domingo, 27 de noviembre de 2022

Cuento "El abuelo Martín". Del libro "Quién no". Claudia Piñeiro

 

El abuelo Martín

Claudia Piñeiro

 

Pasa a buscar a su hijo a las nueve en punto, como cada sábado. Así lo acordó con Marina cuando se separaron. El niño se le abraza a las piernas en cuanto su madre abre la puerta. Casi sin más palabras que un saludo, ella le da su mochila. Hernán le pide una campera. «No creo que haga falta», dice ella, pero él insiste. No le aclara que llevará a Nicolás fuera de la ciudad, a la casa del abuelo Martín, donde la temperatura siempre es menor en unos grados.

Para qué, ella empezaría con sus recomendaciones: que los caballos pueden patear al chico, que el estanque es peligroso, que no vaya a treparse a ningún árbol. Las mismas recomendaciones que daba cuando estaban casados y que hicieron que Hernán dejara de ir. Ahora que es tarde, se arrepiente. La muerte del abuelo Martín, tres meses atrás, canceló cualquier posibilidad de reparación.

 

Es un día de sol y la ruta está vacía. Hernán pone uno de los cedés

preferidos de Nicolás, pero antes de salir de la ciudad su hijo ya está dormido.

Siendo así, él prefiere el silencio y dedicarse a pensar en lo que tiene que

hacer, su madre le encargó ocuparse de la venta de la casa. A él no le cayó

bien el encargo; bastante tiene con sus cosas, pero era el candidato natural para la tarea y no pudo negarse. No solo había sido el preferido de su abuelo, sino que además es arquitecto. Qué mejor que un arquitecto para poner a punto una casa que se quiere vender. En la familia se dice que Hernán es arquitecto por el abuelo Martín. Mientras sus hermanos y primos andaban a caballo o se metían en el estanque, él lo acompañaba en las múltiples tareas que le demandaba la casa. El abuelo tenía una empresa constructora y aunque no estudió arquitectura era como si lo hubiera hecho. Incluso mejor, muchas tareas las realizaba con sus propias manos: levantar una pared, pintar un ambiente, reparar los techos. Por el cariño que le tiene y si no fuera tan desastroso el estado de sus finanzas después del divorcio, lejos de venderla, Hernán se quedaría con esa casa.

 

Pasa la tranquera y se alegra de que su madre se haya ocupado al menos

de deshacerse de los animales. Para él queda, además de las reparaciones,

contactar una inmobiliaria, fijar un precio de venta, mandar a hacer una limpieza profunda. Sin embargo, Hernán tiene muy claro qué será lo primero: tirar la pared que su abuelo levantó en medio del living, una pared sin sentido arquitectónico que divide el ambiente en dos e interrumpe el paso. Levantada para tapar un dolor o fijarlo para siempre. Porque en medio de esa pared, frente al sillón preferido de su abuelo, cuelga el retrato de Carmiña Núñez, su abuela, a quien Hernán apenas conoció. Muchas tardes, cuando bajaba el sol, vio a su abuelo sentarse con un vaso de whisky frente a esa pared y admirar el retrato. Una mujer morena, bonita, luciendo un vestido de encaje blanco que tal vez haya sido el que llevó puesto el día de su casamiento. Pasaban los años y el abuelo Martín parecía seguir enamorado de ella, aferrado al recuerdo de su mujer muerta. O eso creía Hernán, hasta que un día se lo comentó a su madre. Ella puso mala cara: «De esa mujer yo no hablo». Entonces se dio cuenta de que casi nadie en la familia mencionaba a su abuela, solo el abuelo Martín que, cuando insinuaban algún enojo, decía: «Todos hablan, pero nadie sabe». Muchos años después se enteró por una prima de que su abuela no estaba muerta sino que se había ido con otro hombre. Nadie supo más de ella, si formó otra familia en alguna parte del mundo, ni siquiera si seguía viva o no. Nadie volvió a mencionarla, excepto el abuelo. Para él ella seguía inmaculada, en su vestido de encaje con el que la contempló tantas tardes, frente a la pared que Hernán se dispone a tirar.

 

A poco de llegar, Nicolás ya se mueve en el lugar como si viviera allí.

«¿Me querés ayudar?», le dice Hernán cuando pasa junto a él con las

herramientas. «No», contesta el niño y se sube a la hamaca que cuelga de un árbol. Él se ríe, le gusta que Nicolás haga lo que tenga ganas. Entra a la casa, deja las herramientas junto a la pared y descuelga el retrato. Lo deja a un costado, ya verá cómo deshacerse de él más tarde. Toma cincel y martillo y empieza a golpear. Se pregunta si Marina, a pesar de haberlo negado, lo habrá dejado por otro, como hizo su abuela. El cincel se clava con facilidad, la pared es hueca. No le sorprende, no debía sostener nada, apenas un cuadro.

