Desempolvando
viejos recuerdos. I
De mi vida guardo muchísimos recuerdos, mas los que evoco
con mayor frecuencia son aquellos ocurridos durante los años 60 y 70; en dicha
época, nuestra ciudad de Medellín resplandecía como “La ciudad de la eterna
primavera” -así conocida por sus condiciones climatéricas, envidiables para
cualquier ciudad-; existían grandes bosques de selva virgen, así como
abundantes prados y jardines, ayudándonos con sus aromas y sus flores a disipar
las penas -que nunca nos pueden faltar-; adicionalmente a lo anterior, nuestras
costumbres eran muy sanas, dentro de ellas añoro mucho los bailes de amigos que
armábamos en las casas, en los que hombres y mujeres nos deleitábamos bailando
y bebiendo (sin necesidad de emborracharnos), al son de la música de esos
tiempos, la verdadera música.
Era esa le época en la que yo en la casa escuchaba con
frecuencia los relatos de David Sánchez Juliao, escritor costumbrista,
periodista y diplomático, nativo de Lorica (Córdoba), en especial El Flecha, y
El Pachanga. Me atraía en ellos la forma en la que narraba su propio autor, con
su voz impregnada del puro acento de la costa caribe, en los términos sencillos
propios de la dialéctica popular de dicha región -el español costeño-; gozaba
al oírlos por contener mucho sentido del humor y por la gran energía y emoción
que Sánchez Juliao le imprimía en su propia voz al personaje principal de cada
una de ellos.
En esta ocasión quiero invitarlos a conocer, unos, a
rememorar, otros, El Flecha, una de las obras más conocidas y famosas del
citado escritor. Es un cuento que relata un encuentro casual en un bar de
Lorica, el Tuqui Tuqui, entre Sánchez Juliao y un boxeador, El Flecha. Entablan
allí una amena charla, este último -quien se dirige al escritor como al viejo
Deibi y define a quien se desempeña como escritor, así: "…man que desde la
máquina de escribir es el ampaller del partido de la vida"-, es un hombre
nacido en “…Lorica-saudita (le dicen así por la cantidad de turcos que hay…”,
un loriquero del pueblo, un pobre negro que decía que su vida era como un
partido de beisbol. Desempeñó varios oficios, auto proclamándose como: “el rey
del rebusque”; pero “…quería ser boxeador. Desde que vivía en el barriecito ese
ande todavía vivo, el Kenider, el barrio más bacano de Lorica, porque es el
único con nombre de presidente de los Estados Unidos. Bueno, desde que vivía en
ese barrio en donde a uno como negro no le queda otra alternativa que el ring y
la fama, marica…”. Siempre soñó con llegar a ser un “champion” para darle una
casa a su mamá “como las pirámides de Egipto”. “…el día que me llevaron a
Montería, al Estadio 18 de junio, a la primera pelea fuera de Lorica, pasó lo
que pasó…
Pero mejor dejo aquí estas notas y les reitero la
invitación a leer El Flecha, para que se deleiten con estas y otras ocurrencias
allí relatadas con gran maestría por David Sánchez Juliao. Además, pueden
escuchar dicho cuento en la voz de su propio autor, ya que él fue el primer
escritor del mundo en grabar, en 1975, un audiolibro en un casete.
Hernando Restrepo Díaz. M.D.
EL FLECHA
David Sánchez Juliao
Es la noche del sábado. Vengo del campo. Conduzco mi
jeep WilIys. De repente, recuerdo que tengo que escribir hasta tarde y que se
me han acabado los cigarrillos: ¿dónde conseguirlos? Tal vez en las chazas del
mercado, pero no, ya los chaceros deben de haberse marchado. ¿Frente al Teatro
Colombia? Es muy tarde. La clientela de Marlboro debe de haber entrado ya a ver
la película mexicana de hoy. ¿Frente al Teatro Marta? Tampoco, debe de haber
pasado lo mismo. El Bar Tuqui-Tuqui, ese es el lugar. Allí los venden más
frescos que en ningún otro lado.
