Profesor Misael Peralta
Cuento incluido en 2013 en los 100 mejores cuentos de la literatura universal. Lecturas indispensables.
Haruki Murakami (Kioto, enero 12 de 1949) es un escritor y traductor japonés, autor de novelas, relatos y ensayos.
ANÁLISIS
“Sobre encontrarse a la chica 100% perfecta una bella mañana de abril”
El
autor relata, en 1ª persona, cómo se cruzó con una chica una mañana de abril, quien le da la sensación de ser
la mujer que está esperando desde siempre. El encuentro no es más que un cruce
de caminos en direcciones opuestas.
Luego
comienza las elucubraciones de si
le hubiera hablado. En estas se plantea
una segunda historia en 3ª
persona, a modo de espejo, idéntica a como viene desarrollándose el relato,
usando un recurso de cuento y diálogo.
Es
la conversación que se hubiera
dado de haber hablado con la chica del encuentro.
Un recurso novedoso, un cuento
circular, una historia que se basa en supuestos
dentro de otra historia.
Usa
elementos corrientes de
la vida real, términos coloquiales y sencillos;
dos dimensiones: real y subjetiva.
Relato
corto que envuelve y no se quiere soltar
hasta conocer su desenlace.
Emplea
frases cortas, símiles, inter-textos.
Utiliza diálogos y monólogos, alterna
narradores en primera y tercera persona, luego con un “alguien” establece el
diálogo sin un interlocutor definido ni trascendente en la historia y luego un
monólogo como narrador testigo.
Ni qué decir del ritmo, la coherencia y
la articulación en este texto inductivo-deductivo que nos regala este maestro
de la narrativa.
Sobre
el título e inicio de narración
•Título largo y llamativo, muy relacionado
con el contenido.
•Incorpora
interacción con otra persona, puede ser el lector
–Ayer
me crucé en la calle con la chica 100% perfecta –le digo a
alguien.–¿Sí?
–dice él– ¿Estaba guapa? Quizá tú tienes tu propio tipo de chica favorita
–No
realmente.–De
tu
tipo
entonces.
–No lo sé.
Me parece
que no puedo
recordar
nada de ella,
la forma de sus ojos
o el tamaño
de su
pecho.
–Raro.
–Sí.
Raro.
ESTRUCTURA
•Tiene
estructura tradicional: presentación,
desarrollo (nudo, clímax) y desenlace.
•Presentación: nos introduce en la historia con
los datos básicos de tiempo y lugar. Narración en 1a persona. Frases cortas.
Desde el 1er párrafo hay interés por lo que seguirá.
Una bella mañana de abril, en una
callecita lateral del elegante barrio de Harajuku en
Tokio, me crucé con la chica 100% perfecta. A decir verdad, no era tan
guapa. No sobresalía de ninguna manera. Su ropa no era nada especial. En la
nuca su cabello tenía las marcas de
recién haber despertado. Tampoco era joven debía andar
alrededor de los treinta, ni si quiera cerca de lo que comúnmente se considera
una “chica”. Aun así, a quince metros sé que ella es la chica 100% perfecta
para mí.
•El
desarrollo tiene el nudo en el monólogo sobre el encuentro
y luego la tensión que propone en cómo va a encontrarse con la
chica, para lo cual idea una conversación supuesta de si la pudiera volver a encontrar, rehace la historia en 3a persona.
Involucra
al lector con la suposición,
presentando un diálogo en 3ª persona.
•Clímax: cuando
introduce otro nuevo giro, hacer creer en que sucede el milagro de
encontrarse.
•Desenlace: el cruce de las dos historias, la
real y la supuesta para definir que no hay un final feliz.
Final cerrado, historia
circular.
Personajes
Los
únicos personajes son: el protagonista,
la chica y un tercero que puede ser cualquiera, incluido el lector. Los personajes se repiten en la
historia supuesta.
Descripción somera, pocos
rasgos, contexto básico.
A
decir verdad, no era tan guapa. No sobresalía de ninguna manera. Su ropa no era
nada especial. En la nuca su cabello tenía las marcas de recién haber
despertado. Tampoco era joven –debía de andar alrededor
de los treinta, ni si quiera cerca de lo que comúnmente se considera una
“chica”
-(...) tengo treinta y dos años, y de
eso se trata madurar.
-(...)
ella
trae
un suéter blanco
-(...)
su
mirada
adormecida
-(…) Él
no era notablemente apuesto y ella no era
especialmente bella.
Diálogos
Directos
y monólogos.
Usa un monólogo, luego un diálogo con “alguien” sin un
interlocutor definido ni trascendente en la historia, y luego
monólogo
Monólogo: A veces en un restaurante me
descubro mirando a la chica de la mesa de al lado porque me gusta la forma de
su nariz.