Apoya el cincel y golpea otra vez, los ladrillos casi se le desarman en la

mano. Y una vez más. Hasta que el cincel se engancha y queda atrapado.

Hernán tira y la herramienta sale con un pedazo de encaje blanco, sucio,

envejecido. Siente un mareo, como si el aire se hubiera enviciado con algo

más que el polvillo, le cuesta respirar. Se detiene un instante a la espera de no sabe qué. Sus ojos clavados en ese muro a medio demoler. Y de repente, como si ahora sí lo supiera, rompe la pared con los puños, la desarma, va haciendo a un lado los pedazos, hasta que aparece el vestido de su abuela y su esqueleto sostenido por la tela que impidió que se convirtiera en un manojo de huesos. Se le nubla la vista. Busca luz mirando a través de la ventana.

 

Nicolás acaba de saltar de la hamaca y viene hacia la casa.

lunes, 14 de noviembre de 2022

Vino, primero, pura de Juan Ramón Jiménez. Análisis del poema

 Para este lunes festivo, un toque inspirador de poesía 


Vino, primero, pura… de Juan Ramón Jiménez*

Vino, primero, pura,

vestida de inocencia.
Y la amé como un niño.

Luego se fue vistiendo
de no sé qué ropajes.
Y la fui odiando, sin saberlo.

Llegó a ser una reina,
fastuosa de tesoros…
¡Qué iracundia de yel y sin sentido!

…Mas se fue desnudando.
Y yo le sonreía.

Se quedó con la túnica
de su inocencia antigua.
Creí de nuevo en ella.

Y se quitó la túnica,
y apareció desnuda toda…
¡Oh pasión de mi vida, poesía
desnuda, mía para siempre!


*Juan Ramón Jiménez Mantecón.

(Moguer, Huelva, 23 de diciembre de 1881 – San Juan, Puerto Rico, 29 de mayo de 1958). 

Poeta español y premio Nobel de Literatura. Estudia en la Universidad de Sevilla, pero abandona Derecho y Pintura para dedicarse a la literatura influenciado por Rubén Darío y los simbolistas franceses.


Comentario y análisis del poema Vino, primero, pura

 El poema Vino, primero, pura de Juan Ramón Jiménez es una de las obras más conocidas del autor y podemos encontrarla en su obra Eternidades (1917). En este poema podemos observar el redescubrimiento del autor por la poesía y las distintas fases por las que pasó en su relación con la lírica. Para ello, se sirve del recurso de la personificación como una mujer para darle mayor expresión poética y dotar a la propia poesía de cuerpo y atractivo.

La primera estrofa del poema, un terceto, respondería a una primera etapa de enamoramiento del poeta por la poesía. Por esa razón, dice la voz poética que ella (el referente siempre es la poesía) “…vino vestida de inocencia como si fuera una niña”. Recordemos que el primer contacto que tuvo Juan Ramón Jiménez por la poesía fue por una poesía romántica, emotiva, influenciado por la lírica de Gustavo Adolfo Bécquer. Por ello, no es de extrañar que se trate de una poesía más pueril y poco afianzada.

En un segundo momento, la poesía se fue vistiendo y fue cogiendo formas más adultas. Es un momento de incomprensión a la que poco a poco fue odiando por no encontrarle un sentido. Quizás por ese motivo empezó las redacciones en prosas como la de su obra magna Platero y yo (1907-1916).

En un tercer momento, quizás el actual para el autor, la poesía le devolvió la sonrisa y pudo volverla a ver con esa inocencia que la caracterizaba en un primer momento.

Se quedó con la túnica
de su inocencia antigua.
Creí de nuevo en ella.

Ya desde una adultez marcada biológicamente por el autor y una comprensión más intelectual y trascendente que también viene marcada por su trayectoria poética vuelve a hacerla suya.

 

Y se quitó la túnica,
y apareció desnuda toda…
¡Oh pasión de mi vida, poesía
desnuda, mía para siempre!

 Fuente: https://www.espoesia.com/poesia/juan-ramon-jimenez-2/vino-primero-pura/

 

 

miércoles, 9 de noviembre de 2022

Desagravio. Cuento de Ricardo Piglia*. Crítica al cuento por Ariana Zacarías**.

 

Desagravio

 

Mientras los aviones pasaban en formación y vuelo rasante hacia el río, Fabricio recordó haber leído, hacía un momento, en la pizarra de La Prensa, "Hoy, 16 de junio, desagravio a la bandera". Lo asombró la coincidencia. El día de la reconciliación con su mujer se producía ese tumulto en la Plaza de Mayo.

 Elisa lo había abandonado hacía dos meses, pero Fabricio estaba dispuesto a perdonar. Sólo esperaba de ella un gesto de ternura y de arrepentimiento. Y también podía llamar desagravio a lo que estaba por suceder.

