domingo, 31 de mayo de 2020

REFLEXIONES SOBRE EL TIEMPO DE AISLAMIENTO. María Elena Londoño Arango, Manizales

REFLEXIONES SOBRE EL TIEMPO DE AISLAMIENTO

Cuando empecé a escuchar sobre el nuevo virus, eso a finales de 2019, nunca me imaginé que fuera tan fuerte y que nos llegaría para quedarse.

A mediados de marzo nos empezaron a preparar para el encierro, con dosis mínimas de tiempo. Fue creciendo hasta el punto que llevamos más de dos meses y parece que continúa.

Al principio se tomó como unas vacaciones (claro que desde que me pensioné tengo vacaciones permanentes). Los estudiantes a tomar clases desde sus casas y los empleados a trabajar virtualmente. En ese momento me di cuenta de que el país es más pobre de lo que tenía en mente: no todos los hogares cuentan con el computador y tampoco están conectados a una red de internet. Además venía el cierre de negocios de los que viven del día a día, el confinamiento de los informales y de tanta gente que no tiene recursos para sobrevivir el encierro.

A medida que se alargaba el tiempo de confinamiento, el gobierno prometía alivios monetarios que no han sido tan eficientes como se creía. No estamos preparados para hacer las transacciones financieras. Si hay gente que recoge para pasar el día, ¿cómo pretenden que tengan una cuenta bancaria? Entonces otro desarrollo para hacerles llegar el subsidio. A las empresas les prometen ayudas financieras a través de bancos que se benefician y no corren riesgos.

Las regiones apartadas, con pocos recursos, sufren porque no tienen cómo atender a los contagiados. Al sistema de salud, colapsado hace años, le exigen que responda sin miramientos.

Cuando se cuenta con los recursos suficientes para estar un tiempo sin producir, es fácil encerrarse. Cuando a los independientes se les va agotando el dinero y tienen hijos en colegios y universidades, la situación se vuelve estresante.

No todo ha sido malo. He conocido emprendedores que le han sacado provecho y han ideado negocios que les proporcionan un ingreso, así sea poco.

Cuando nos permitan volver a las calles, vamos a apreciar el valor de la libertad, de las amistades, de los viajes, del trabajo, en fin, de vivir en sociedad.

 

María Elena Londoño Arango

Manizales


sábado, 30 de mayo de 2020

EL CONFINAMIENTO Y LA CUARENTENA. Por John Hoyos

Les comparto este texto maravilloso del manizaleño literato John Hoyos


EL CONFINAMIENTO Y LA CUARENTENA

Ahora, cuando en todo el mundo vivimos una situación tan inusual por culpa de un bicho que tan solo se ve con un microscopio, es pertinente hacer una diferenciación: en confinamiento, obligatorio por cuenta de una orden presidencial, estamos todos los ciudadanos de este país del Sagrado Corazón de Jesús.  Por nuestro bien, para no ser atacados por el Virus Corona 19.

La cuarentena la deben guardar aquellas personas enfermas invadidas ya por el tan mentado micro-organismo o quienes se sospecha ya le dieron alojamiento en sus cuerpos.  Recuerdo cuando los tripulantes de la nave espacial Apolo XI regresaron de su viaje a la luna, después del amarizaje, ellos fueron sometidos a una cuarentena como prevención a una posible enfermedad, virus o bacteria importados desde el espacio sideral.

Mi abuela, quien nunca creyó en los gringos caminando por la superficie de Selene, me hablaba de otra cuarentena: los días de aislamiento a los que se sometían las mujeres después de un parto.  Eran cuarenta (tal vez de allí venga su nombre), durante los cuales la parturienta se encerraba en una habitación sellada por completo. No podían entrar los rayos del sol ni las corrientes de aire, para la buena salud de la madre y el bebé. Durante 960 horas la mujer y su criatura nunca se bañaban.  Cómo sería el hedor de la habitación que desde ese entonces quedó institucionalizado el uso de los atormentadores tapabocas. Por aquellas calendas no se hablaba de alimentación sana y las madres se sometían a una rigurosa dieta: se comían cuarenta gallinas y, para rematar, un ovejo. ¿Se imaginan ustedes a Carolina Cruz con un régimen alimenticio como este? Mejor dicho, no la vuelven a llamar de Caracol. Y como si lo anterior fuera poco, quienes querían conocer al recién llegado bebé se aparecían con un tarro de galletas Saltinas Noel, esos grandotes y cuadrados, porque las Saltinas La Rosa venían en un tarro redondo.  El regalo era para que la parturienta se pudiera tomar los algos y las meriendas con chocolate “bien parviado”.  Por eso, cuando a las loras les preguntaban: ¿Patojita, quiere cacao? Ellas respondían: ¡Siii, pero bien parviado!!! A esto le agregaban coladitas de Maizena y Caspiroletas para que la nueva mamá saliera alentada de la cuarentena y pudiera recuperar sus fuerzas para el próximo embarazo. Con ese yantar yo me aguanto el encierro que sea, eso sí, con ducha.

