Nocturnos con pinceladas diurnas
las luces de neón disfrazan los amantes
los tangos doblan las esquinas
con rumores de otras calles,
simulan agujeros en el tiempo
hologramas de amnesias y osadías.
Trompetero de ángeles
hipnotizan las sábanas,
perforan el tímpano del tiempo,
se camuflan entre camelias de color rojo.
Anulan su memoria
desdoblan su voluntad
traen pequeñas muertes
evadidas del más allá
rápido cura la lógica
la culpabilidad va al exilio.
En urdimbre de cabellos
se cierra en humedades
la jornada.
Rubor
Los coyotes de mi país
hablan el mismo idioma
de los coyotes del mundo,
sonríen al dinero
con ortodoncia sin imperfecciones.
Para ellos es igual lanzarse al agua
en los barcos en el Mediterráneo
o sumergirse en pantanos del Darién,
jaguares siempre al acecho.
Cuando el aguacero consuma
el último glóbulo rojo
por aquello de los malos aires
pasará un enjambre a fastidiar la risa
a tatuar un censo, recordatorio del inicio
y el posible final si incumples con la soledad,
a regalar cereales habitados por gorgojos
y su sentencia a morir por desnutrición.
Y así todos alejan el alma
de las pestes que merodean.
María del Pilar Rivera González
Causa rubor reconocer los coyotes en el poema de María del Pilar, sentido poema.
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