Me dirijo hacia allá, parqueo el jeep frente a la
acera, entro, y cuando me acerco al mostrador a decir, "despácherne un
paquete de Marlboro, pero americano", oigo su voz que me llama desde una
mesa:
******
-Erda, mira quién entró ahí: el viejo Deibi, mi
amigo. Viejo Deibi: venga, venga viejo Deibi: choque esos cinco gusanos del
extremo de la extremidad superior derecha, en español: déme la mano.
-Aja, Flecha, ¿qué ha habido?
-Bueno, bien viejo Deibi, siéntese aquí, vea,
siéntese aquí, con este man que no lo defraudará, el Flecha. Este man que vive
en el mundo de Marlboro, ¿sabe como'e? Venga, siéntese, que se lo sugiere su
amigo. Erda, viejo Deibinson, sabe que desde hace rato, mire, lo tengo visté,
echándole el ojo para lanzarle las incidencias del partido de mi vida. Ah,
vaina, pregunte si no aquí en Lorica. Erda, me decía la gente izque, está por
allí, y vaina, cogiendo datos p'a escribir un libro, y yo, ñerda, fildíandolo a
campo abierto todo el tiempo y cház, me cae usted hoy, lo que es la vida, vea,
aquí en el Tuqui-tuqui", de bombito al pitcher.
Erda, vea, yo aquí estoy con este par de manes.
Eche, pero levántense ustedes, no joda, no ven que llegó el man Coco, el man
coco-drilo de la localidad, oígase bien: de la loca-lidad. Porque, nojooda,
aquí en este Lorica sí hay loco, cuadro. Con razón decían el otro día en la
televisión que Lorica no descansa sobre un cementerio indígena sino sobre un
manicomio chibcha, cuadro.
Bien, ¿se mete el traguito, viejo Deibi? Erda.
Métase un traguito aquí con estos manes, vea, que me están poniendo un
canal bien panameño, y que los tengo bebiendo desde las cinco de la tarde, una
botellita de aguardiente que la pago yo, para que ellos beban todo lo que
quieran, me dejen hablar y se callen. Eche, de algo tiene que servirle la plata
al pobre, cuadro. Bueno, pa no hablar más, se los presento, vea viejo Deibi:
este es el Mono Mira. El Mono es el apodo, porque ¿no lo ve? Parece un pato
albino, como blanquiado con cal, ¿ah? Mira es el apellido. Mira: ¡qué apellido!
Y el nombre completo, traducido al inglés, el Mono Mira: quiere decir: in
inglish: The Monkey Look, Y este es Eric Manzur, un turquito ensamblao en
Colombia, porque es hijo de un árabe que se llama Ben-Jálamela-Mí, pero la mamá
es loriquera. Manzur, óigase bien, Eric Man-Zur, gue quiere decir, "un man
del sur", porque el Líbano, por si no lo sabía, viejo Deibi, queda de
Pasto p'abajo; y este man, para información de ustedes, es un
escritor. Ahora, qué es un escritor, brutos de carajo. Pues, el Real
Diccionario de la Academia de la Lengua lo definió así, escritor: dos puntos:
"man que desde la máquina de escribir es el ampaller del partido de la
vida". Errrda: ¿cómo les quedó el ojo? ¡Tronco'e definición, ah!
Pero, viejo Deibi, en serio, ¿sabe
una vaina? La vida mía es un partido de béisbol, la madre. Y ahora ahí con
usté, en la esquina de la mesa, en la almohadilla de primera, el turquito
Manzur aquí en la segunda, y The Monkey Look en la tercera, le voy a lanzar
pelota parlanchina de la buena. Pero antes de empezar a lanzarIe en firme,
déjeme hacerle aquí a este par de manes unas prácticas de calentamiento para
que sepan cómo fue que usted y yo nos conocimos.
