Aprovechemos la generosidad del portal Ciudad Seva del escritor LUIS LÓPEZ NIEVES (https://ciudadseva.com/texto/instrucciones-para-escribir-cuentos-o-novelas/) y repasemos los consejos prácticos que nos ofrece para mejorar nuestra narrativa con los temas de ESCRITURA
6. La coma del vocativo
Los “vocativos” son las palabras
utilizadas para llamar, invocar o nombrar a una persona cuando nos dirigimos a
ella directamente. Los vocativos siempre se separan por medio
de comas.
El uso más común es cuando usamos el nombre de la persona con que
estamos hablando. Por ejemplo:
Graciela, me gustaría preguntarte si consideras que este poema es
romántico.
Me gustaría preguntarte, Graciela, si consideras que este poema es
romántico.
Me gustaría preguntarte si consideras que este poema es romántico,
Graciela.
Ya sea al principio, al final o en cualquier lugar de la oración, el
vocativo (Graciela) lleva comas. Cuando el vocativo está al comienzo o
al final, obviamente solo lleva una coma. Cuando el vocativo está dentro de la
oración, se coloca coma antes y después del vocativo.
Es importante la coma del vocativo porque su ausencia (o presencia)
puede cambiar por completo el sentido de una oración. Veamos estos ejemplos:
Teresa deja de huir.
Teresa, deja de huir.
En el primer ejemplo se nos informa que Teresa ha dejado de huir. El
segundo ejemplo es muy diferente, porque le estamos ordenando a Teresa que deje
de huir.
Veamos otros ejemplos:
Cristina llama a los estudiantes.
Cristina, llama a los estudiantes.
En la primera oración se nos informa que Cristina está llamando a los
estudiantes. En la segunda oración nosotros le estamos ordenando a Cristina que
llame a los estudiantes.
Estos ejemplos demuestran que la coma puede cambiar el sentido de una
oración.
El vocativo no es únicamente un nombre propio. También puede tratarse de
un nombre común, un título, un rango militar o civil, una profesión o un
familiar. En todos los casos
va entre comas como todos los vocativos. En los siguientes ejemplos los
vocativos están subrayados:
Tenga la bondad, sargento, de llevarle el fusil al capitán.
Señor alcalde, ha sido un placer conocerlo.
Muchas gracias por haberme curado, doctor González.
Por favor, mamá, déjame ir al cine.
Distinguida señorita, con mucho gusto acepto su compañía.
No puedo creer que lo hayas rechazado, querida amiga.
El hecho de que simplemente mencionemos el nombre de una persona no
significa que es vocativo. En los siguientes ejemplos no hay vocativos:
Ayer comí con Juan en un restaurante nuevo.
María es una chica inteligente, pero perezosa.
Nunca sé dónde podré encontrarme con Magdalena.
En ninguna de las tres oraciones anteriores hay vocativo porque no les
estamos hablando directamente a Juan, María o Magdalena. Solo estamos hablando
sobre ellos.
Como han visto en algunos de los ejemplos anteriores, a veces el
vocativo está formado por un grupo de palabras. En los siguientes ejemplos los
vocativos formados por más de una palabra están subrayados:
Mi amorcito lindo, gracias por tan bello regalo.
Qué placer encontrarme contigo, querida amiga de tantos años.
Muchas gracias, compañeros de la clase del 2019, por este
hermoso homenaje.
Suelta el vidrio, so imbécil, o lo vas a romper.
Mi capitán, de inmediato salgo para la muralla.
Es que tengo problemas con el vocativo, admirado profesor.
En resumen: es un defecto no ponerle coma al vocativo.
7. Oraciones cargadas
Veamos la siguiente
oración:
La niña se comió el pan en
el parque.
La oración es sencilla y
clara. Vamos a dividirla en cuatro partes:
La niña
se comió
el pan
en el parque.
Al escribir, podemos
cargar o elaborar una o todas las partes. Por ejemplo, escojamos “la niña”.
La niña bonita, hija de doña
Manuela, que estuvo presente el día que su padre murió debido a un
asalto, se comió el pan en el parque.
A “la niña” le añadí
información, pero lo demás se quedó igual: “se comió el pan en el parque”.
Podemos hacer lo mismo con
cada parte de la oración.
La niña se comió desesperadamente,
sin modales, como si estuviera hambrienta y no hubiera comido en dos
semanas, el pan en el parque.
La niña se comió el pan viejo,
lleno de moho, que llevaba cerca de tres días en un banco bajo el sol, y sobre
el que estaban posadas las palomas en el parque.
