Continuemos aprovechando la generosidad del portal Ciudad Seva del escritor LUIS LÓPEZ NIEVES (https://ciudadseva.com/texto/instrucciones-para-escribir-cuentos-o-novelas/) y repasemos los consejos prácticos que nos ofrece para mejorar nuestra narrativa.
Recorramos hoy los siguientes apartes 13 y 14 de Pura Literatura:
13.
¿MÁS DE LO MISMO?
¿CÓMO SE TRATA UN TEMA?
Algunos temas se ponen de moda. En estos días, por
ejemplo, es común que los escritores produzcan cuentos sobre el medio ambiente,
los abusos de los sacerdotes violadores, el maltrato a los animales, la trata
de blancas, los derechos homosexuales, el feminismo, etc. Y, por supuesto,
todos estos temas son válidos y es probable que siempre lo sean. El problema no es el tema. El
problema es cómo se trabaja un tema.
En cierto sentido podríamos decir que todo está escrito, no hay nada nuevo. ¿Un
cuento o una novela sobre amor no correspondido? Desde antes de los griegos y
los egipcios, hace miles de años, ya se había escrito muchos textos sobre
amores no correspondidos. Entonces, ¿por qué se siguen escribiendo… y leyendo?
Pues porque la situación
podrá ser la misma (amor no correspondido), pero el tratamiento del tema, por parte del autor,
no es igual; se ha trabajado el mismo tema, pero de forma nueva.
Como los textos narrativos son más largos, creo que la
poesía sería útil en este momento para ejemplificar lo que digo. Veamos a dos
poetas que tratan el mismo tema: la mujer. El primero es del siglo XIX, Gustavo
Adolfo Bécquer. Su rima XXI dice:
¿Qué es poesía?, dices mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul.
¿Que es poesía? ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía… eres tú.
Bécquer idealiza a la mujer. No la trata como a una
igual, sino como a un ser etéreo, angelical, que más o menos vive en las nubes
y camina siempre como una diosa, sin tocar el suelo.
Como contraste, veamos ahora un fragmento de un poema del
siglo XX: “Te quiero“, de Mario Benedetti:
Tus manos son mi caricia
mis acordes cotidianos
te quiero porque tus manos
trabajan por la justicia
si te
quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos
En este fragmento vemos que Benedetti trata a la mujer
como a una igual o compañera, y no como a una diosa etérea. Se trata de dos
temas idénticos: la mujer o la mujer amada. Pero el tratamiento del tema es
radicalmente diferente.
Volvamos, entonces, a la narrativa. Digamos que un autor
escribe un cuento que resumo de esta manera:
Un niño es monaguillo. Visita la iglesia con frecuencia. El
sacerdote lo viola. Un día el padre del niño los sorprende juntos en la parte
de atrás de la sacristía. Mata al cura a puñetazos.
Tenemos que ser
exigentes con nosotros mismos como autores.
Más que exigentes, tenemos que ser despiadados y preguntarnos sin misericordia alguna: ¿qué aporta este
cuento hoy día a la literatura?
La respuesta, si eres honesto y duro contigo mismo, es
“nada”. Estos cuentos ya se han visto miles de veces. Se escriben todos los
días. Y, peor aún, ni siquiera hay que ser escritor para escribirlos porque se
publican, verbatim, con frecuencia hasta en los periódicos de poca calidad,
en las redes sociales, etc.
No somos periodistas: somos escritores. No debemos
publicar cuentos ni novelas que hemos leído mil veces en libros o periódicos. Queremos ser originales y
sorprender con nuestra originalidad. Queremos ser diferentes.
Entonces, ¿quieres escribir sobre sacerdotes violadores?
Vale. Pero no lo hagas como se ha hecho antes. No escribas el mismo cuento ya escrito por otros. Dale a
la trama o estructura de tu cuento o novela un giro nuevo, diferente, asombroso o sorprendente.
En esta forma tu literatura llamará la atención y los lectores querrán leerla.
Luego les dirán a sus amigos: “Oye, tienes que leer el libro de Fulano. Es
diferente”.