Oigan ignorantes: cuando el Davy Sánchez Juliado era
un man barro, que se la pasaba por aquí por Lorica pasiando el hambre por las
calles, queriendo ser escritor, así peludo y bacano, bueno: para entretener el
estómago se consiguió unas clasesitas de Historia Universal en el Colegio
Superior Departamental de Bachillerato y Carreras Intermedias Lácides C.
Bersal, óigase bien, Colegio Superior Departamental de Bachillerato y Carreras
Intermedias, Lácides C. Bersal (tronco de nombre p'a tres salones, ¿ah?).
Bueno, y el viejo Davy ahí nos dictaba en ese colegio, Historia Universal y
vaina. Erda y nos hablaba de un poco de vainas que, nojoda, no tenían un carajo
que ver con las vainas que le rayan a uno el ojo de tanto miradas todos los
días aquí en Lorica. Nos hablaba izque de Napoleón y su Watergate, de Simón Bolívar
y su azúcar Manuelita Refinada, de la torre Infiel de París, del Museo de la
Ubre, la Universidad de la Vaina' erda, y un poco de vacilones ahí raros. Erda
y nosotros qué carajo; nosotros queríamos ser era pitcher de la Selección
Colombia, porteros del Junior de Barranquilla, guacharaqueros de Alejo Durán,
cantante de los Hermanos Martelo o sparring de Pambelé. Vainas bacan as,
estimulantes y tal. Erda y las vainas que el viejo Davy nos enseñaba no tenían
que ver nada con el swing de uno. Porque, ¿qué tiene que ver la torre Infiel de
París con la Iglesia 'e Lorica, pues? ¿o la Universidad de la Vaina con el
colegio del profesor Simón? Eche, nada. Nada, Natilla. Y el viejo Davy, ahí
fajao en el tablero y vaina, enseñándonos a nosotros esa vaina, eche. Yo lo que
quería ser era boxeador. Bueno, mejor dicho, lo soy, pues, pero ahora no lo
soy. Mejor dicho, lo fui. Bueno, mejor dicho, quiero serIo. Y no te rías,
Monkey Look, nojada, porque si te sigues riendo te suspendo el trago.
-Ajá, viejo Deibi, ¿se mete el otro?
-Espérate, Flecha, no tan seguido, no tan seguido,
calma, calma.
-Bueno bien. Puesí: entonces el viejo Deibi nos enseñaba ahí en ese colegio. Y
una vez le metí una mamada de gallo al viejo Deibi, se acuerda viejo Deibi, con
la vaina de los egipcios. Nojoda, ¿se acuerda? Estaba el viejo Deibi y vaina,
fajado en el tablero, explicándonos a nosotros la vida de los egipcios y tal. Y
en la última fila, estábamos los temibles de la clase: el Salo Jattin, el
Buche'e Pavo, Burrito'e Totumo, el Chicle'e Bomba, René Puche y yo: haciendo
relajo, izque reformando los refranes del español y vaina. Por ejemplo, el
Chicle’bomba, así en voz baja, decía: (sin que el profe lo oyera) "ojos
que no ven", y respondía el Salo: "a la fija es ciego"; decía el
Burrito'e Totuma izque, "cuando el río suena", contestaba yo "se
ahogó una orquesta, marica"; y decía el Buche'e pavo, "indio
comido", y respondía René Puche: "Indio marica". Total que el
viejo Deíbi nos agarró en la jugada. Ñerda y me mandó a mí a salir al tablero a
hablar de los egipcios. Me acuerdo que salí yo caminando así, lentamente, con
caminadito de beisbolista, nalguitapará, como cuando van pal home, y cejitas
alzaítas de detective de película mejicana. y llegué al tablero y me le cuadré
y le digo: "Dígame, viejo Profe", y me dice "bueno, Durango,
hábleme de los egipcios". Y le digo: "Mierda, mi viejo Deibi, ¿los
egipcios?". y me dice "sí, los egipcios". "Bueno, los
egipcios eran unos manes legales, sabe". Y me dice el viejo Deibi:
"¿Y en qué consistía la legalidad egipcia?", y digo yo,
"Bueno, en que esos manes, nojoda, hacían unas pirámides tablúas,
sipotúas, del porte de la house que le voy a hacer yo a mi mother cuando sea
Champion, ¿sabecómo 'e?".
