domingo, 19 de mayo de 2024

¿Qué tal unos buenos textos sobre la angustia personal, la otredad o la duplicación subjetiva?

 Tomados de material temático Máster en Escritura Creativa - UNIR


 

LO FATAL

Dichoso el árbol, que es apenas sensitivo,

y más la piedra dura porque esa ya no siente,

pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,

ni mayor pesadumbre que la vida consciente.

Ser, y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,

y el temor de haber sido y un futuro terror…

Y el espanto seguro de estar mañana muerto,

y sufrir por la vida y por la sombra y por

lo que no conocemos y apenas sospechamos,

y la carne que tienta con sus frescos racimos,

y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,

¡y no saber a dónde vamos,

ni de dónde venimos!…

Rubén Darío


 

 NADIE

 Me asomo hasta tu hondura, centro y brocal

de pozo sin respuesta,

con el recurso azul que va enseñándome

a hablarle a tu silencio. De qué me sirve ser

tu persona interpuesta aunque sepa entre quiénes,

con este modo hecho a tener hambre tuya,

alta ausencia que así me desamparas

sin que ya ni siquiera quieras llamarme nadie.

María Victoria Atencia


 

EL EXTRANJERILLO

Mirar y desaparecer tras la mirada vacía

disolverse, verse reflejado en la propia disolución,

sentirse fuera de lugar, extranjero en propia casa,

irse incluso de uno mismo, dejar de ser, dejarse,

abandonarse, perderse como en la distancia,

se pierde el deportado, ser una pérdida, una fuga,

alma o pájaro de luz, palabra arrastrada por el viento,

aire confundido en el aire, ser ya nadie entre todos,

ser ya nada para volver entonces a serlo todo.

Alfredo Saldaña



EL OTRO

Cuando se disipó el vaho, vio que el espejo reproducía en detalle el 

baño donde él estaba, aunque lo que reflejaba era otro baño. Vio la 

imagen de un hombre desnudo que se le parecía en todo, pero no 

era su imagen. Vio que la extrañeza en la cara del espejo era idéntica 

a la suya, aunque no era su extrañeza. Y cuando aterrado abrió la 

boca para gritar, vio que al otro le faltaban dos incisivos con los que 

él efectivamente contaba.

—¡Ah! ¿Con que esas teníamos? —murmuró.

Y recuperó la calma.

Raúl Brasca

 

 

HERMANOS

Qué oscuridad debajo de ese sueño. Puedo oler el sudor de mi 

hermano y oír su placidez desesperante. Pero no alcanzo a verlo. 

Hoy no ha hecho nada para ganarse el sueño. Tampoco lo hizo ayer. 

Vive de gracia, sin pensar, contento. Se despierta feliz, se levanta 

para asearse y aseado llega el primero a la mesa. Desayuna sin 

penas, sin dudas, sin angustias. Su tostada es hermosa y la muerde 

con gusto y la mastica con un placer surgido de la calma. Yo apenas 

he dormido, me he levantado hastiado, he comido sin hambre y ya 

tengo encima el horror de otro día nacido para nada.

José María Micó

 

 

 

 

 


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