Un buen ejemplo de cómo crear una obra nueva y
refrescante, a pesar de ser un tema conocido, es lo que ha sucedido con el
famoso personaje “don Juan”. Tal parece que el creador moderno de esta leyenda
es Tirso de Molina, quien escribió El
burlador de Sevilla en el 1630. Tanta
atención ha llamado este personaje que su misma historia, aunque con variables,
se ha reescrito múltiples veces a través de los siglos. Algunos de los ejemplos
más destacados de obras inspiradas en este personaje son las siguientes:
Molière: Don Juan,
1665 (Francia)
- Antonio de Zamora: No hay
plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague, 1713 (España)
- Carlo Goldoni: Don
Giovanni Tenorio, 1735 (Italia)
- Choderlos de Laclos: Las
amistades peligrosas, 1782 (Francia)
- Mozart: Don Giovanni, 1787
(Austria)
- Lord Byron: Don Juan,
1819-1824 (Inglaterra)
- Aleksandr Pushkin: El
convidado de piedra, 1830 (Rusia)
- José Zorrilla: Don Juan
Tenorio, 1844 (España)
Hay muchas versiones más. Esta es una brevísima muestra
de las más conocidas. La pregunta es: ¿por qué se ha escrito la misma obra
tantas veces? ¿Cómo puede interesarles a los lectores leer lo mismo? Y la
respuesta es clara: porque en realidad no es lo mismo. Cada obra, a
pesar de ser la misma, es diferente porque ha sido trabajada de manera
distinta por el nuevo autor. No son copias literales de la obra original.
(Una de las más antiguas películas en la historia del
cine mundial es precisamente Don Juan
Tenorio, filmada en el 1898 por el
mexicano Salvador Toscano. Luego se han producido nuevas versiones en 1913,
1922, 1926, 1956, 1969, 1970… hasta nuestros días.)
En resumen: es
un defecto escribir más de lo mismo, lo mismo, lo mismo.
Siempre debemos buscar una forma nueva de contar nuestras historias.
14. MELODRAMA
Según el diccionario, “melodrama” es una obra teatral, literaria, cinematográfica o radiofónica en la que se acentúan los aspectos patéticos y sentimentales. Sin embargo, en el contexto literario hay que añadirle a esta definición, porque en realidad se trata de una narración en que se exageran o manipulan situaciones sentimentales con el fin de generar emociones de manera artificial.
Es muy fácil provocar lágrimas por
medio de la palabra. Veamos la siguiente situación:
Una niña muy bella, toda vestida de
blanco, con cintitas en el traje, va camino a hacer su Primera Comunión. Al
cruzar la calle junto a su madre, viene de pronto un auto y la atropella. El
ancho traje blanco de la niña está ahora manchado de sangre. Acostada en medio
de la calle, la niña no puede moverse. La madre sostiene su cabeza en los
brazos. La niña no puede ver, está ciega, pero escucha el llanto de su madre.
Le pregunta, con voz débil y entrecortada (o sea, con voz de moribunda):
-¿Mamá, voy… voy… voy… a ir… a ir… al
cielo?
La madre, ahogada por el llanto, no
puede contestar. La niña insiste, con voz dulce y patética:
-¿Mamá, voy a ser un… un… angelito
cuando suba… suba… al cielo?
La madre tiene el rostro empapado de
lágrimas y se le ha corrido todo el maquillaje. Reúne valor y le contesta a su
hija:
-Sí, amor mío, vas a ser un angelito
muy bello.
-Y, mamá, ¿voy… voy… a jugar con los
angelitos todos… todos… los días y voy… voy… a estar con Papá Dios?
La madre (atacada de llanto, pero
controlándose con fuerza sobrehumana) contesta:
-Hija mía, vas a ser muy feliz.
Bueno, yo creo que con estas breves
(e insoportables) líneas bastan como ejemplo. Es evidente que la emoción
contada por el narrador no surge con naturalidad, desde la obra y los
personajes mismos, sino que está siendo manipulada por un autor que durante
quince páginas puede hacer que la niña pregunte cositas de niñas y que la madre
llore como lloraría cualquier madre que tiene a una hija moribunda en los
brazos.
Las
telenovelas, al igual que muchas novelas o películas románticas, tienden a ser
melodramas.
Ningún
autor que se tome en serio, y que desee ser respetado, escribe melodramas. Es
necesario evitar el melodrama. Toda obra literaria tiene, por
supuesto, algún elemento emotivo. Después de todo, el tema principal de la
literatura es la vida humana. Lo importante es trabajar este elemento emotivo de manera natural,
verosímil, sin manipular ni exagerar sentimientos que fácilmente pueden
provocar reacciones en el lector.
En
resumen: el melodrama es un defecto porque le resta
naturalidad y credibilidad a una obra literaria.
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