En cuanto al confinamiento, en esta materia los europeos nos llevan kilómetros de ventaja. Ellos tienen experiencia desde la alta Edad Media cuando el papa Justiniano en una bula proclamó que los gatos eran criaturas diabólicas; entonces en el viejo continente se desató una masacre de mininos que permitió la proliferación de los ratones. Los roedores acabaron con todos los quesos y se convirtieron en vectores de la temible Peste Negra, Bubólica o de Justiniano (por ignorante el viejo). En esos tiempos los gobernantes no contaban con la franja de televisión de las seis de la tarde, por eso no podían socializar sus órdenes y a todo el que anduviera por las calles, como buen colombiano, lo pasaban al papayo y sin fórmula de juicio.

Los reyes, príncipes, duques, marqueses, condes y señores feudales no sabían nada de derechos humanos ni garantías constitucionales para el libre movimiento.  Por esta razón los europeos de entonces no conocieron el Pico y Cédula, mucho menos el Pico y Género (el lenguaje de entonces era excluyente, no se conocían términos como “todes”), cuando se daban cuenta de una casa con un apestado, enviaban a la tropa para que la tapiaran. Y santo remedio, de forma automática quedaba establecido el distanciamiento social. Los sobrevivientes de la vivienda no podían salir al mercado, hacer diligencias bancarias ni reclamar pócimas donde los boticarios. Así evitaban que se esparciera la enfermedad, aminoraban los índices de contagio y aplanaban la curva de un sablazo.  Cuentan las malas lenguas que la peste fue llevada a Europa por unos comerciantes italianos llegados del lejano oriente, por eso también les achacaron la culpa a los amarillos oji-rasgados.

Pero los habitantes del viejo continente vivían relajados, estaban incomunicados por completo y eran ignorantes de lo que sucedía en el resto del mundo.  No tenían que soportar las barbaridades de Donald Trump, las estupideces de Jair Bolsonaro, el hablar pausado (como escuchándose a sí mismo) de Andrés Manuel López Obrador ni el programa vespertino de Iván Duque Márquez. No veían noticieros donde mencionaban la peste trescientas ochenta y seis mil doscientas cuarenta y tres veces  por día. Tampoco tenían la internet, por ello eran inmunes a las noticias falsas, los rumores malintencionados y toda la mala leche que destilan en las redes sociales. Tampoco escuchaban radio, por eso eran ignorantes del número de muertes, las tasas de contagio y la cantidad de personas que se habían recuperado. Les importaba un carajo las medidas que estaban tomando los reinos vecinos y los reyes no hablaban de “los abuelitos”, le tenían pavor a morir a manos de algún viejo de buena puntería con el arco.

En unas leves investigaciones que emprendí, encontré algo en común con los habitantes de Europa por esas calendas: los gobernantes también eran corruptos, los políticos eran duchos para el robo y los banqueros (sobretodo lombardos italianos) carecían de escrúpulos, como cualquier Luis Carlos Sarmiento Angulo.

Pasaban los tediosos y largos días de confinamiento escuchando maravillosas historias, la tradición oral era muy importante para aquel entonces.  Como no hay mal que por bien no venga, a don Giovanni Boccacio le tocó refugiarse en una villa campestre y allí escribió un libro que legó para la posteridad:”El Decamerón”.  Allí el maese nos narra diez maravillosas historias, muy apropiadas para estos tiempos del Virus Corona 19.