 El cielo blanco, con los aviones al fondo, brillaba como una tela mojada. Grupos de manifestantes llegaban en camiones por las calles laterales. No había carteles, no había consignas, sólo la gente que se amontonaba. Igual que ovejas, pensó Fabricio. Negras. Una manifestación de ovejas negras.

 No le importaba la política, las desgracias eran siempre privadas. Si la política es el arte de lo posible, solía decir, entonces toda vida es política. Repitió esa frase, porque le daba cierto sentido personal a los sucesos de los últimos tiempos.

 Una bandera argentina había aparecido quemada en el atrio de la catedral. El presidente Perón acusaba a los activistas de la Acción Católica. Había rumores múltiples de inquietud militar, la Marina estaba en estado de alerta y esos aviones Gloster Meteors podían ser de la Marina. Fabricio tenía sus convicciones y sus propias hipótesis. Las cosas parecían graves, pero no eran graves, sólo eran inconexas. Todos exhibían un horror deliberado y se esmeraban por parecer más escandalizados que los demás, como si prender fuego a un trapo celeste y blanco fuera una catástrofe de consecuencias incalculables.

 Veía todo eso extrañamente ligado a su vida. La misma lógica insensata y destructiva que llenaba las calles había llevado a su mujer a abandonarlo.

 Esperaba encontrarla en el bar de la Recova, en los bajos del edificio del conservatorio donde ella daba clases de violín.

 Lo que más extrañaba era el sonido del violín de Elisa. Formaba parte de su vida en común. Ella se levantaba temprano y antes de ir al conservatorio practicaba sus lecciones. La música llegaba como una bendición desde el fondo de la casa. Ahora, cuando Fabricio abría el negocio de óptica que había heredado de su padre, el silencio le parecía tan desolado y vacío como su propia vida.

 A medida que avanzaba por la Avenida de Mayo veía crecer la multitud. Unos hombres abrigados con bufandas pero con el pecho desnudo bajaban una lata de querosén de un camión estacionado cerca del edificio del Cabildo. Era una especie de tambor redondo y estaba vacío y un hombre alto de pelo colorado con cara de ratón se lo ató a la cintura con una correa y empezó a golpearlo y a gritar consignas contra los curas y los vendepatrias. Usaba un guante de lana en la mano derecha y golpeaba la lata con un caño de plomo.

 Fabricio cruzó entre ellos, con cara de simpatía, como si también él fuera un peronista que iba a la plaza a gritar idioteces y a golpear latas vacías.

 No iban a amendrentarlo. Se sentía protegido. Desde hacía meses andaba armado. Llevaba un revólver en la cintura, calzado en el cinto. Había conseguido el permiso de un juez que era cliente de la óptica.

 Muchas veces había imaginado que un hombre decidido y desesperado —un suicida, un amante abandonado— podía ser capaz de hacer lo que otros no podían hacer. Por ejemplo matar a Perón. Si alguien piensa matarse, entonces puede hacer lo que quiera. Esa idea lo tranquilizaba.

 A veces, en las noches de insomnio que sucedieron a la decisión de Elisa, se veía esperando a Perón en un zaguán. Había visto el dibujo de un atentado contra el zar en una vieja revista uruguaya. Se veía un carruaje y un hombre parado en medio de la calle con el brazo izquierdo extendido y un arma gatillada en la mano. La imagen volvía, como un recuerdo personal. Perón bajaba sonriendo de un auto y Fabricio levantaba el brazo y lo mataba de un tiro. Veía el horror en los ojos de Perón, atrás de su sonrisa simpática. No podía sacarse esa idea de la cabeza. La sangre, la muchedumbre, los gritos.

 Estaba ya frente a la Plaza de Mayo. Cada vez más gente se amontonaba confusamente en las calles laterales, donde los que bajaban de los camiones se habían reunido y empezaban a gritar. Era igual a todos los días pero a la vez era distinto y era extraño, como en un sueño. Los trolebuses y los autos circulaban por las avenidas, los negocios estaban abiertos, los transeúntes cruzaban indiferentes entre los manifestantes enardecidos.

 Primero la queman y después le hacen desagravios, pensó Fabricio, y buscó los aviones en el aire helado.

 Tenía que llegar al Bajo, a Paseo Colón. Elisa salía del conservatorio todos los días a la misma hora y se sentaba en el barcito de la Recova a tomar un café con leche. La había vigilado semanas enteras. La conocía bien.

 ¿La conocía bien? Lo había dejado, de un día para otro, sin explicarle la razón, sin pedirle nada. Le dijo que había decidido vivir cada día de su vida como si fuera el último. Qué quería decir eso, Fabricio no lo entendía. Sólo entendía que había chocado contra una plancha de metal desde la tarde en la que volvió a su casa y encontró a su mujer vestida para salir. Ya tenía la valija preparada.

