sábado, 26 de marzo de 2022

Tips para mejorar nuestra narrativa: 15. Mostrar vs. decir

 Continuemos aprovechando la generosidad del portal Ciudad Seva del escritor LUIS LÓPEZ NIEVES (https://ciudadseva.com/texto/instrucciones-para-escribir-cuentos-o-novelas/) y repasemos los consejos prácticos que nos ofrece para mejorar nuestra narrativa.

Recorramos hoy el siguiente aparte 15 de Pura Literatura:

 

1.      "Mostrar" versus "decir":

Para un escritor es fundamental comprender la diferencia entre “mostrar” o “decir”. Al “mostrar” estamos dándole al lector la oportunidad de “ver” o presenciar una escena en directo, casi como si estuviera presente. Al solamente “decir”, no se logra jamás el mismo efecto. Veamos unos ejemplos:

Un autor podría escribir:

El dentista le sacó una muela a Miguel. Fue muy doloroso. Excesivamente desgarrador. Sufrió en exceso. Oh, qué experiencia penosa.

Leemos estas cinco oraciones y qué sucede. ¿Sentimos dolor? ¿En realidad nos comunica la experiencia de Miguel? Podemos añadir un adjetivo detrás de otro, podemos repetir cien veces que Miguel sintió dolor. Pero el lector no siente nada porque la acción está “dicha”, no ha sido “mostrada”.

Cuando contamos, no podemos exigirle al lector que crea y sienta simplemente por fe o por repetición. No bastan dos palabras: “sintió dolor”. Es necesario contar una escena en la que, por medio de nuestro dominio del arte de narrar, “mostremos” lo que deseamos que el lector “vea” y sienta.

Veamos cómo “muestran” dos maestros. El primer ejemplo consiste de fragmentos del cuento Cirugía“, del ruso Anton Chejov.

Un sacristán con dolor de muela ha ido a un dentista:

(…) -Padre nuestro… Virgen Santísima… Ay…

-Así no… así no… ¿A ver? ¡No me agarre! ¡Suélteme! -hala-. Ahora… Así, así… La cosa no es tan fácil…

-¡Santo padre! ¡Santa madre!… -grita-. ¡Ángeles del cielo! ¡Ay, ay! ¡Pero hala ya, tira! ¿Te vas a pasar cinco años para arrancármela?

-Esto de la cirugía… De un golpe no es posible… Ahora, ahora…

Vonmiglásov levanta las rodillas hasta la altura de los codos, mueve los dedos, los ojos se le desorbitan, respira fatigosamente… Su cara, congestionada, se cubre de sudor, los ojos se le llenan de lágrimas. Kuriatin resopla, se mueve ante el sacristán y sigue tirando… Transcurre medio minuto horroroso y los fórceps se escurren de la muela. El sacristán se pone en pie de un salto y se mete los dedos en la boca. La muela sigue en su sitio

(…)

-No veo nada… Espera a que recobre el aliento… ¡Oh!

(…)

Vonmiglásov permanece unos instantes inmóvil, como si hubiera perdido el conocimiento. Está aturdido… Sus ojos miran estúpidamente al espacio y su pálida cara está bañada en sudor.

-Si hubiera usado el pie de cabra… -balbucea el practicante-. ¡Buena la hemos hecho!

Volviendo en sí, el sacristán se mete los dedos en la boca y en el sitio de la muela enferma encuentra dos salientes.

En esta escena de Chejov, no “dicha” sino “mostrada”, el lector puede sentir el dolor del sacristán a quien le están tratando de extraer una muela. Algunos lectores, incluso, me han dicho que les sudan las manos al leer este cuento completo. El narrador no necesita decir “le dolió”, mucho menos necesita decir “le dolió mucho”. De hecho, noten que en ningún momento dice que al paciente le dolió. No es necesario decirlo porque lo estamos “viendo”. Somos testigos.

 

Veamos ahora un fragmento del cuento “Un día de estos de Gabriel García Márquez. Un alcalde visita a un dentista:

Cuando sintió que el dentista se acercaba, el alcalde afirmó los talones y abrió la boca.

Don Aurelio Escovar le movió la cara hacia la luz. Después de observar la muela dañada, ajustó la mandíbula con una cautelosa presión de los dedos.

-Tiene que ser sin anestesia -dijo.

-¿Por qué?

-Porque tiene un absceso.

El alcalde lo miró en los ojos.

