jueves, 14 de diciembre de 2023

CONCIERTO PARA AMADEO. Cuento seleccionado por Casa Creativa en su edición Cuentos cortos para esperas largas, 2023

 

Concierto para Amadeo

 Martha Lucía Londoño Carvajal*


 

La música me ponía en un estado de

entumecimiento muy agradable, un poco singular.

Parecía como si todo se inmovilizara,

salvo el latir de las arterias; como si la vida

hubiera huido de mi cuerpo y fuera muy bueno estar tan cansado.

Marguerite Yourcenar, Alexis o el Tratado del inútil combate

Violines, chelos y contrabajos de la Orquesta de Cámara interpretan “Las cuatro estaciones” del compositor italiano Antonio Vivaldi. Amadeo lee el programa de mano mientras camina hasta la segunda fila, cerca del escenario. Deja la gabardina de invierno en la silla del lado y se sienta en la que está junto al pasillo. Quedan pocos puestos vacíos. Saca el celular, mira el reloj, faltan unos minutos para las siete y Jota aún no llega. La sala se oscurece.

En el allegro del inicio las notas agudas de los instrumentos de cuerda penetran los oídos de Amadeo. Cierra los ojos, se deja llevar por la melodía, su cuerpo vibra. Lleva el compás con movimientos ligeros de los pies mientras imita con las manos al director de la orquesta. Fija la mirada en los violines, imagina los arcos rompiendo las cuerdas, alterando la obra musical. Piensa en su vida mientras mira el escenario. El pelo corto de la solista lo distrae.

Ve reflejada, en esa mujer, su cara de niño lindo: pelo dorado, nariz respingada, mirada de hielo. Los niños se burlaban: Eres una de esas… él se tapaba los oídos, prometía desquitarse. Aturdido revive la voz grave de su padre: Te enseñaré a ser como yo... Amadeo sacude la cabeza. Recoge la gabardina, la acerca a su nariz… la loción de Jota, percibe la caricia distante de la tela impermeable. Pasan por su mente imágenes de los treinta y tantos años viviendo juntos.

Siente el golpe de los arcos contra las cuerdas de la viola. Esa palabra estremece su cuerpo, no supo defenderse del hombre que desnudó su inocencia. Escucha el violín que toca la solista. En medio del silencio de la sala, busca el celular, escribe un mensaje a Jota inspirado en las notas tristes de los instrumentos de viento. La orquesta anuncia tormenta. Los violines imitan el sonido del trueno, aceleran los arcos que relampaguean para indicar el final de la primavera. Piensa en los cosméticos de la mamá. Amadeo desfilaba frente al espejo con falda corta, blusa de seda bordada con lentejuelas, zapatos de tacón alto. Una sonrisa iluminaba su cara, creía que, tal vez, esa era la felicidad.

La temperatura sube con los acordes de la música. Percibe esa sensación de pesadez, de aturdimiento que se siente en verano. La orquesta en pleno presagia el fin del movimiento.

El celular timbra, la gente mira, hace gestos de reproche. Amadeo se levanta, va hasta el vestíbulo, sus dedos bailotean mientras devuelve la llamada. Buzón de mensajes. Desesperado envía un audio con la voz de intimidad que le despierta la música. Jota no responde. Amadeo apaga el celular y regresa a la sala con la cabeza agachada. En el

IX Concurso Cuentos cortos para esperas largas

movimiento rápido de los violines escucha el gemido del viento cuando sacude las nubes, cuando atrae la lluvia, cuando aleja las pasiones.

Al final del concierto, recoge la gabardina, la pone sobre los hombros y sale a la calle. Su nariz se resiente: la ciudad exhala un vapor de niebla, oculta la gente, los edificios se esfuman, las luces ensombrecen los árboles de la avenida. Amadeo envuelve la bufanda en el cuello y se pone los guantes de cuero. Si Jota respondiera el mensaje… tomaríamos unas copas, baile, tangos, otra noche de placer, comezón en el cuerpo, piensa agitado. No, no, Jota no me dejaría sentir el frío del invierno, se dice mientras camina.

Los taxis pasan llenos, ninguno para. Son las nueve, la noche avanza. Las luces de los relámpagos titilan en la montaña mientras el horizonte se pierde en la penumbra. Amadeo vaga por las calles al ritmo de la tormenta.


*Martha Lucía Londoño Carvajal

Arquitecta manizaleña, constructora de mitos, sueños, utopías. Proyecta la luz y la sombra de la imaginación con trazos de realidad.

Hace parte del taller Vecinas del Cuento, Manizales.

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