE CIVILIZA. ÉL SI TOMA LA VELA PARA BAJAR AL SÓTANO. Leyendo los cuentos de EDGAR ALLAN POE el fenomenólogo y el psicoanalista a una comprenderán su valor de realización. Esos cuentos son miedos infantiles que se realizan. El lector que se “entrega” a su lectura, oirá al gato negro, signo de las faltas no expiadas, maullar detrás de la pared. El soñador de sótanos sabe que los muros son paredes enterradas, paredes de un solo lado, muros que tienen TODA la tierra tras ellos. Y el drama crece y el miedo se exagera. ¿Pero qué cosa es un miedo que deja de exagerar? En esa simpatía de temblor, el fenomenólogo aguza el oído, como escribe el poeta Thoby Marcelin,  “al ras de la locura”. El sótano es entonces locura enterrada, grama emparedado. Los relatos de los sótanos criminales dejan en la memoria huellas imborrables, huellas que no nos gusta acentuar: ¿quién querría releer El barril de amontillado? El drama es aquí demasiado fácil, pero explota los temores naturales, temores que están en la doble naturaleza del hombre y de la casa.