Pero viejo Deibi, yo andaba, así, desorientado,
porque yo lo que quería ser era boxeador, lamadre. Jueputa profesión pa
gustarrne, nojoda, más que la comida. Desde que vivía en el barriecito ese ande
todavía vivo, el Kenider, el barrio más bacano de Lorica, porque es el único
con nombre de presidente de los Estados Unidos. Bueno, desde que vivía ahí, en
ese barrio en donde a uno como negro no le queda otra alternativa que el ring y
la fama, marica. Sí, porque las demás profesiones, usted lo sabe, viejo
Deibinson, son oficios p'a blancos. Lamadre. Bueno, a no ser que usted, nojoda,
como negro se meta a uno de esos oficios en los que hay que rebuscarse como
acompañado de la medallita de la Santísima Trinidad (tres personas
divinas-y-un-solo-Dios-verdadero) Sí, porque yo no sé en este país cómo un
carajo de carpintero, latonero, albañil, jarriador de agua, embolador, vendedor
de Marlboro, minorista'e Kent, carretillero, jarriabulto, portero'e cabaré,
picotero, cabrón de puta vieja, ayudante'e bus, fabricador de jaula, vendedor
de raspao, chasero, escritor (no se empute, viejo Deibi, no se empute, for
please), administrador de un agáchate, mandadero, vendedor de maní,
acordionero, serenatero, fotógrafo'e bautismo, sacristán, voceador de
periódico, vendedor de tinto, llantero, mecánico o empalmador, puede vivir. Lo
que se gana en esos oficios, viejo Deibi, usted lo sabe, ñerda, no da, nojoda,
ni pa' entretener al estómago, pues. Y eso que el estómago es un pelao
chiquito, ahh: tu lo engañas, y vaina, con una colombina, un chupetín, y hasta
el día siguiente, chao.
Ahí en el Kenider vivía yo con mi vieja. ¿Y ella
sabe de qué vivía? De lavarle a los blancos. De ahí, de los calzoncillos sucios
de los mandamás de Lorica, salió mi primer par de guantes. Qué ironía, ¿ahh? Y
con todo eso hay unos cabrones que dicen que el boxeo es una profesión digna.
¡Mandan güevo, ahh! Pero la vieja mía, sabe, viejo Davy, era profesional de dos
vainas: profesional del lavado y profesional de lengua. Oígase eso: de lengua.
Yo creo que la profesión mía de boxeador nació de ver peliar a mi mamá con las
vecinas, la madre. Erda: yo creo que el día que la vieja mía se muera, el gasto
del entierro va a s ser doble. Sí, mano. Un ataúd talla midium para ella y su
cuerpo, y otro king size, para su lengua. ¡Jueputa vieja pa gustarle la pelea!
¿Ahh? Es que es hasta compra pelea. Jooda, llega al como de ver dos viejas
peliando y darle a una cien pesos pa' peliar con la otra. ¡Jodaaa! La madre que
una vez soñé que cuando fuera campeón le iba a regalar dos vainas a mi vieja:
una casa como las pirámides de Egipto y una consulta con un médico peleólogo,
cuadro. Es que esa vieja mía con tal de pelear con la gente es capaz hasta de
buscarle otra interpretación a las palabras. Mire: me acuerdo que una vez,
estaba yo todavía pelao, me demoré jugando trompo en el callejón de las
Miranda, y cuando llegué a la casa me dijo izque: "Adónde estabas tú,
muchacho'e carajo". "Estaba jugando trompo en el callejón de las
Miranda", le dije yo. Errrrrda: y enseguida me esparachinó: "Bueno,
¿y tú qué carajo tienes que ir a jugar trompo en el callejón de las Miranda,
unas viejas cacorras solteronas a las que nadie en Lorica se ha querido
comer?".