Diálogo:
–Ayer me crucé en la calle con la chica
100% perfecta –le digo a alguien. –¿Sí?
–dice él– ¿Estaba guapa?
–No realmente.(…) –Bueno,
como sea –me dice ya aburrido–, ¿qué hiciste? ¿Le hablaste? ¿La seguiste?
–Nah,
sólo
me crucé
con ella
en
la calle.
Vuelve el monólogo: Ahora,
por supuesto, sé exactamente qué tendría que haberle dicho. Tendría que haber
sido un largo discurso, pienso, demasiado tarde como para decirlo ahora. Se me
ocurren las ideas cuando ya no son prácticas.
Lenguaje
Términos sencillos, cotidianos
(…)
chicas que se toman su tiempo en terminar su merienda.
–Nah,
sólo me crucé con ella en la calle.
–Buenos días, señorita, ¿podría compartir conmigo media hora para
conversar?
Ridículo. Sonaría como un vendedor de seguros.
Doy algunas zancadas y giro: ella se pierde en la multitud.
Atmósfera.
Marcos de tiempo y espacio
Atmósfera:
sicosocial porque se refiere a la dificultad
del protagonista para entablar comunicación con quien quisiera. Timidez,
atracción, ansia, soledad, frustración.
Ambientación:
no es mucha, un metro, un parque...
Tiempo
interno: presente
Tiempo del relato: actual
Tiempo externo: circular
El
final del relato vuelve al principio
Ella caminaba de este a oeste y
yo de oeste a este. Era una bella mañana de abril de 1981.
Narradores
1a
persona (monólogo y testigo) y 3ª persona en la otra historia “Una historia
triste, no crees?”
Todo lo que puedo recordar de
forma segura es que no era una gran belleza. Extraño.
Discúlpeme, ¿sabría usted si hay en el barrio alguna lavandería 24
horas?
Ella trae un suéter blanco y en su mano derecha estruja un sobre blanco con una
sola estampilla.
Y así, tras una pausa en su
conversación, el chico le dijo a la chica: Vamos a probarnos, sólo una vez. Si
realmente somos los amantes 100% perfectos, entonces alguna vez en algún lugar,
nos volveremos a encontrar sin duda alguna y cuando eso suceda y sepamos que
somos los 100% perfectos, nos casaremos ahí y entonces, ¿cómo ves?
–Sí –ella dijo– eso es
exactamente lo que debemos hacer.
Recursos
Reiteraciones
Media
hora sería suficiente: sólo para
preguntarle acerca de ella misma, contarle algo acerca de mí, explicarle las complejidades del destino que
nos llevaron a cruzarnos uno con el otro en esa calle en Harajuku en una bella mañana de abril
de 1981.
Intertextos
-
(…) quizá veríamos una película de Woody Allen,
-
Cuando despertaron sus cabezas estaban
vacías como la alcancía del joven D. H. Lawrence.
Figuras literarias
-
Las frías, indiferentes olas del
destino procederían a agitarlos sin piedad. -
(…) y tras pasar semanas entre la vida y la muerte, perdieron toda memoria de
los años primeros.
Símiles
- Desde el momento que la vi algo
retumbó en mi pecho y mi boca seca quedó
desierto.
- Como
un antiguo reloj construido cuando la paz reinaba en el mundo.
Tema,
extensión, ideas
El
tema es cómo puede darse o malograrse un encuentro amoroso. El tema se repite en la
historia extrapolada a la situación supuesta
La extensión es corta: de 3 páginas.
Ideas: solo una, el cuento se centra solo en el encuentro con la chica 100.
Perdóname,
podría decir, es posible que yo sea la chica 100% perfecta para ti, pero tú no
eres el chico 100% perfecto para mí. Podría suceder, y de encontrarme en esa
situación me rompería en mil pedazos, jamás me recuperaría del golpe, tengo
treinta y dos años, y de eso se trata madurar.
DESENLACE
Final
creativo donde la historia ficticia coincide con la real.
Final cerrado.
Historia circular
Pero
el resplandor de sus recuerdos era tan débil y sus pensamientos no tenían ya la
claridad de hace catorce años. Sin una palabra, se pasaron de largo, uno al
otro, desapareciendo en la multitud. Para siempre. Una historia
triste, ¿no crees?
Sí, eso es, eso es lo que tendría que haberle dicho. Una historia triste, ¿no
crees? Sí, eso es, eso es lo que
tendría que haberle dicho.