 Los celos lo estaban volviendo loco. La veía con otros hombres, oía voces, estaba alucinado. El esfuerzo de apartar a esa mujer de su mente lo había reducido a un estado mental imposible de describir.

 Desagravio, le gustaba esa palabra. Pero Elisa no sabía que ése era el día elegido. No sabía que él iba a buscarla para llevarla de vuelta a casa. Había preparado todo con tanto cuidado que no podía volver atrás ni cambiar el plan y se imaginaba los hechos con precisión, la cena con champagne, el dormitorio, la noche cuyo final era el perdón.

 No había buscado un día especial. Sencillamente había decidido que ése era el día y se había encontrado con ese tumulto en la Plaza. Sólo temía que su mujer cambiara los hábitos ante la posibilidad de disturbios. Pero la vio salir del café de la Recova, como había imaginado que la vería, bella y elegante con el traje sastre que él le había ayudado a elegir.

 Elisa estaba en la esquina. Parecía querer cruzar, alejarse de la plaza, tomar el subte. Llevaba el pelo rubio, recogido con sencillez, y se movía con elegancia y sensualidad. Fabricio se preguntó por qué se sentía tan agitado al verla, no podía respirar, le latía el corazón. Lo deprimía que la simple proximidad de Elisa destruyera de tal modo su valor. No era valor lo que precisaba, sino habilidad para convencerla.

 En ese momento los aviones se acercaron otra vez a la plaza desde el fondo del río. La multitud se movió nerviosamente cuando los aviones cruzaron a media altura y giraron para acercarse desde el fondo. Hubo gritos. Corridas.

 Fabricio comprendió que el azar estaba de su lado. Iba a decirle que pasaba por ahí, sólo quería llevársela con él, alejarla del peligro.

 Cruzó entre la gente y caminó rápidamente hacia ella. Elisa parecía mirarlo pero no lo vio, atenta a los extraños movimientos de los aviones que sobrevolaban la plaza mientras la multitud se movía en círculos.

 Fabricio ya estaba junto a ella. Era más bajo, macizo y parecía feliz. Elisa tuvo un gesto de sorpresa y de contrariedad. Se dio vuelta para escapar. Y la tomó del brazo.

—Soltame, ¿qué hacés? -dijo ella.

 —Te vine a buscar.

—Pero no ves el lío que hay.

—Por eso, quiero que vengas conmigo.

—Estás loco. Yo con vos no quiero saber nada.

—No mientas —dijo Fabricio—. Todo va a ser igual que antes. Yo ya te perdoné. Ella lo miró con una sonrisa rara.

—Pero qué decís, sonsito. Ni muerta vuelvo con vos. La vulgaridad lo sorprendió. Le habló como si él fuera un chico.

 Después ella se movió para irse. Fabricio la sostuvo fuerte del brazo, por encima del codo. Sentía la tela áspera del traje de tweed. Y entonces, en ese momento, los aviones empezaron a bombardear la plaza. Caían en picada y volvían a levantar y caían otra vez hacia la ciudad, rozando la Casa de Gobierno, ametrallando las calles.

 Una explosión extraña, sorda, se oyó en el borde de la Recova y el trole se quebró al recibir la bomba. La gente caía una sobre otra; se los veía por la ventanilla moverse y agitarse, lejanos, como suspendidos en el aire sucio. Los asientos vacíos arrancados. Una mujer abría y cerraba los brazos, gritaba, en silencio, del otro lado del vidrio.

 Todo sucedió en un instante. Elisa retrocedió, Fabricio no la soltó. La gente corría, el ruido era intermitente. Estaban sobre Paseo Colón, a resguardo. La arrastró hacia la Recova. El humo y los escombros ensombrecían el cielo. De golpe empezaron a sonar las sirenas de alarma. Recién en ese momento Fabricio supo lo que había venido a hacer.

 —Tranquila —dijo, y sacó el arma. Ella lo miró, sorprendida.

 —No —dijo. Y se santiguó.

 Se oyó un ruido seco, como el de una rama que se parte. El estruendo se perdió en los sonidos de la ciudad en llamas.

 Había humo en las calles, escombros, autos incendiados. Elisa estaba tirada sobre la vereda. Tenía los ojos abiertos y en los ojos persistía una expresión de asombro y de ironía. Fabricio la empujó con el pie y se guardó el revólver en la cintura.

 —El subte no debe funcionar —dijo. 

Ricardo Piglia


*Ricardo Emilio Piglia Renzi (1941- 2017) conocido como Ricardo Piglia, fue un escritor, crítico literario y guionista argentino.

En los años sesenta, estudió Historia en la Universidad Nacional de La Plata, ciudad donde vivió hasta 1965. Después de ello trabajó durante una década en editoriales de Buenos Aires.