Y ya para terminar, como decía don Darío Silva en “Lambicolor”, si usted, querido lector, ha tenido la paciencia de llegar a esta línea, le agradezco en el alma y, en definitiva, los dos estamos más desprogramados que comentarista deportivo hoy en día.

John Hoyos      

                 

        

  

          

    

 

 


jueves, 28 de mayo de 2020

Seguimos con reflexiones en el aislamiento: de Jaime Forero Gómez

Y la gente se quedó en casa. Y leyó libros, y escuchó, y descansó, e hizo ejercicio, y arte, y jugó y aprendió nuevas formas de ser, y se estuvo quieta. Y escuchó más profundamente. Algunos meditaban, algunos rezaban, algunos bailaban. Algunos se encontraron con sus sombras.

Y comenzaron a pensar de manera diferente. Y sanaron. Y, en ausencia de personas que vivían en la ignorancia, peligrosas, miserables, oportunistas, politiqueros sin sentido y sin corazón, la tierra comenzó a sanar.

Y cuando pasó el peligro, y la gente se unió de nuevo, lloraron sus pérdidas, tomaron nuevas decisiones, soñaron con nuevas imágenes y crearon nuevas formas de vivir y sanar la tierra por completo, ya que habían sido curadas”.

Gracias a Carmen Cecilia, recibí este poema modificado y traducido que en esta época de la vida nos llega al alma. Parece fuera escrito para los colombianos.

La autora, Kitty O’Meara profesora y capellán americana, jubilada quien vive con su esposo y sus mascotas, lo escribió y publicó en redes sociales.

La inspiración le nace al ver en mapas la contaminación grave que afecta a la China y los Estados Unidos. Su amor por la tierra la inspiró a escribir estas bellas letras. Siempre pensando que en medio del sufrimiento nacen grandes bendiciones.

Nunca antes la humanidad había experimentado tanto pánico y miedo ante algo desconocido. Como lo describe esta hermosa poesía, un ser microscópico ha conseguido que cambiemos nuestra forma de ver al mundo y seres que lo integran.

Es una reflexión profunda sobre aquello que nos une en la distancia. “Estamos pensando en cómo nos relacionamos, dónde estamos, qué es lo importante, qué necesitamos en realidad para seguir viviendo” y en dónde está la felicidad.

Son cortas palabras que nos ayudan a pensar que es el momento de experimentar un cambio profundo por el bien de la humanidad. No solo nosotros, nuestros hijos y nietos sin nacer, necesitan ese cambio Deepak Chopra lo escucha, analiza y lo viraliza entre todos sus seguidores.

Es un poema que genera tranquilidad y paz.

Autor
Tomado de Vanguardia

REFLEXIONES SOBRE ESTA ÉPOCA DE AISLAMIENTO SOCIAL. 2. Ástrid Arboleda

 

HUBO UNA VEZ

 

En que las calles

tanto de día como en la noche

aplaudían en silencio

la soledad

era su carnaval

el aseo su mejor ofrenda

a las sombras no humanas

que las frecuentaban

 

Esa misma vez

recogidos en sus hogares

los humanos reconocieron

a sus compañeros de vida

pareja o hijos

un fantasma desconocido

lo permitió

 

Se aprendió a caminar pausado

se sabía dar las gracias

sonreírle al tiempo

aún en cielo gris

hablar con las aves que

picoteaban aleros y ventanas

ahora sí abiertas de par en par

 

Se celebró con regocijo

dejar a un lado la afeitada

idas al salón de belleza

visita obligada al ropero

para mejor lucir en el día a día

 

La prisa salió de vacaciones

se olvidó del despertador

las madrugadas para

tomar el autobús

sin dejar de lado eso sí

los deberes cotidianos

 

Se escapó de la clausura

el amor al prójimo

también el respeto

a los arroyos

al aire y las montañas

seres que desde antaño

silentes lo reclaman

 

En esa misma vez

renacieron los vecinos

por extraña coincidencia

su enemigo fantasma

solidaridad les motivó

 

La música alegró en pantallas

corazones de niños y grandes

el cine los puso a soñar

las palabras rompieron

el barrote invisible

y brotaron en cascadas de versos

cuentos y narrativas mil

 

Sobre alfombras de peces

viajaron a su más profundo interior

y descubrieron cuánto daño  

a la naturaleza

sus malos hábitos

causaban

 