Novedad en la técnica
En
el ámbito subjetivo se abre la 2a historia, una dentro de la otra. Es el giro principal y aumento
de tensión. Luego da otro giro: el milagro
Bueno,
no importa, hubiera empezado: “Érase una vez” y terminado con “Una
historia triste, ¿no crees?”
Érase una vez un muchacho y una
muchacha. El muchacho tenía dieciocho y la muchacha dieciséis. Él no era
notablemente apuesto y ella no era especialmente bella. Eran solamente un
ordinario muchacho solitario y una ordinaria muchacha solitaria, como todos los
demás. Pero ellos creían con todo su corazón que en algún lugar del mundo vivía
el muchacho 100% perfecto y la muchacha 100% perfecta para ellos.
Nuevo
giro:
Sí, creían en el milagro. Y ese
milagro sucedió.
Galu, mayo de 2020
EL CUENTO:
Sobre encontrarse a la chica 100% perfecta una bella mañana de abril
Una bella mañana de abril, en una callecita lateral del elegante barrio
de Harajuku en Tokio, me crucé con la chica 100% perfecta.
A decir verdad, no era tan guapa. No sobresalía de ninguna manera. Su
ropa no era nada especial. En la nuca su cabello tenía las marcas de recién
haber despertado. Tampoco era joven –debía andar alrededor de los treinta, ni
si quiera cerca de lo que comúnmente se considera una “chica”. Aun así, a
quince metros sé que ella es la chica 100% perfecta para mí. Desde el momento
que la vi algo retumbó en mi pecho y mi boca quedó seca como un desierto. Quizá
tú tienes tu propio tipo de chica favorita: digamos, las de tobillos delgados,
o grandes ojos, o delicados dedos, o sin tener una buena razón te enloquecen
las chicas que se toman su tiempo en terminar su merienda. Yo tengo mis propias
preferencias, por supuesto. A veces en un restaurante me descubro mirando a la
chica de la mesa de al lado porque me gusta la forma de su nariz.
Pero nadie puede asegurar que su chica 100% perfecta corresponde a un
tipo preconcebido. Por mucho que me gusten las narices, no puedo recordar la
forma de la de ella –ni siquiera si tenía una. Todo lo que puedo recordar de
forma segura es que no era una gran belleza. Extraño.
–Ayer me crucé en la calle con la chica 100% perfecta –le digo a
alguien.
–¿Sí? –dice él– ¿Estaba guapa?
–No realmente.
–De tu tipo entonces.
–No lo sé. Me parece que no puedo recordar nada de ella, la forma de sus
ojos o el tamaño de su pecho.
–Raro.
–Sí. Raro.
–Bueno, como sea –me dice ya aburrido–, ¿qué hiciste? ¿Le hablaste? ¿La seguiste?
–Nah, sólo me crucé con ella en la calle.
Ella caminaba de este a oeste y yo de oeste a este. Era una bella mañana
de abril.
Ojalá hubiera hablado con ella. Media hora sería suficiente: sólo para
preguntarle acerca de ella misma, contarle algo acerca de mí, y –lo que
realmente me gustaría hacer– explicarle las complejidades del destino que nos
llevaron a cruzarnos uno con el otro en esa calle en Harajuku en una bella
mañana de abril de 1981. Algo que seguro nos llenaría de tibios secretos, como
un antiguo reloj construido cuando la paz reinaba en el mundo.
Después de hablar, almorzaríamos en algún lugar, quizá veríamos una
película de Woody Allen, entrar en el bar de un hotel para tomar unos cócteles.
Con un poco de suerte, terminaríamos en la cama.
La posibilidad toca en la puerta de mi corazón.
Ahora la distancia entre nosotros es de apenas 15 metros.
¿Cómo acercarme? ¿Qué debería decirle?
–Buenos días, señorita, ¿podría compartir conmigo media hora para
conversar?
Ridículo. Sonaría como un vendedor de seguros.
–Discúlpeme, ¿sabría usted si hay en el barrio alguna lavandería 24
horas?
No, simplemente ridículo. No cargo nada que lavar, ¿quién me creería en
una línea como esa?
Quizá simplemente sirva la verdad: Buenos días, tú eres la chica 100%
perfecta para mí.
No, no se lo creería. Aunque lo dijera es posible que no quisiera hablar
conmigo. Perdóname, podría decir, es posible que yo sea la chica 100% perfecta
para ti, pero tú no eres el chico 100% perfecto para mí. Podría suceder, y de
encontrarme en esa situación me rompería en mil pedazos, jamás me recuperaría
del golpe, tengo treinta y dos años, y de eso se trata madurar.