Escribió sobre su propia escritura (que está ligada a la crítica). Por quince de años fue profesor universidades como Harvard y Princeton. En diciembre de 2011 regresó a Buenos Aires y comenzó a escribir, con elementos autobiográficos, la novela El camino de Ida, que publicó en 2013. Falleció el 6 de enero de 2017, a los 75 años de edad.


**

“Desagravio”, cuento escrito por Ricardo Piglia, está dedicado a José Sazbón, intelectual nacido en La Plata en 1937, que se interesó por difundir el pensamiento marxista. Murió el 16 de septiembre de 2008 en Buenos Aires.

     En el cuento el narrador omnisciente le presenta al lector un suceso que se lleva a cabo en un día, pero el discurso del cuento es más extenso. Son dos meses que entran en la narración gracias a que el personaje principal tiene un recuerdo. Es decir, el primer tiempo con el que se enfrenta el lector, específicamente el primer párrafo da paso al segundo: el pasado cercano, analepsis. Parámetro de tiempo que va desde el día en que la esposa de este personaje lo dejó hasta aquél donde inicia el relato: 16 de junio; el día del desagravio. El relato tiene una estructura completamente circular, pues casi al final de éste el narrador dice: Recién en ese momento Fabricio supo lo que había venido a hacer. Ese momento se refiere al que se menciona en la primera línea del cuento, Mientras los aviones pasaban en formación y vuelo rasante hacia el río. En los dos casos, el instante al que se alude es el detonante de los sucesos que se conectan.

     Existe un paralelismo entre ellos, uno ocurre de manera global, ayuda a comprender el contexto sociopolítico, es decir: la masacre de la plaza de mayo, la venganza o reprimenda hacia aquellos que habían agravado a la bandera de Argentina, y el suceso principal: el darle muerte a su esposa por el agravio de abandonarlo. Sin embargo, esta conexión es incidental, pues el personaje no es partidario de la política, ni siquiera está interesado en ésta. Pero desarrolla la siguiente reflexión: si la política es el arte de lo posible, entonces toda vida es política, de ese modo obtiene la justificación perfecta para su actuar. Que, posteriormente, se ve en crecimiento gracias a una idea recurrente producto del bombardeo informativo y de la tensión en el país, el subconsciente del hombre trasladado a la realidad, en donde él: Veía el horror en los ojos de Perón, atrás de su sonrisa simpática, después de matarlo de un tiro. Ese destello de fatalismo es el motivo extraordinario que alienta al personaje. Pues aquí el hombre se encuentra cerca del delirio, lo siguiente en el cuento no es más que la materialización de la conexión entre la imagen amada de la esposa y del líder político: éste al morir tiene una sonrisa simpática; ella, cuando fue abordada por él, lo miró con una sonrisa rara. Y al morir dice el narrador: tenía una expresión de asombro y de ironía.

Redacción: Ariana Zacarías
Colaboradora de la Revista:  Fatum: El Andar De Las Letras

 

Tips para escribir mejor. Capítulo IV teoría. # 6. Frases nominales, sintagmas, perífrasis

 

6.  Oraciones sin verbo o frases nominales

 

 

Los mensajes con que nos comunicamos constituyen enunciados que pueden ser más o menos extensos, pero siempre están asociados con una entonación enunciativa, interrogativa o exclamativa. Se diferencian unos de otros por su modalidad entonativa y también por su constitución interna: unos organizan todas sus palabras entorno a un verbo en forma personal (El gato persigue al ratón), mientras que otros se caracterizan por la ausencia de verbo (La persecución del gato al ratón). Los primeros son oraciones y los segundos, frases nominales. Algunas gramáticas las denominan oraciones nominales, dado que con ellas expresamos los mismos contenidos que con una oración, solo que se prescinde del verbo porque el contexto es suficiente para su correcta interpretación.

 

En algunas se sobreentiende el verbo que se halla explícito en la oración precedente. Uno de los contextos que más favorece su utilización es el diálogo y las formas de cortesía:

- ¿Qué buscas? –El arca perdida.

- ¿Las frutas? –Ahí.

- ¿Cómo tiene la casa? –Ordenada.

- Ya llegó mamá. – ¿Cuándo?

- Le presento a mi hija. –Encantado.

- Yo la quiero mucho. –Yo no.

 

En otros casos expresan lo mismo que las oraciones imperativas:

¡A correr! (= corred)

No pasar (= no se puede pasar)

Tranquilos (= estad tranquilos)

 

También se emplean en cualquier enunciado, tanto en el propio discurso como en el del interlocutor, para completarlo o ratificarlo:

Mi madre me defiende siempre. Bueno, mi madre y mi padre.

Ahora mismo necesito ayuda. Tú y todos nosotros.