Al ser testigos inermes

de la partida hacia el silencio

de sus congéneres

se usaron pócimas e inciensos

en promesas de mejores seres

con sencillas vidas

si se pasaba aquella prueba

 

Aprecio a la vida

enseñó a la humanidad

esa vida monástica

aquella vez

 

Sí. Esto ocurrió

solo una vez

 

 

Ástrid Arboleda Fernández


miércoles, 27 de mayo de 2020

YUGUYPI AYPAY


YUGUYPI  AYPAY
Ástrid Arboleda Fernández

El velo de la noche se desliza
en su lecho inundado de soles
los amantes naufragan
entre cometa y nave
las sábanas sudan
el reloj se ha detenido
surca el cielo
sumergidos en fluidos
ruedan imparables
saltan abismos
hacia la cascada
divagan entre colinas
anillados consumen su aliento
se embelesa la energía de mar
remontan el cenit
entre la selva
alcanzan la pradera
con deleite rinden sus espíritus.

Es la hora de la vida
el aroma de una taza de café
amaina el fuego.

YUGUYPI   AYPAY: Orgasmo (en quechua).

domingo, 17 de mayo de 2020

OLOR A SOL. Ástrid Arboleda Fernández

Poema de la poeta Ástrid Arboleda Fernández



OLOR A SOL


El sol sale
se oculta
se ve y se siente
¿Alguien se preguntó
si también tiene su olor?

Lavada la ropa
con cuidado extendida
de cuerda en cuerda
el sol salta
y abraza cada pieza
con todo su ser

La ropa seca
caliente como carbón
es guardada
con grato olor a sol

Ástrid Arboleda Fernández
Manizales
Nacida en Popayán

SEREMOS NUEVOS. John Hoyos

Poema de hoy: SEREMOS NUEVOS.
De John Hoyos, nuestro querido escritor manizaleño:


SEREMOS NUEVOS

"Seremos nuevos,
con palabras sencillas
como pan de pueblo,
rosquillas de Jinotepe
o quesillos de La Paz Centro ".
Gioconda Belli
Seremos nuevos...
tornaremos a las calles
con paso de vencedores
y las frentes altas
como guerreros triunfantes en la batalla.
No bajaremos los brazos pues el enemigo aún acecha.

Seremos nuevos...
Las sonrisas treparan tras las mascarillas
para iluminar los ojos con la alegría del reencuentro.
Nuestros labios no  besaran
y nuestros brazos no estrecharan
pero los saludos tendrán la calidez
de la sinceridad del alma.
Seremos nuevos...
y más  parcos en el consumo.
Apreciaremos cada pan en nuestras mesas
y cada gota de agua
que sacie nuestra sed.
Seremos nuevos...
Nos detendremos a mirar amaneceres
y arrebolados atardeceres
como cantos al milagro de la vida.
Seremos nuevos...
mantendremos la tierra como una tacita de porcelana
y con la esperanza de saber que todavía es posible el amor.
J H
Análisis sobre la técnica usada por Haruki Murakami
en el cuento Sobre encontrarse a la chica 100% perfecta una bella mañana de abril

Por Galu 
Dentro del taller de Escritura Samoga orientado por
Profesor Misael Peralta

Cuento incluido en 2013 en los 100 mejores cuentos de la literatura universal. Lecturas indispensables.
Haruki Murakami  (Kiotoenero 12 de 1949) es un escritor y traductor japonésautor de novelasrelatos y ensayos
ANÁLISIS 
Sobre encontrarse a la chica 100% perfecta una bella mañana de abril
El autor relata, en 1ª persona, cómo se cruzó con una chica una mañana de abril, quien le da la sensación de ser la mujer que está esperando desde siempre. El encuentro no es más que un cruce de caminos en direcciones opuestas.
Luego comienza las elucubraciones de si le hubiera hablado. En estas se plantea una segunda historia en 3ª persona, a modo de espejo, idéntica a como viene desarrollándose el relato, usando un recurso de cuento y diálogo.
Es la conversación que se hubiera dado de haber hablado con la chica del encuentro. Un recurso novedoso, un cuento circular, una historia que se basa en supuestos dentro de otra historia. 
Usa elementos corrientes de la vida real, términos coloquiales y sencillos; dos dimensiones: real y subjetiva.
Relato corto que envuelve y no se quiere soltar hasta conocer su desenlace.
Emplea frases cortas, símiles, inter-textos.

