Primera Antología
Vecinas del Cuento
es un proyecto ganador del
Programa de
Estímulos para Proyectos
Culturales y Artísticos 2025
de la Secretaría de Cultura y
Civismo de la Alcaldía de Manizales.
Reúne historias de diferentes
temas con el toque personal de cada autora
para narrarlas.
Las mujeres integrantes del grupo "Vecinas del cuento", después
de su retiro laboral como profesionales en diversas disciplinas, y con su
pasión por la literatura, encuentran en la narrativa una manera de aportarle a
la sociedad y a la cultura del país.
"Vecinas del cuento": experiencia que invita a otras personas de
la ciudad de Manizales y del país a organizarse y emprender proyectos
artísticos y culturales después del retiro laboral.
Leer y escribir, un gozo eterno
Por Alejandra Jaramillo Morales, escritora
En el año 2021 recibí una llamada de Las vecinas
del cuento. Lo primero que imaginé fue que me llamaban de un club de lectura,
un grupo más de mujeres o de personas que se reúnen a leer literatura. Me
emocioné, porque en los últimos años he presenciado, en múltiples visitas, esos
encuentros de lectores y lectoras que mantienen la vitalidad de la literatura
en la cultura colombiana. Al inicio me encontré con muchos clubes de mujeres
pensionadas, pero con el tiempo los clubes siguen pululando y ahora hay de
múltiples lugares, de diversos grupos etarios y que leen una gran diversidad de
géneros y corrientes literarias. Leer en Colombia se ha convertido en un acto
colectivo, una actividad que une y permite la aparición de preguntas y sentires
fundamentales para la vida.
Sin embargo, la invitación no era a conversar
sobre la lectura de un libro, Las vecinas del cuento no eran solo un magnífico
grupo de lectoras, eran un taller de escritura. Eran un grupo de mujeres
pensionadas, que entre diversas actividades posibles escogieron el placer de
leer y escribir y que buscaron el apoyo de la Red Relata del Ministerio de
Cultura para consolidarse como taller en la ciudad de Manizales. Encontrarme
con estas mujeres me alegró mucho, y aunque las políticas sociales para las
mujeres pensionadas siguen quedándose cortas, al no considerar alternativas a la
simple atención en salud, saber que ellas habían encontrado el camino de la
lectura y la escritura, que siempre van juntas, me emocionó.
Desde su fundación, este colectivo ha desarrollado
un riguroso proceso de formación literaria, participando en talleres de
escritura creativa, clubes de lectura y encuentros con escritores y escritoras
reconocidas. Además, gracias a su participación en la red Relata, han generado
articulación con otros grupos literarios del país y el acceso a programas de
formación con escritores de trayectoria, demostrando su compromiso y
reconocimiento institucional.
Durante varios meses me reuní con ellas, leímos juntas,
conversamos sobre lo que significa escribir ese género mayor que es el cuento,
y las acompañé en la escritura de sus propios textos. De hecho, me alegró, al
leer este libro, que ahora publican algunos de los textos que en ese tiempo
comentamos. Claro está, debo decir, que encontré esos textos conocidos y los
muchos otros que acá se están publicando, muy trabajados, cuidadosamente
corregidos y bien logrados.
Esta antología muestra el talento literario de
estas mujeres, quienes han sido reconocidas en concursos nacionales e
internacionales y han publicado sus obras en diversas antologías. Encontramos
en estas historias una diversidad de temas y formas de narrar. Cristina Botero
Calderón explora formas de la locura y las alucinaciones, una infancia llena de
olvidos, los abusos en el matrimonio y el vicio por el juego y nos recuerda el
estruendoso final de los seres que fueron arrastrados por la avalancha de Armero;
María Elena Jiménez narra los devenires del amor de pareja y las culpas que se
enmarañan en esos amores, plantea la ambigüedad entre la responsabilidad y la
culpa en el amor a la madre y culmina con el fantasma de la brutalidad creada
por los negocios sucios y la sanción por la infidelidad; Martha Lucía Londoño
Carvajal nos lleva a vivir la ansiedad y así mismo nos lanza a un universo
futurista, místico, indígena de nanochips que pueden producir interconexión
neuronal para hacernos posible vivir las emociones y los pensamientos de otros
seres. ¿Podremos así recuperar memorias perdidas? Oímos también en sus cuentos Las
cuatro estaciones de Vivaldi marcando el mundo interno de los personajes, la
música y la vida entrelazadas; Beatriz Elena Santander Mejía transita por la
pandemia, el encierro y la muerte, y en otra dirección explora la duda de si
puede uno amar a un criminal; Luz Adriana Suárez González nos sumerge en la
crianza amorosa que deriva en el vacío, el silencio de un niño y su abuela que
pierden todo en la distancia y en un registro muy diferente nos entrega una
historia mitológica en una vuelta de tuerca; finalmente tenemos a Galu -Olga
Lucía- Jaramillo Ochoa y sus cuentos, una nueva visita a la noche septembrina,
el eco del amor de los héroes, la locura desatándose entre una madre y un hijo
sometidos a acompañarse por siempre, odios familiares, un delicado cuento que
gira sobre una extraña pregunta: ¿Puede cazarse la soledad? Y un juego de
espejos donde la soledad descuella entre la muchedumbre y nos refleja brutales
y abrumados.
Les invito pues a adentrarse en esta lectura, a
disfrutar estos cuentos que son el resultado de un proceso de escritura
juicioso y definitivamente feliz.