Pero eso no es nada, mire: una vez yo llegué a la
casa llorando porque Juana Hicaco me había pegado un cocotazo, y se lo dije a
mi mamá: "Mami: Juana Hicaco me pegó un cocotazo". Enseguida mi vieja
salió a la calle y miró pa' la casa de Juana Hicaco y sin que ella estuviera
por ahí, empezó a gritar para que todo el barrio la oyera: "No jada, Juana
Hicaco, estás jodida, pegándoles cocotazos a los pelaos. Estás igualita a la
China Restrepo, que no hay lanchero, ni chofer, ni embolador, ni acordionero
que no se la haya comío ... ". Erda no se ría, no se ría, eso no es nada.
Oiga esto: Otro día, bueno, hace tiempo ya, había dos viejas en el barrio
.dándose lengua de acera a acera, de pretil a pretil: Tí-ta-tí-ta-ti-ta, Y se
gritaban vainas la una a la otra: "Tú qué vienes a hablá, si tu hijo dijo
que se había ido para Venezuela y se fue para un cabaré de Pereira a
repartírselo a los cachacos"; y la otra le decía: "Y tu, abre el ojo
con tu hijo, que mejor ni te lo digo". "¿Y tú qué hablas?, le gritaba
la otra, si tu marido es abstemio de la ‘guasamalleta’ y tú tienes que abrirle
la puerta a otro, ¿crees que eso no se sabe?". Y la vieja mía, mientras
las dos viejas se daban látigo con la lengua de pretil a pretil, se paseaba por
la calle frente a ellas de ida y de venida, de ida y de venida, esperando la
oportunidad para meterse, tratando de cogerse un boleto en la pelea. Hasta que
una de las viejas, ya desesperada, tuvo que gritarle: "Pero niña Tulia,
tranquila que no es con usté, no es con usté". Ñerda, y la vieja mía se
para y le grita: "Más hijueputa eres tú".
-Bueno, viejo Deibi, va el tercero, Complázcame.
-Bueno, va, pues.
-Bien, me gusta eso. Nojoda, viejo Davy. Pero
imagínese si uno no va a resultar boxeador en un barrio con cipote agresividad.
No joooda, yo creo que yo en otro mundo en el que hubiera nacido blanco, por
ejemplo, y en un barrio donde la gente se hablara con la gente, la madre si no
hubiera estudiado pa' gerente, pues. La madre si no. Pero nacer uno en un
barrio en donde la vieja de uno no se habla con la gente de las cuatro cuadras
a la redonda, eso es una vaina tesa, cuadro, tesa. Nojoda, a la pobre gente de
esos barrios como el Kenider yo no sé qué le dan, cuadro, ni qué le hacen, para
que, no joda, anden siempre emputados contra los de su misma clase. Yo creo
que, la madre, en las Nojoda, porque eso es mucho no gustar la gente de la
gente, cuadro. Eche, y a los blanquitos, que son los entrenadores de la
selección de fútbol de la humanidad, aquí y en La Conchinchina, en el Kenider y
en Cafarnaún, los ves tú todo lo contrario: de cojí-pipidos. Erdaa : no pelean
entre ellos ni pal putas, marica. Porque ellos sí saben que "familia que
roba unida permanece unida". Y cuando medio ven que se les está jodienda
la vaina sacan un pinjiter, un Carter o un Agudelo Villa y listo: se arregló la
vaina. Por eso, mientras tu los ves a ellos brillando hebilla, amazorcaítos
todos los año nuevos en su Club Social, allá en el Centro, el hijueputa barrio
Kenider de nosotros es una corraleja humana, mano.