-Está bien -dijo, y trató de sonreír. El dentista no le correspondió. Llevó a la mesa de trabajo la cacerola con los instrumentos hervidos y los sacó del agua con unas pinzas frías, todavía sin apresurarse. Después rodó la escupidera con la punta del zapato y fue a lavarse las manos en el aguamanil. Hizo todo sin mirar al alcalde. Pero el alcalde no lo perdió de vista.

Era una cordal inferior. El dentista abrió las piernas y apretó la muela con el gatillo caliente. El alcalde se aferró a las barras de la silla, descargó toda su fuerza en los pies y sintió un vacío helado en los riñones, pero no soltó un suspiro. El dentista solo movió la muñeca. Sin rencor, más bien con una amarga ternura, dijo:

-Aquí nos paga veinte muertos, teniente.

El alcalde sintió un crujido de huesos en la mandíbula y sus ojos se llenaron de lágrimas. Pero no suspiró hasta que no sintió salir la muela. Entonces la vio a través de las lágrimas. Le pareció tan extraña a su dolor, que no pudo entender la tortura de sus cinco noches anteriores. Inclinado sobre la escupidera, sudoroso, jadeante, se desabotonó la guerrera y buscó a tientas el pañuelo en el bolsillo del pantalón. El dentista le dio un trapo limpio.

-Séquese las lágrimas -dijo.

El alcalde lo hizo. Estaba temblando. Mientras el dentista se lavaba las manos, vio el cielorraso desfondado y una telaraña polvorienta con huevos de araña e insectos muertos. El dentista regresó secándose las manos. “Acuéstese -dijo- y haga buches de agua de sal.” El alcalde se puso de pie, se despidió con un displicente saludo militar, y se dirigió a la puerta estirando las piernas, sin abotonarse la guerrera.

Como Chejov, García Márquez no necesita “decir” que su personaje siente un dolor inmenso. Por medio de las reacciones del personaje nos lo “muestra”. Nuevamente, somos testigos.

De hecho, un buen “truco” para confirmar que has “mostrado” bien es asegurarte de no usar ninguna palabra (ni sinónimo) que comunique directamente lo que deseas “mostrar”. Es decir, si quieres mostrar “dolor”, nunca usar la palabra “dolor”, sino “mostrarlo”. Asimismo, si quieres “mostrar” amor (romántico o familiar), odio, ira, aburrimiento o algo tan sencillo como un personaje que tiene miedo, para “mostrarlo” es mejor narrar acciones del personaje que le permitan al lector descubrir que el personaje tiene miedo, sin decirlo.

*

Bueno, ya conocemos la diferencia entre “mostrar” y “decir”. Ahora hagamos una pregunta sencilla: cuando vamos a narrar, ¿es preferible “mostrar” o “decir”? La respuesta es evidente: es mejor “mostrar”.

Entonces, ya que “mostrar” es mejor que “decir”, ¿para qué “decir”? ¿Debemos contar todo por medio de la técnica de “mostrar” y olvidarnos por completo de “decir”? No.

Para cada técnica hay un momento. La respuesta breve es la siguiente: usamos “mostrar” para momentos importantes de nuestra narración, para escenas fundamentales; por ejemplo, para la escena climática.

Un cuento (o novela) consiste de una sucesión de escenas. Veamos un cuento que consiste de siete escenas:

1. Un zapatero está en su lugar de trabajo.

2. Llega un amigo y le dice al zapatero que su esposa ha sido golpeada por un auto en la calle Central esquina calle Parque.

3. El zapatero llega hasta al lugar del accidente en su automóvil.

4. Estaciona su auto, se abre camino entre el público que observa el accidente, la policía no le permite acercarse a su esposa, convence a los policías y le permiten que llegue hasta su esposa, a quien le toma la mano.

5. Los paramédicos la suben a la ambulancia y le dicen al zapatero que no puede ir con ellos.

6. El zapatero busca su auto, se abre camino entre el tráfico, llega al hospital, se estaciona y entra al hospital.

7. Llega justo a tiempo para que su esposa, tras besarlo en la boca y decirle que lo amará para siempre, se muera en sus brazos.

¿Hay que “mostrar” las siete escenas?

En este caso, probablemente baste con mostrar la segunda, cuarta, quinta y séptima escena.

1. No hay que usar una escena para “mostrar” que es zapatero, porque eso se verá en la segunda escena, cuando el amigo llegue al lugar de trabajo.

2. Sería bueno “mostrar” la segunda escena porque nos da la oportunidad de conocer la reacción del zapatero ante la noticia. De una vez vemos cuál es su oficio, dónde trabaja, en qué condiciones trabaja, etc.