La niña se comió el pan en el parque a
pesar del bullicio, del frío, de la torrencial lluvia y del viento huracanado
que varias veces estuvo a punto de lanzarla al piso y de arrancarle el pan de
las manos.
En el antepenúltimo
párrafo, le añadí información a “se comió”. Luego hice los mismo con “el pan” y
“en el parque”.
Ahora que hemos visto las
partes, discutamos cuál es el problema con las oraciones cargadas. Al redactar, no es aconsejable sobrecargar las oraciones. Hay veces
en que leemos oraciones que se parecen a la siguiente, que reúne las cuatro
partes cargadas que me inventé arriba:
La niña bonita, hija de doña
Manuela, que estuvo presente el día que su padre murió debido a un
asalto, se comió desesperadamente, sin modales, como si estuviera
hambrienta y no hubiera comido en dos semanas, el pan viejo, lleno de
moho, que llevaba cerca de tres días en un banco bajo el sol, y sobre el que
estaban posadas las palomas en el parque, a pesar del
bullicio, del frío, de la torrencial lluvia y del viento huracanado que varias
veces estuvo a punto de lanzarla al piso y de arrancarle el pan de las manos.
Con las cuatro partes
elaboradas en exceso, la oración ha quedado muy cargada. Se ha convertido en un
ladrillo insufrible, difícil de leer porque al llegar al final apenas
recordamos el principio.
Al revisar nuestros
textos, debemos evitar las oraciones cargadas. En el caso de este ejemplo,
quizás se pueda cargar una de las partes, o tal vez dos, pero sobrecargar tres
o cuatro es un defecto evidente. Ya vimos cómo se ve la oración cuando solo
cargamos una parte (la niña). Ahora veamos la oración con solo dos partes
cargadas:
La niña bonita, hija de doña
Manuela, que estuvo presente el día que su padre murió debido a un
asalto, se comió el pan viejo, lleno de moho, que llevaba cerca de tres días en un
banco bajo el sol, y sobre el que estaban posadas las palomas en el
parque.
En este ejemplo hay dos
partes cargadas: “la niña” y “el pan”. Aunque no es una oración ideal, es
tolerable. Pero añadirle información a “se comió” y a “en el parque” ya sería
abrumador. No es que no podamos comunicar toda esta información. Claro que
podemos. Pero lo aconsejable sería usar dos o más oraciones, no ponerlo todo en
la misma.
En resumen: las
oraciones cargadas son un defecto.
Sin embargo, como ya he
dicho varias veces en estas Instrucciones para escribir
cuentos o novelas, en la literatura siempre hay excepciones. Algunos
autores se han caracterizado por el desarrollo de un estilo
megacargado o archibarroco. Si te interesa, como autor, crear un estilo
de este tipo, claro que tienes absoluta libertad para hacerlo. Pero, como
mínimo, asegúrate de que otros puedan entender lo que escribes.
8. Iniciar
El idioma se transforma continuamente, pero hay ciertos cambios que
molestan porque crean mucha confusión. Ese es el caso del nuevo uso que algunos
medios de comunicación le han dado a “inicia”. Veo titulares como el siguiente:
Mañana inicia el semestre
El invierno inicia en diciembre
La reunión iniciará a las 8:00 p.m.
Hay casos en que el uso de “inicia” no solo es erróneo, sino que cambia
por completo el sentido de la oración. Veamos el siguiente ejemplo tomado de la prensa:
Inicia el recogido de basura.
Inicialmente pensé que era una orden. Como si me estuvieran ordenando
que recogiera basura: “Fulano, inicia el recogido”. Pero, al continuar leyendo,
me di cuenta de que en realidad la oración quería decir: “Comenzó el recogido
de basura” o “Empezó el recogido de basura”.
En esencia, se está confundiendo “iniciar” con “comenzar” o “empezar”,
lo cual es un error. Como no soy lingüista, coloco a continuación la explicación erudita
del Diccionario panhispánico de dudas:
iniciar(se).
1. ‘Empezar’ e ‘introducir(se) en el conocimiento o práctica de algo’.
Se acentúa como anunciar.
–
2. Con el primer sentido indicado, puede ser transitivo: «El auto
inicia la marcha» o intransitivo pronominal: «La mañana se inició con un
revuelo en la calle». No es correcto su uso como intransitivo no
pronominal: La semana inició mal, error debido al cruce con el
verbo sinónimo empezar, que sí admite esta construcción.
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