Y por eso también, después de ese entrenamiento, de ver desde chiquito a la
gente embestirse con la gente, a mí, el salto al ring me quedó pilao. Y más
pilao todavía, pararle bolas al primer entrenador que llegara ofreciéndome tres
chupetines para que fuera a su gimnasio a darle trompás a un saco de arena,
marica. Pero el entrenador ese, el primero que llegó a hablar con mi vieja, le
dijo, y vaina, que yo era un man con futuro en el encordado y tal; que tenía,
sabe, ritmo, sum, buenos brincoteos, defensas chéveres y vaina. La vieja mía al
principio se emputó, se subió, como el AIkaseltzer, pero después del malestar
estomacal, y vaina, chsssh, se bajó, "y cómo lo hace", dijo y vaina.
Ni modo: no pudo impedir que el viejo Flecha le pisara los talones a su
vocación. Así que desde ese día, ahí me tenía usted entrenando en el gimnasio,
y vaina, y viendo peleas de aficionados en la gallera de Lorica, y tal. Ah, e
sosí: que siguiera en el colegio estudiando los egipcios, fue la condición que
puso mi vieja. Yo estaba por esos días, sabe, atravesando la edad esa en que
uno se define -dos puntos-: o le das la cara a la humanidad femenina por
delante o le das la espalda a la humanidad masculina por detrás. La edad del
tibiritábara, sabe, la edad de la situación Brillantina Moroline, de la
campanita, del tres y dos, bases llenas, último inning; la edad del Níágara en
Bicicleta, la edad del to be or not to be. Pero yo decidí ser tuve, sabecomo'é?
Pero lo que son las coincidencias: por esos días yo había terminado mis amores
con "La Pelusa", que era la “María casquitos” más cotizada de
Córdoba; y me había dedicado ya a las pelás. ¿Pero cómo decirle? Viejo Deibi, a
la pelás, así pelás-pelás, animal racional y vaina. No jodaaa, a la semana de
estár entrenando, toda Lorica-saudíta (le dicen así por la cantidad de turcos
que hay ahí), repito, toda Lorica-saudita supo el futuro de mis puños. Erda, se
regó la noticia como verdolaga en playa. Y empecé, y vaina, a caminar por el
pueblo con aguaje de rey y vaina, con caminadito de "yatedigo ",
"de ¿sabecomo é?", mejor dicho, con un caminadito bien verdadero.
Para mejor decir le: caminaba como bailaba. Y a buscarle la pelea a to 'el
mundo, marica. Erdaa: cuando veía a los blanquitos esos de la sociedá, y tal,
que pasaban en sus cic1as con sus pelaítas aliado, me les iba y los empujaba de
maldá. Erdaa: y cuando medio me reviraban , me les cuadraba así con aguaje de
KasiuscIey: ¿Y qué, y qué?! ¿Te vas a meter con el futur-champion? ¡Métete
conmigo para que veas que te pongo la cerca de dedos en el crucifijo de los
mocos! Bueno, cómo sería la vaina que la inspección de policía me multó la
mano, marica. Onde se la pusiera a alguien encima, me mandaban boleta de
captura, cuadro. ¿Qué tal? Erda, por ese tiempo, me saqué un borreguito a lo
Elvis Presley: q.e.p.d , con todo y borrego), erda, y se me dio por fumar
Lucky, cuadro, o Viceroy, eso sí, con Mejora! picadito adentro p'a trabarme en
cine. Nojoda, porque en aquellos tiempos la Guajira estaba en nada, la ‘maricachafa’
no existía,¿ sabecomo é?. Mejor dicho, para resumirle, apenas dejé el colegio
por aquellos tiempos, se me metió la bacanidad en la sangre.