3. No es necesario “mostrar” cómo llegó a la escena del accidente. Basta con “decirlo”.

4. Quizás se quiera “mostrar” en detalle, en la cuarta escena, las dificultades que tuvo para llegar hasta su esposa.

5. Quizás se quiera “mostrar” la quinta escena para que los lectores vean la reacción del zapatero cuando le dicen que no puede subir a la ambulancia.

6. No es necesario “mostrar” cómo llegó al hospital.

7. Sería obligatorio “mostrar” la escena climática, para escuchar las últimas palabras de la esposa y “ver” su muerte y la reacción del zapatero.

 

Es importante entender que todo lo dicho por mí en los siete párrafos anteriores es meramente una versión de cómo se podrían escribir estas escenas. El arte de narrar es muy complejo. Cada “historia” puede contarse de millones de maneras diferentes.

Quizás, para la versión del escritor X, sea importante “mostrar” la primera escena. Podría desear “mostrar” en detalle cómo es el trabajo del zapatero, cómo es su personalidad, cómo se lleva con sus compañeros de trabajo y con los clientes, antes de que el amigo llegue con la mala noticia. En ese caso, se le podrían dedicar muchas páginas a la primera escena, que para fines de mi ejemplo dije que bastaba con “decirla” o incluso obviarla por completo.

Otro escritor podría optar por “mostrar” en detalle la tercera escena. Contar que el zapatero está tan nervioso que apenas puede encender su auto. Le sudan las manos. Llora. Está tan distraído y nervioso que por poco choca el carro. Al llegar, antes de bajar del auto, apoya la cabeza contra el guía y llora nuevamente. Al salir, se cae de rodillas, besa la tierra y le ruega al cielo que proteja a su esposa. Etcétera.

Otro escritor podría usar esta misma tercera escena, que yo descarté, para mostrar que el marido va en el carro fumando y feliz. Sonríe. De vez en cuando suelta una carcajada. Escucha reguetón en la radio. Y llama a una mujer con su celular y le dice: “Mi amor, estamos de suerte, creo que pronto seré viudo. ¡Hay que celebrar!”

Este mismo escritor podría entender que basta con “decir” la cuarta escena porque ya no es importante. En vez de mostrar toda la situación, le bastará con decir: “Se abrió camino entre el público y convenció a los policías para que lo dejaran llegar hasta su esposa, a quien le cogió la mano”.

En resumen, es más efectivo “mostrar”. Es un defecto que un cuento (o novela) esté todo “dicho”. Más que una narración, vendría siendo casi un resumen, porque el lector apenas podrá “ver” (o sentir) la acción y los detalles de la historia.

Como regla básica, por tanto, las escenas más importantes de un cuento o novela deben “mostrarse”, aunque todo dependerá del objetivo final del autor.

lunes, 21 de marzo de 2022

En el día de la poesía, felicitaciones y agradecimientos a todos los poetas. Su inspiración nos hace más bonita la vida.

Homenaje a nuestros poetas. Entre ellos:

Juana María Echeverri, Juan Carlos Acevedo, Gloria María Medina, John Hoyos, Georges Weinstein, Ástrid Arboleda, Gilma de los Ríos, Adalberto Agudelo, Rosa Elena Grueso, Beatriz Zuluaga, Beatriz Hoyos ―Felicidad― y Dominga Palacios.  

 

 

Juana María Echeverri:

 Montemadre

                                                                          

                                                 Vuelve ya por su recuerdo a su espejo original                                                             

                                                                                                        José Lezama Lima

 

                                                                                       No teman las conozco a todas

                                                                                                                  Madremonte

 

 

 

 

                                                                     Hermanautas y la cata de la sangre

 

El    rostro   anticipa un   paisaje

                                             Montemadre

Bosque infinito de lenguas 

bestiario en ascenso sin saciedad        sueño

 

Mis hermanas y yo al inicio de la sensación

 

👏👏👏

 

Juan Carlos Acevedo

Espejos

 

Me mira como se mira un cachorro.

Descubro la ternura en sus espejos

y pienso: en la tierra nadie mira con ternura,

la gente de ciudad tiene miedo.

 

¿Quién desde el fondo de esas aguas,

me interroga?

 

 

Me observa.

Tiemblo.

Desfallezco.

 

Para defenderme atrapo palabras

con los dedos,

 y escribo poemas que no sirven para nada.

 

Me mira y mi rostro se deshace.

 

Una oración pido,

una palabra basta: su nombre.