 

Una forma particular de oración nominal la constituyen ciertos refranes o sentencias:

Zapatero a tus zapatos.

A otro perro con ese hueso.

A río revuelto, ganancia de pescadores.

 

Carácter distinto tienen las secuencias de tipo designativo constituidas por sustantivos, adjetivos o expresiones adverbiales. Se emplean en los títulos, rótulos, anuncios y recursos semejantes:

Vuelos nacionales.

Grandes rebajas.

Él tan contento, pero yo muy enojada.

Cada día más problemas, ¡qué barbaridad!

 

Sintagma

La oración está estructurada en torno a dos sintagmas: el Sintagma Nominal que realiza la función de sujeto (SN-Sujeto) y el Sintagma Verbal que realiza la función de predicado (SV-Predicado). Un sintagma es un grupo de palabras que se estructura en torno a un núcleo. La Nueva gramática de la lengua española, la Real Academia Española, opta por la denominación de grupo sintáctico.

Los sintagmas son constituyentes sintácticos con una estructura interna articulada que podemos reconocer. Consideraremos primero los sintagmas fundamentales, que son los que articulan en torno a un sustantivo (nombre), un adjetivo, un verbo, una preposición y un adverbio.

Al sintagma se le entiende como una entidad gramatical, no una semántica​ ya que es considerada como una unidad intermedia entre "palabra" y "oración".

Perífrasis

 nombre femenino

1.LINGÜÍSTICA

Expresión de más de una palabra que a menudo puede ser expresada con una sola; especialmente la de ciertas formas verbales.

"perífrasis verbal"

2.LITERATURA

Figura expresiva del lenguaje que consiste en utilizar una construcción de varias palabras para evitar una palabra simple; a menudo se utiliza con fines eufemísticos.

Perífrasis (retórica)

La perífrasis o circunloquio es una figura retórica que consiste en utilizar más palabras de las necesarias para expresar una idea o un concepto.

Su función es evitar una expresión estereotipada o común utilizando palabras que la evocan sin citarla expresamente. La perífrasis pertenece al grupo de las figuras de pensamiento, es una de las figuras oblicuas consistente en designar de forma indirecta un concepto a través de un conjunto de sus características.

Fundamentalmente se trata de dar un rodeo para evitar una expresión estereotipada o común más usual, utilizando para ello varias palabras que la evocan sin citarla de forma expresa. ​

¿Dudas con las tildes de los ponombres interrogativos? Tips # 5

5.   Tilde en «qué», «cuál/es», «quién/es», «cómo», «cuán», «cuánto/a/os/as», «cuándo», «dónde» y «adónde»

 

Las palabras qué, cuál/es, quién/es, cómo, cuán, cuánto/a/os/as, cuándo, dónde y adónde son tónicas y se escriben con tilde diacrítica cuando tienen sentido interrogativo o exclamativo. Estas palabras, por sí solas o precedidas de alguna preposición, introducen oraciones interrogativas o exclamativas directas:

          ¿Qué ha dicho?           
          ¿De quién es esto?

          ¡Con qué seriedad trabaja!
          ¿Con cuál se queda usted?
          ¡Cómo ha crecido este niño!
          ¡Cuán bello es este paisaje!
          ¿Cuántos han venido?
          ¿Hasta cuándo os quedáis?
          ¿Adónde quieres ir?

También introducen oraciones interrogativas o exclamativas indirectas, integradas en otros enunciados:

          Ya verás qué bien lo pasamos.
          Le explicó cuáles eran sus razones.
          No sé quién va a venir.
          No te imaginas cómo ha cambiado todo.
          La nota indica cuándo tienen que volver.
          Voy a preguntar por dónde se va al castillo.

Además, pueden funcionar como sustantivos:

          En este trabajo lo importante no es el qué, sino el cuánto.
          Ahora queda decidir el cómo y el cuándo de la intervención.

Sin embargo, cuando estas mismas palabras funcionan como adverbios o pronombres relativos o, en el caso de algunas de ellas, también como conjunciones, son átonas (salvo el relativo cual, que es tónico cuando va precedido de artículo) y se escriben sin tilde:

          El jefe, que no sabía nada, no supo reaccionar.
          Esta es la razón por la cual no pienso participar.
          Ha visto a quien tú sabes.
          Cuando llegue ella, empezamos.
          ¿Estás buscando un lugar donde dormir?
          No dijo que estuviese en paro.
          ¡Que aproveche!