Utiliza diálogos y monólogos, alterna narradores en primera y tercera persona, luego con un “alguien” establece el diálogo sin un interlocutor definido ni trascendente en la historia y luego un monólogo como narrador testigo.
Ni qué decir del ritmo, la coherencia y la articulación en este texto inductivo-deductivo que nos regala este maestro de la narrativa.

Sobre el título e inicio de narración
Título largo y llamativo, muy relacionado con el contenido.
Incorpora interacción con otra persona, puede ser el lector 
–Ayer me crucé en la calle con la chica 100% perfecta –le digo  a alguien.–¿Sí? –dice él– ¿Estaba guapa? Quizá tú tienes tu propio tipo de chica favorita
No realmente.–De tu tipo entonces. –No lo . Me parece que no puedo recordar nada de ella, la forma de sus ojos o el tamaño de su pecho. –Raro. –. Raro. 
ESTRUCTURA
Tiene estructura tradicional: presentación, desarrollo (nudo, clímax) y desenlace.
Presentación: nos introduce en la historia con los datos básicos de tiempo y lugar. Narración en 1a persona. Frases cortas. Desde el 1er párrafo hay interés por lo que seguirá.
  Una bella mañana de abril, en una callecita lateral del elegante barrio de Harajuku en Tokio, me  crucé con la chica 100% perfecta. A decir verdad, no era tan guapa. No sobresalía de ninguna manera. Su ropa no era nada especial. En la nuca su cabello tenía las marcas  de recién haber despertado.  Tampoco era joven debía andar alrededor de los treinta, ni si quiera cerca de lo que comúnmente se considera una “chica”. Aun así, a quince metros sé que ella es la chica 100% perfecta para mí.
El desarrollo tiene el nudo en el monólogo sobre el encuentro y luego la tensión que propone en cómo va a encontrarse con la chica, para lo cual idea una conversación supuesta de si la pudiera volver a encontrar, rehace la historia en 3a persona.
Involucra al lector con la suposición, presentando un diálogo en 3ª persona.
Clímax: cuando introduce otro nuevo giro, hacer creer en que sucede el milagro de encontrarse.
Desenlace: el cruce de las dos historias, la real y la supuesta para definir que no hay un final feliz. Final cerrado, historia circular.
Personajes
Los únicos personajes son: el protagonista, la chica y un tercero que puede ser cualquiera, incluido el lector. Los personajes se repiten en la historia supuesta.
Descripción somera,
pocos rasgos, contexto básico. 
A decir verdad, no era tan guapa. No sobresalía de ninguna manera. Su ropa no era nada especial. En la nuca su cabello tenía las marcas de recién haber despertado. Tampoco era joven –debía de andar alrededor de los treinta, ni si quiera cerca de lo que comúnmente se considera una “chica”
 -(...) tengo treinta y dos años, y de eso se trata madurar.
-(...) ella trae un suéter blanco
-(...) su mirada adormecida
-(…) Él no era notablemente apuesto y ella no era 
especialmente bella.

Diálogos

             Directos y monólogos.
Usa un
monólogo, luego un diálogo con “alguiensin un interlocutor definido ni trascendente en la historia, y luego monólogo
Monólogo: A veces en un restaurante me descubro mirando a la chica de la mesa de al lado porque me gusta la forma de su nariz.

