A propósito de la anterior publicación “Soneto del Retorno” de Mario Villegas Galarza" , un paralelo literario con otros grandes poetas que también trataron la ausencia, la espera y el retorno:
• Quevedo y Neruda: la ausencia definitiva, marcada por la muerte o el amor perdido.
• Garcilaso y Machado: la fugacidad del tiempo y la huella que deja la partida.
• Villegas Galarza: introduce una variación original: la espera del que se queda también es un viaje, un peregrinaje interior, que a veces duele tanto como el partir.
Quevedo: la ausencia como llaga perpetua
Francisco de Quevedo en su famoso soneto “Cerrar podrá mis ojos la postrera / sombra que me llevare el blanco día…” convierte la ausencia en algo eterno: aun después de la muerte, el amor sigue vivo.
• En Quevedo, la ausencia es definitiva (la muerte).
• En Villegas, la ausencia es transitoria, pero dolorosa: existe la esperanza de retorno.
• Ambos coinciden en que el tiempo deja huellas visibles (“larga huella de este lloro ausente” vs. “polvo serán, mas polvo enamorado”).
Garcilaso de la Vega: la espera como dolor dulce
Garcilaso en su soneto “En tanto que de rosa y azucena…” mira el paso del tiempo en el rostro humano. La nostalgia por lo que se va es el motor de su poesía.
• Garcilaso contempla la juventud que parte y no vuelve.
• Villegas contempla a las personas que parten, esperando su regreso.
En ambos, la mirada es símbolo del tiempo vivido: los ojos reflejan tanto la belleza perdida (Garcilaso) como la tristeza de la espera (Villegas).
Antonio Machado: la añoranza de los que se fueron
En “Campos de Castilla”, Machado evoca a los que se marchan o han muerto, caminantes que dejan huellas en el sendero.
• Machado: “Caminante, no hay camino, se hace camino al andar.”
• Villegas: “Vosotros que tomásteis el camino / o yo que me quedé, solo, esperando.”
Ambos ponen en tensión el que camina vs. el que queda, pero Villegas acentúa el dilema: ¿quién vive más peregrinación, el que se va o el que espera?
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