Como al mes de esa vaina la emisora de Lorica metió
un sirenazo pa' anunciar que yo iba a peliar en la gallera con un man de
Cartagena: un man como de dos metros, Pullanube Salcedo, se llamaba. Pero qué
va, cuadro, me lo bajé en el quinto. En el -quin-too, Me gané trecientas
barras, que son mil pesos (porque según el cambio del día, la barra está a tres
pesos, sabe) - La barra es la unidad monetaria de la República Soberana e
Independiente de la Legalidad-o Le llevé trecientas barras, es decir, mil pesos
a la vieja mía. Era la primera vez que la vieja veía tanto billete junto. La
gente en el barrio me prestaba los billetes pa' manosiarlos y me los devolvía.
Total que ahí contenta y tal, la vieja me curó los moretones con parches de
alcanfor y hojitas de toronjil.
-Erda, viejo Deibi, pa' qué le cuento de las peleas
que siguieron, ¿para qué? Si le doy detalles, ahí queda usté frío, tutipley,
pa' to' el día. El caso es que seguí peliando y entrenando, y unas veces me iba
mal y otras bien. Que va, pero me di cuenta de que yo no daba pa' más, cuadro.
No desarrollaba, me entiende, por más que le daba a los sacos de arena. No joda
y me convencí de que yo estaba hecho pa' ganarme las trescientas barras al
cambio del día todos los sábados de la historia en todas las galleras del
mundo; y que no iba a ser campeón mundial ni una mierda, ni le iba a regalar a
mi vieja una casa como las pirámides de Egipto; ni que iba a salir retratado en
la primera página del Espectador abrazando una cipote mona en biquini, y vaina.
Erda, tronco'e desilusión, cuadro. Estuve, nojoda, a punto de samparrme un
raspao de cola con leche y raticida, pa’ suicidarme, mano. Pero qué va: después
de tanto pensado me convencí de que pa' suicidarse también se necesita
entrenamiento.
Por eso, el día que me llevaron a Montería, al
Estadio 18 de Junio, a la primera pelea fuera de Lorica , pasó lo que pasó
Claro, viejo: tenía yo ya el ánimo en las rodillas. Pero, erda, subí al
cuadrilátero brincando y tal, haciéndome el contento. Iba a pelear con el Johnny
González, “la mano de piedra más fuerte de todo Córdoba”. Erda: y ahí pasó lo
que pasó: Me agarró el Johnny en el primero y taaas,un manducaso a la cara y
yo, chás, a la lona; como quien dice: a besarle los pies a Coltejer. Ñerda, y
en el momento en que el referee empezó a contar, uno, dos, tres, cuatro, chás,
se fue la luz en el estadio, marica. Erda, y se hizo un silencio duro, hondo,
crudo, mano. Pero él referee siguió contando en el oscuro: cinco seis, siete y
cuando iba por ocho, chás, llegó la luz de nuevo. Noojooda, me imagino la cara
del referee y la del público, y la del Johnny , marica, cuando encontraron la
lona vacía. Porque, nojoda, yo, cuando llegó la luz, estaba como a cuatro
cuadras del estadio, caminando pa' mi casa, marica. Salí volando, como una
flecha. Siiií: yo a ese man no me le paraba más. Así es, cuadro: yo soy un caso
único en el boxeo de este país: un boxeador al que la gente bautiza el día que
se retira. Desde ese día soy el veloz, "el super-rápido", "el
ultrasónico", "el rompecandao", "el
vuela-más-quel-viento", "the arrow": "El Flecha".
De ahí pa’lante, jodido, mano: chofer de plaza. Un
dueño de taxi me dio un jeep para que lo manejara, un W.V.M. -porque como ahora
hay B.M.W.-, el mío era W.V.M: o sea, un WillysVuelto Mierda. Nojoda, pero al
mes me lo quitó porque yo me la pasaba era jugando al boxeo y dándome pataditas
en las pelotas con los otros choferes de Lorica, y vaina. Erda, hasta que todos
los dueños de carros de Lorica se pusieron de acuerdo pa' no darme ningún jeep a
mí, porque les estaba pervirtiendo el gremio, y vaina. Nojoda, dejé por sécula
seculorum de ser boxeador, mano. No joda, y lo que más me duele es que tanta
película del Che Guevara que vi yo pa' aprendé a boxeá, lamadre. Eche, sí,
porque yo aprendí a boxear fue viendo películas del Che Guevara. Man verraco
ese con la muñeca, mano. Nojoda, ese man sí jalaba trompá. Indio que se le
paraba así en la selva de Méjico, lo cogía, tu, tuc, tuc, tuc: a la lona, mano.