Diálogo: –Ayer me crucé en la calle con la chica 100% perfecta –le digo  a alguien. –¿Sí? –dice él– ¿Estaba guapa?
–No realmente.(…) –Bueno, como sea –me dice ya aburrido–, ¿qué hiciste? ¿Le hablaste? ¿La seguiste? –Nah, sólo me crucé con ella en la calle.
Vuelve el monólogo: Ahora, por supuesto, sé exactamente qué tendría que haberle dicho. Tendría que haber sido un largo discurso, pienso, demasiado tarde como para decirlo ahora. Se me ocurren las ideas cuando ya no son prácticas.
Lenguaje
Términos sencillos, cotidianos
(…) chicas que se toman su tiempo en terminar su merienda.  
Nah, sólo me crucé con ella en la calle.
–Buenos días, señorita, ¿podría compartir conmigo media hora para conversar?
Ridículo. Sonaría como un vendedor de seguros.
Doy algunas zancadas y giro: ella se pierde en la multitud
.
Atmósfera. Marcos de tiempo y espacio
Atmósfera: sicosocial porque se refiere a la dificultad del protagonista para entablar comunicación con quien quisiera. Timidez, atracción, ansia, soledad, frustración.
Ambientación: no es mucha, un metro, un parque... 
Tiempo interno: presente
Tiempo del relato: actual
Tiempo externo: circular 
El final del relato vuelve al principio
Ella caminaba de este a oeste y yo de oeste a este. Era una bella mañana de abril de 1981. 
Narradores
1a persona (monólogo y testigo) y 3ª persona en la otra historia “Una historia triste, no crees?”
Todo lo que puedo recordar de forma segura es que no era una gran belleza. Extraño.
Discúlpeme, ¿sabría usted si hay en el barrio alguna lavandería 24 horas?
Ella trae un suéter blanco y en su mano derecha estruja un sobre blanco con una sola estampilla.
Y así, tras una pausa en su conversación, el chico le dijo a la chica: Vamos a probarnos, sólo una vez. Si realmente somos los amantes 100% perfectos, entonces alguna vez en algún lugar, nos volveremos a encontrar sin duda alguna y cuando eso suceda y sepamos que somos los 100% perfectos, nos casaremos ahí y entonces, ¿cómo ves?
–Sí –ella dijo– eso es exactamente lo que debemos hacer.
Recursos
Reiteraciones
Media hora sería suficiente: sólo para preguntarle acerca de ella misma, contarle algo acerca de mí, explicarle las complejidades del destino que nos llevaron a cruzarnos uno con el otro en esa calle en Harajuku en una bella mañana de abril  de 1981.
Intertextos

 - (…) quizá veríamos una película de Woody Allen,
 
- Cuando despertaron sus cabezas estaban vacías como la alcancía del joven D. H. Lawrence.
Figuras literarias
- Las frías, indiferentes olas del destino procederían a agitarlos sin piedad.  - (…) y tras pasar semanas entre la vida y la muerte, perdieron toda memoria de los años primeros. 
 Símiles
- Desde el momento que la vi algo retumbó en mi pecho y mi boca seca quedó desierto.
- Como un antiguo reloj construido cuando la paz reinaba en el mundo
Tema, extensión, ideas
El tema es cómo puede darse o malograrse un encuentro amoroso. El tema se repite en la historia extrapolada a la situación supuesta
La extensión es corta: de 3 páginas.
Ideas: solo una, el cuento se centra solo en el encuentro con la chica 100.
Perdóname, podría decir, es posible que yo sea la chica 100% perfecta para ti, pero tú no eres el chico 100% perfecto para mí. Podría suceder, y de encontrarme en esa situación me rompería en mil pedazos, jamás me recuperaría del golpe, tengo treinta y dos años, y de eso se trata madurar.
DESENLACE
Final creativo donde la historia ficticia coincide con la real.
Final cerrado
. Historia circular
Pero el resplandor de sus recuerdos era tan débil y sus pensamientos no tenían ya la claridad de hace catorce años. Sin una palabra, se pasaron de largo, uno al otro, desapareciendo en la multitud. Para siempre. Una historia triste, ¿no crees?
Sí, eso es, eso es lo que tendría que haberle dicho. Una historia triste, ¿no crees?    Sí, eso es, eso es lo que tendría que haberle dicho. 
  
Novedad en la técnica
En el ámbito subjetivo se abre la 2a historia, una dentro de la otra. Es el giro principal y aumento de tensión. Luego da otro giro: el milagro
Bueno, no importa, hubiera empezado: “Érase una vez” y terminado con “Una historia triste, ¿no crees?” Érase una vez un muchacho y una muchacha. El muchacho tenía dieciocho y la muchacha dieciséis. Él no era notablemente apuesto y ella no era especialmente bella. Eran solamente un ordinario muchacho solitario y una ordinaria muchacha solitaria, como todos los demás. Pero ellos creían con todo su corazón que en algún lugar del mundo vivía el muchacho 100% perfecto y la muchacha 100% perfecta para ellos.