Aunque los relativos, presenten o no antecedente expreso, son normalmente átonos y se escriben sin tilde, hay casos en que pueden pronunciarse tanto con acento prosódico como sin él. Esta doble posibilidad se da cuando los relativos introducen subordinadas relativas sin antecedente expreso, siempre que el antecedente implícito sea indefinido y tenga carácter inespecífico (una persona, alguien, algo, algún lugar, nadie, nada, etc.). Esto ocurre cuando la oración de relativo sin antecedente depende de verbos como haber, tener, buscar, encontrar, necesitar, etc., que admiten complementos indefinidos de carácter inespecífico. En estos casos es aceptable escribir el relativo tanto con tilde, reflejando la pronunciación tónica, como sin ella, representando la pronunciación átona:

          El problema es que no hay con qué/que alimentar a tanta gente.
          Ya ha encontrado quién/quien le quiera y no necesita nada más.
          Buscó dónde/donde sentarse, pero no había asientos libres.
          No tenía cómo/como defenderse de las acusaciones.

ADVERBIOS en español. Tips # 4

 

4. Adverbios

Un adverbio es una parte de la oración que complementa a un verbo, un adjetivo, otros adverbios e incluso oraciones. Los adverbios expresan circunstancias, como pueden ser modo, lugar, tiempo, cantidad, afirmación, duda, etc., respondiendo a preguntas como ¿cuándo?, ¿dónde?, ¿cómo?, ¿de qué manera?, entre otras. Esta función es llamada función adverbial, y puede ser llevada a cabo por palabras aisladas (adverbios) o por grupos de dos o más palabras (locuciones adverbiales).

 

Clases de adverbios en español

Los adverbios en español se clasifican en base a dos criterios:

1) Adverbios circunstanciales. Son aquellos que expresan la circunstancia específica en la que acontece la acción del verbo de la oración. Pueden ser:

·         Adverbios de lugar. Plantean una relación espacial con lo sucedido y responden al interrogante ¿dónde? Por ejemplo: aquí, allí, ahí, allá, acá, arriba, abajo, cerca, lejos, junto, detrás, delante, adelante, alrededor, enfrente.

·         Adverbios de tiempo. Plantean la información temporal del hecho y responden al interrogante ¿cuándo? Por ejemplo: ahora, mientras, antes, después, pronto, luego, tarde, temprano, ayer, hoy, mañana, anoche, siempre, nunca, todavía, aún, prontamente, próximamente.

·         Adverbios de modo. Indican la manera específica en que se ha hecho algo y responden al interrogante ¿cómo? o ¿de qué manera? Por ejemplo: mal, regular, bien, despacio, deprisa, rápido, lentamente, así, mejor, solo, peor y muchas de las palabras terminadas con mente, como estupendamente, fielmente, tremendamente, difícilmente, amablemente.

·         Adverbios de cantidad. Indican la proporción o cantidad de algo y responden al interrogante ¿cuánto? Por ejemplo: más, menos, muy, poco, mucho, bastante, tan, algo, tanto, nada, aproximadamente.

2) Adverbios epistémicos. Son aquellos que apelan al receptor o imprimen un cierto sentido a lo dicho, más vinculado con el emisor que con las circunstancias de lo acontecido. Pueden ser:

·          Adverbios afirmativosExpresan una afirmación o conformidad. Por ejemplo: sí, seguramente, también, cierto, claro, seguro, obvio, efectivamente, ciertamente, claramente.

·         Adverbios negativos. Expresan negación o inconformidad. Por ejemplo: no, nunca, jamás, tampoco, nada.

·         Adverbios de orden. Expresan una secuencia o relación de orden. Por ejemplo: primergo, primeramente, últimamente, posteriormente.

·         Adverbios dubitativos. Expresan duda o reserva frente a lo dicho. Por ejemplo: quizá, acaso, probablemente, tal vez, puede ser, a lo mejor.

·         Adverbios exclamativos. Se usan para interrogar o exclamar en una oración y suelen acentuarse, vayan o no acompañados de signos de exclamación o interrogación (¡!, ¿?). Por ejemplo: cuándo, cómo, por qué, dónde.

Fuente: https://concepto.de/adverbio/#ixzz7jykeojgp

Algunas locuciones adverbiales

 En un santiamén --> Muy rápido.

En un abrir y cerrar de ojos --> Rapidísimo.

A mata caballo --> Rapidísimo.

Sin ton ni son --> Sin motivo.

A trancas y barrancas --> Obligadamente.

Arreando que es gerundio --> Deprisa.

A lo mejor --> Quizás.

A tontas y a locas --> Sin pensar.

A la buena de Dios.

A pies juntillas.

Tal vez --> Quizás.

Por supuesto --> Sí.

Sin más ni más --> Sin más dilación.

A ojo de buen cubero.

Mano sobre mano.

De tal palo tal astilla --> De tal padre tal hijo.

Lo que Dios quiera.

A todo chancho.

Con las manos en la masa --> Infraganti.

En absoluto --> No.

Al amanecer.-->despertarse

A bayoneta.

A beneficio de inventario.

A lo bestia --> De forma bruta.

Por último.

A continuación --> Lo siguiente.