Jooda, ese man, la madre si no tira más puño que Fidel.
-Echeee, no te rías, Monkey Look, la madre si no, pues si te sigues riendo te
suspendo el trago.
-Bueno, viejo Deibi, ¿se mete el otro?
-Bueno, va, pues.
.
-Viejo Deibi: le juro, por mi madrecita y Dios, que
yo más que todo quería ser boxeador, para sacar a mi vieja de ese barrio,
lamadre. Pero qué va, mano, a mí la esperanza también noquió en el quinto..
¿Quiere ver cómo narraría yo, viejo Deibi, una pelea mía con la esperanza? Vea,
vea: "Vemos allá a la esperanza en su esquina, con bata francesa,
zapaticos tenis americanos, pantalonetica con la bandera de los Estados Unidos,
guantes de cuero fino de cabretilla; alimentaba y masajiada por el señor
Presidente de la República; lista la esperanza en su esquina. Y en la otra esquina,
fanáticos del boxeo, Javier Durango, alias el Flecha, con tenis loriqueros de
cuero de abarca, pantaloneta de lona de cama y un guante de catcher en cada
mano; lo masajea y lo alimenta la jodidez de este hijueputa mundo. Listos los
boxeadores en el centro del ríng, Se abrazan, la esperanza y el Flecha. El
referee, que es éste sistema de vainas, se aleja y hace la seña. Los boxeadores
se cuadran en el centro del ríng, y empiezan: Gancho de derecha y swing de
izquierda del Flecha que no llegan a su destino ... Uppercut de izquierda,
upper de derecha, swing de izquierda del Flecha a la cara de la esperanza, pero
nada: es una mole esta esperanza, inamovible, fuerte, invencible. Uppercut de
izquierda y gancho de derecha nuevamente de la esperanza al rostro del Flecha
... el Flecha responde con un jab de izquierda que tampoco llega a tocar a la
esperanza ... Directo de derecha de la esperanza ahora a la cara del Flecha que
retrocede un poco ... Uppercut de izquierda, gancho de derecha, swing de
izquierda de la esperanza ... Vuelven ahora al centro del encordado los
boxeadores, latiendo en la punta de los pies ... Gancho de izquierda, gancho de
derecha de la esperanza ... otro uppercut de izquierda de la esperanza, directo
de derecha de la esperanza ... y se va a la lona, se va a la lona el Flecha,
con un gancho de izquierda y un directo de derecha ... Va por siete, va por
ocho, nueve y dieeezzz .... Knockout fulminante de la esperanza a Javier
Durango, alias el Flecha, knockout fulminante, caballeeeros... ".
-Puesí, hermano, viejo Deibi: la esperanza también
me noquió en el primero, me tiró a la lona, sabe. Y ahí sigue la vieja mía
lavando pa' los blancos y yo aquí: hablándole mierda a usté, y bebiendo pa'
olvidar, cuadro. Pero lo que más me duele sabe qué es, viejo Deibi: que la
botella ésta que nos estamos metiendo, ha salido de la batea de ella, de una
ropa limpia que entregó ayer en la casa de los Lavalle. Fíjese: ella con su
trabajo me está patrocinando todas estas vagabunderías de estarle hablando a
usté aquí pa' que usté escriba su libro. Y lo otro que yo me pregunto es si la
vieja mía con su lavado de ropa no estará patrocinando lo que usted va a
escribir, viejo Deibi, Piense en eso. Porque yo creo que hasta la literatura en
este país sale de los calzoncillos sucios de los blancos, la madre si no.
(Bogotá,
1977).
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