Pasamos frente a una florería. Un tibio airecito toca mi piel. La acera
está húmeda y percibo el olor de las rosas. No puedo hablar con ella. Ella trae
un suéter blanco y en su mano derecha estruja un sobre blanco con una sola
estampilla. Así que ella le ha escrito una carta a alguien, a juzgar por su
mirada adormecida quizá pasó toda la noche escribiendo. El sobre puede guardar
todos sus secretos.
Doy algunas zancadas y giro: ella se pierde en la multitud.
Ahora, por supuesto, sé exactamente qué tendría que haberle dicho.
Tendría que haber sido un largo discurso, pienso, demasiado tarde como para
decirlo ahora. Se me ocurren las ideas cuando ya no son prácticas.
Bueno, no importa, hubiera empezado “Érase una vez” y terminado con “Una
historia triste, ¿no crees?”
Érase una vez un muchacho y una muchacha. El muchacho tenía dieciocho y
la muchacha dieciséis. Él no era notablemente apuesto y ella no era
especialmente bella. Eran solamente un ordinario muchacho solitario y una
ordinaria muchacha solitaria, como todos los demás. Pero ellos creían con todo
su corazón que en algún lugar del mundo vivía el muchacho 100% perfecto y la
muchacha 100% perfecta para ellos. Sí, creían en el milagro. Y ese milagro
sucedió.
Un día se encontraron en una esquina de la calle.
–Esto es maravilloso –dijo él–. Te he estado buscando toda mi vida.
Puede que no creas esto, pero eres la chica 100% perfecta para mí.
–Y tú –ella le respondió– eres el chico 100% perfecto para mí,
exactamente como te he imaginado en cada detalle. Es como un sueño.
Se sentaron en la banca de un parque, se tomaron de las manos y contaron
sus historias hora tras hora. Ya no estaban solos. Qué cosa maravillosa
encontrar y ser encontrado por tu otro 100% perfecto. Un milagro, un milagro
cósmico.
Sin embargo, mientras se sentaron y hablaron una pequeña, pequeñísima
astilla de duda echó raíces en sus corazones: ¿estaba bien si los sueños de uno
se cumplen tan fácilmente?
Y así, tras una pausa en su conversación, el chico le dijo a la chica:
Vamos a probarnos, sólo una vez. Si realmente somos los amantes 100% perfectos,
entonces alguna vez en algún lugar, nos volveremos a encontrar sin duda alguna
y cuando eso suceda y sepamos que somos los 100% perfectos, nos casaremos ahí y
entonces, ¿cómo ves?
–Sí –ella dijo– eso es exactamente lo que debemos hacer.
Y así partieron, ella al este y él hacia el oeste.
Sin embargo, la prueba en que estuvieron de acuerdo era absolutamente
innecesaria, nunca debieron someterse a ella porque en verdad eran el amante
100% perfecto el uno para el otro y era un milagro que se hubieran conocido.
Pero era imposible para ellos saberlo, jóvenes como eran. Las frías,
indiferentes olas del destino procederían a agitarlos sin piedad.
Un invierno, ambos, el chico y la chica se enfermaron de influenza, y
tras pasar semanas entre la vida y la muerte, perdieron toda memoria de los
años primeros. Cuando despertaron sus cabezas estaban vacías como la alcancía
del joven D. H. Lawrence.
Eran dos jóvenes brillantes y determinados, a través de esfuerzos
continuos pudieron adquirir de nuevo el conocimiento y la sensación que los
calificaba para volver como miembros hechos y derechos de la sociedad. Bendito
el cielo, se convirtieron en ciudadanos modelo, sabían transbordar de una línea
del subterráneo a otra, eran capaces de enviar una carta de entrega especial en
la oficina de correos. De hecho, incluso experimentaron otra vez el amor, a
veces el 75% o aún el 85% del amor.
El tiempo pasó veloz y pronto el chico tuvo treinta y dos, la chica
treinta.
Una bella mañana de abril, en búsqueda de una taza de café para empezar
el día, el chico caminaba de este a oeste, mientras que la chica lo hacía de
oeste a este, ambos a lo largo de la callecita del barrio de Harajuku de Tokio.
Pasaron uno al lado del otro justo en el centro de la calle. El débil destello
de sus memorias perdidas brilló tenue y breve en sus corazones. Cada uno sintió
retumbar su pecho. Y supieron:
Ella es la chica 100% perfecta para mí.
Él es el chico 100% perfecto para mí.
Pero el resplandor de sus recuerdos era tan débil y sus pensamientos no
tenían ya la claridad de hace catorce años. Sin una palabra, se pasaron de
largo, uno al otro, desapareciendo en la multitud. Para siempre.
Una historia triste, ¿no crees?
Sí, eso es, eso es lo que tendría que haberle dicho.
Haruki Murakami