Nuevo giro:
Sí, creían en el milagro. Y ese milagro sucedió.
                                                                                  Galu, mayo de 2020


EL CUENTO:
Sobre encontrarse a la chica 100% perfecta una bella mañana de abril

Una bella mañana de abril, en una callecita lateral del elegante barrio de Harajuku en Tokio, me crucé con la chica 100% perfecta.
A decir verdad, no era tan guapa. No sobresalía de ninguna manera. Su ropa no era nada especial. En la nuca su cabello tenía las marcas de recién haber despertado. Tampoco era joven –debía andar alrededor de los treinta, ni si quiera cerca de lo que comúnmente se considera una “chica”. Aun así, a quince metros sé que ella es la chica 100% perfecta para mí. Desde el momento que la vi algo retumbó en mi pecho y mi boca quedó seca como un desierto. Quizá tú tienes tu propio tipo de chica favorita: digamos, las de tobillos delgados, o grandes ojos, o delicados dedos, o sin tener una buena razón te enloquecen las chicas que se toman su tiempo en terminar su merienda. Yo tengo mis propias preferencias, por supuesto. A veces en un restaurante me descubro mirando a la chica de la mesa de al lado porque me gusta la forma de su nariz.
Pero nadie puede asegurar que su chica 100% perfecta corresponde a un tipo preconcebido. Por mucho que me gusten las narices, no puedo recordar la forma de la de ella –ni siquiera si tenía una. Todo lo que puedo recordar de forma segura es que no era una gran belleza. Extraño.
–Ayer me crucé en la calle con la chica 100% perfecta –le digo a alguien.
–¿Sí? –dice él– ¿Estaba guapa?
–No realmente.
–De tu tipo entonces.
–No lo sé. Me parece que no puedo recordar nada de ella, la forma de sus ojos o el tamaño de su pecho.
–Raro.
–Sí. Raro.
–Bueno, como sea –me dice ya aburrido–, ¿qué hiciste? ¿Le hablaste? ¿La seguiste?
–Nah, sólo me crucé con ella en la calle.
Ella caminaba de este a oeste y yo de oeste a este. Era una bella mañana de abril.

Ojalá hubiera hablado con ella. Media hora sería suficiente: sólo para preguntarle acerca de ella misma, contarle algo acerca de mí, y –lo que realmente me gustaría hacer– explicarle las complejidades del destino que nos llevaron a cruzarnos uno con el otro en esa calle en Harajuku en una bella mañana de abril de 1981. Algo que seguro nos llenaría de tibios secretos, como un antiguo reloj construido cuando la paz reinaba en el mundo.
Después de hablar, almorzaríamos en algún lugar, quizá veríamos una película de Woody Allen, entrar en el bar de un hotel para tomar unos cócteles. Con un poco de suerte, terminaríamos en la cama.
La posibilidad toca en la puerta de mi corazón.
Ahora la distancia entre nosotros es de apenas 15 metros.
¿Cómo acercarme? ¿Qué debería decirle?
–Buenos días, señorita, ¿podría compartir conmigo media hora para conversar?
Ridículo. Sonaría como un vendedor de seguros.
–Discúlpeme, ¿sabría usted si hay en el barrio alguna lavandería 24 horas?
No, simplemente ridículo. No cargo nada que lavar, ¿quién me creería en una línea como esa?
Quizá simplemente sirva la verdad: Buenos días, tú eres la chica 100% perfecta para mí.
No, no se lo creería. Aunque lo dijera es posible que no quisiera hablar conmigo. Perdóname, podría decir, es posible que yo sea la chica 100% perfecta para ti, pero tú no eres el chico 100% perfecto para mí. Podría suceder, y de encontrarme en esa situación me rompería en mil pedazos, jamás me recuperaría del golpe, tengo treinta y dos años, y de eso se trata madurar.
Pasamos frente a una florería. Un tibio airecito toca mi piel. La acera está húmeda y percibo el olor de las rosas. No puedo hablar con ella. Ella trae un suéter blanco y en su mano derecha estruja un sobre blanco con una sola estampilla. Así que ella le ha escrito una carta a alguien, a juzgar por su mirada adormecida quizá pasó toda la noche escribiendo. El sobre puede guardar todos sus secretos.
Doy algunas zancadas y giro: ella se pierde en la multitud.
Ahora, por supuesto, sé exactamente qué tendría que haberle dicho. Tendría que haber sido un largo discurso, pienso, demasiado tarde como para decirlo ahora. Se me ocurren las ideas cuando ya no son prácticas.
Bueno, no importa, hubiera empezado “Érase una vez” y terminado con “Una historia triste, ¿no crees?”
Érase una vez un muchacho y una muchacha. El muchacho tenía dieciocho y la muchacha dieciséis. Él no era notablemente apuesto y ella no era especialmente bella. Eran solamente un ordinario muchacho solitario y una ordinaria muchacha solitaria, como todos los demás. Pero ellos creían con todo su corazón que en algún lugar del mundo vivía el muchacho 100% perfecto y la muchacha 100% perfecta para ellos. Sí, creían en el milagro. Y ese milagro sucedió.
Un día se encontraron en una esquina de la calle.
–Esto es maravilloso –dijo él–. Te he estado buscando toda mi vida. Puede que no creas esto, pero eres la chica 100% perfecta para mí.
–Y tú –ella le respondió– eres el chico 100% perfecto para mí, exactamente como te he imaginado en cada detalle. Es como un sueño.
Se sentaron en la banca de un parque, se tomaron de las manos y contaron sus historias hora tras hora. Ya no estaban solos. Qué cosa maravillosa encontrar y ser encontrado por tu otro 100% perfecto. Un milagro, un milagro cósmico.