Repasemos las preposiciones de nuestra lengua. Tips # 3

 

3.  PREPOSICIONES EN ESPAÑOL

 a, ante, bajo, cabe, con, contra, de, desde, durante, en, entre, hacia, hasta, mediante, para, por, según, sin, so, sobre, tras, versus y vía; algunas de ellas, en la actualidad, han entrado en desuso: cabe y so

 1. A:

·      Dirección o punto de llegada: Vamos a Madrid.

·      Lugar: La librería está a dos calles de aquí.

·      Modo: No se debe conducir a lo loco.

·      Tiempo: Quedamos a las siete de la tarde.

2. ANTE: significa "delante de" o "en presencia de". El padrino felicitó a los novio ante los invitados.

3. BAJO: señala dependencia o subordinación ante algo: El perro está bajo tu responsabilidad.

4. CON:

·      Compañía: Mis primos vinieron conmigo a la cena.

·      Unión o añadido: Quiero un café con leche.

·      Instrumento: No se come con las manos sucias.

·      Forma de hacer algo: Coge el jarrón con mucho cuidado.

5. CONTRA: indica oposición frente a algo: El domingo jugamos contra los campeones de la liga.

6. DE:

·      Material: Mi chaqueta es de cuero.

·      Parentesco: El padre de Antonio.

·      Posesión o pertenencia: Este libro es de mi mejor amigo.

·      Origen o punto de partida: Soy de Valencia.

·      Tema: Cine de ciencia ficción.

·      Tiempo: Son las 12 de la mañana.

7. DESDE:

·      Comienzo de algo limitado en el tiempo: El bar está abierto desde las 21 horas.

·      Comienzo de algo limitado en el lugar: Desde mi casa a la tuya tardo 5 minutos.

8. EN:

·      Medio de transporte: En bicicleta.

·      Modo: Las clases se imparten en inglés.

·      Lugar: Nos vemos en la plaza.

·      Tiempo: Estamos en Octubre.

9. ENTRE: señala que algo tiene lugar en medio de dos cosas o personas: Mi casa está entre el parque y el ayuntamiento.

10. HACIA: indica dirección: El camino hacia el éxito es duro.

11. HASTA:

·      Acción: Seguiré estudiando inglés hasta hablarlo perfectamente.

·      Número: En mi casa caben hasta 20 personas.

·      Lugar: Para comprar pan tienes que ir hasta el supermercado.

·      Tiempo: La reunión no termina hasta las 13 horas.

12. DURANTE: en su origen no formaba parte de las preposiciones sino que se trataba de un participio verbal del verbo "durar". Sin embargo, hoy en día funciona con valor preposicional, por lo que ha pasado a formar parte de la lista de preposiciones: No se puede hablar durante el examen.

13. MEDIANTE: al igual que la anterior, este término era en un principio el participio verbal presente del verbo "mediar" que se ha convertido en una preposición, modificando así la categoría morfológica: Resolvió el enigma mediante pistas.

14. PARA:

·      Dirección: Para ir a la facultad tengo que coger el bus.

·      Finalidad: Este regalo es para ti.

·      Objetivo: Para comer sano hay que comprar ingredientes naturales.

·      Tiempo: ¿Me prestas tu vestido para la cena?

15. POR:

·      Causa: Brindemos por los novios.

·      Medio de comunicación: Tengo que enviar la carta por correo electrónico.

·      Lugar: Voy andando por la calle San Fernando.

·      Modo: Si no lo consigo por las buenas, lo intentaré por las malas.

·      Motivo: Hemos organizado la fiesta por ti.

·      Periodicidad: Voy al gimnasio tres veces por semana.

·      Precio: He comprado una chaqueta por 50 euros.

16. PRO: significa "en defensa de": Ley pro independencia.

17. SEGÚN: establece las relaciones entre distintas cosas: Según las normas del juego no se puede hacer trampas.

18. SIN: señala que una cosa no tiene otra: El médico me recomendó comer pan sin sal.

19. SO: significa "a pesar de" o "bajo": So pena de muerte, el reo se declaró inocente.

20. SOBRE:

·      Lugar: El pantalón está en el armario.

·      Tema: La conferencia es sobre los beneficios de una dieta sana.

21. TRAS: ordenada una secuencia de hechos o cosas detrás de otra: El perro estuvo tras el gato todo el día.

22. VERSUS: de origen latino, esta preposición significaba "hacia". Recientemente ha sido incorporada a la lista de preposiciones del español con el valor de "contra" o "frente a": Madrid versus Barça.

23. VÍA: esta preposición procede de un sustantivo y quiere decir "a través de" o "pasando por": Te envío toda la información vía internet. Según la Nueva Gramática de la Lengua Española (ed. de 2009), si la preposición "vía" va antepuesta a un adjetivo, esta tiene que ir precedida de "por": Contactó conmigo por vía telefónica.