Sin embargo, mientras se sentaron y hablaron una pequeña, pequeñísima astilla de duda echó raíces en sus corazones: ¿estaba bien si los sueños de uno se cumplen tan fácilmente?
Y así, tras una pausa en su conversación, el chico le dijo a la chica: Vamos a probarnos, sólo una vez. Si realmente somos los amantes 100% perfectos, entonces alguna vez en algún lugar, nos volveremos a encontrar sin duda alguna y cuando eso suceda y sepamos que somos los 100% perfectos, nos casaremos ahí y entonces, ¿cómo ves?
–Sí –ella dijo– eso es exactamente lo que debemos hacer.
Y así partieron, ella al este y él hacia el oeste.
Sin embargo, la prueba en que estuvieron de acuerdo era absolutamente innecesaria, nunca debieron someterse a ella porque en verdad eran el amante 100% perfecto el uno para el otro y era un milagro que se hubieran conocido. Pero era imposible para ellos saberlo, jóvenes como eran. Las frías, indiferentes olas del destino procederían a agitarlos sin piedad.
Un invierno, ambos, el chico y la chica se enfermaron de influenza, y tras pasar semanas entre la vida y la muerte, perdieron toda memoria de los años primeros. Cuando despertaron sus cabezas estaban vacías como la alcancía del joven D. H. Lawrence.
Eran dos jóvenes brillantes y determinados, a través de esfuerzos continuos pudieron adquirir de nuevo el conocimiento y la sensación que los calificaba para volver como miembros hechos y derechos de la sociedad. Bendito el cielo, se convirtieron en ciudadanos modelo, sabían transbordar de una línea del subterráneo a otra, eran capaces de enviar una carta de entrega especial en la oficina de correos. De hecho, incluso experimentaron otra vez el amor, a veces el 75% o aún el 85% del amor.
El tiempo pasó veloz y pronto el chico tuvo treinta y dos, la chica treinta.
Una bella mañana de abril, en búsqueda de una taza de café para empezar el día, el chico caminaba de este a oeste, mientras que la chica lo hacía de oeste a este, ambos a lo largo de la callecita del barrio de Harajuku de Tokio. Pasaron uno al lado del otro justo en el centro de la calle. El débil destello de sus memorias perdidas brilló tenue y breve en sus corazones. Cada uno sintió retumbar su pecho. Y supieron:
Ella es la chica 100% perfecta para mí.
Él es el chico 100% perfecto para mí.
Pero el resplandor de sus recuerdos era tan débil y sus pensamientos no tenían ya la claridad de hace catorce años. Sin una palabra, se pasaron de largo, uno al otro, desapareciendo en la multitud. Para siempre.
Una historia triste, ¿no crees?
Sí, eso es, eso es lo que tendría que haberle dicho.
Haruki Murakami