                                                                          👏👏👏

 

 

Gloria María Medina:

 

Ojales para las cicatrices

Ahora es una Arlequina frente a la ventana

recoge los labios, los hace ovillo

lanza vaho y el cristal se nubla

su temblor en los dedos dibuja

destinos con triángulos de humo

 

Es una muchacha con alma de cántaro,

de tanto ir al agua, se ha roto en siete caminos

por los ojales de sus cicatrices escaparon

diarios de amor y olvido, todas las cadenas

y un desfile de engaños

 

Trae la magia del amor consigo,

puede sacar de los bolsillos 

besos como retoños de hierba,

hijos no nacidos, cantos de sirena 

y boleros para bailar con todos los vestidos.

 

Ahora es una alondra, flor del aire de regreso al paraíso

                                                                                                                      Gloriamaría

                                                      👏👏👏

 

 

John Hoyos: 

 

Las vitrinas

Las vitrinas son las muchachas más impúdicas de la ciudad.

Exhibicionistas ellas,

muestran sin bochorno sus intimidades

para invitarnos al consumo.

El vestido largo que anhela lucir la quinceañera,

las calzonarias que harán juego con la corbata del caballero,

las bragas diminutas para la amante ardiente

y las zapatillas de marca para el adolescente.

Un niño humilde pega su naricilla a la vidriera,

mira anhelante un Ferrari bermellón a escala

y con su letra infantil escribe en el vaho del cristal:

" Por favor, Niño Dios."

                                                      👏👏👏

 

 

Georges Weinstein:

 

Mariposas de la noche

Retornas ―y pregunto―:

¿con tu vuelo del crepúsculo

por qué tus alas temblorosas?

¿en qué sombras

libaste tus colores?

 

¿por qué un antiquísimo

temor a tu presencia?

 

¿por qué desaparecen tus formas

en cada madrugada?

 

¿por qué no disfrutamos la belleza

de tus alas en el día?

 

                                                      👏👏👏

 

Ástrid Arboleda:

 

Jardín sin sombra

“…en el mismo jardín donde la hierba canta todavía…

entre los matorrales de la sombra…”

Olga Orozco

 

Quien lo cuidaba

ha partido

no se escucha ya

el canto de los grillos

ni los trinos

en el jardín otrora de ensueño

 

Hasta la hierba

grita su ausencia

la maleza cubre todo

oculta la veranera

 

Su sombra

no lo protege

tampoco la acacia

seca de dolor

ofrece la suya

¡quien la plantó

ya no existe!

 

El rosal

ofrendó su última flor

el día de su último vuelo

el del abuelo.

 

                                                      👏👏👏

 

Gilma de los Ríos:

 

En la propia trampa

El solo entregarme completamente,

ha cerrado las puertas de los otros,

pero no aprendo esa simple lección.

 

Y cuando vuelvo a amarme

y por lo tanto a dotar el amor,

quebranto libremente

los esenciales límites

del más íntimo yo.

 

Y por supuesto: ¡aterrorizo al otro!

 

                                                      👏👏👏

 

 

Adalberto Agudelo:

 

Los memoriales

Mi ángel de la guarda me da malos ejemplos.

Anda por ahí borracho, en bares y cantinas. Pregunta por dios. Dice que le prestó las alas para un vuelo y desde entonces nada sabe de sus pasos. Loco dios, anda enredado en las cuerdas de la luz, la tevecable y el teléfono. Pregunta por mi ángel para entregarle estas alas viejas que no soportan el peso de sus demonios. Ahora, temerosos del vuelo, los dos cuelgan del clavo en la pared, al lado de impermeables y paraguas.

 

                                                      👏👏👏

 

 

Rosa Elena Grueso

La cometa

 

La cometa está en lo alto

con su cola de colores,

bajo el cielo despejado

solo el viento la sostiene.

 

La mano de algún niño

suelta el hilo o lo recoge,

su mirada sigue atenta

su cometa entre las otras.

 

A lo alto de la loma

van llegando con cometas

los pequeños y los grandes

atraídos por el viento.

 

En agosto, las cometas

se recrean con el viento.


                              👏👏👏

Beatriz Zuluaga:

 

Habitación propia

Mi casa soy yo misma

con su cuarto de recibo: el alma.

A nadie le doy la llave porque es tan pequeña

que apenas hay espacio

para uno que otro sueño.

A veces quiero ampliarla

y salgo a pasear fuera de ella.

No es mucho lo que puedo recoger

para llevar conmigo: uno que otro abrazo,

una leve caricia, en cambio muchas lágrimas

y un miedo tan terrible

de ver asesinar los ruiseñores

desde todas las esquinas de la muerte.

                                                      👏👏👏

 

Beatriz Hoyos (Felicidad):

Mudanza

 

“Hay cosas encerradas

dentro de los muros que, si

salieran de pronto a la calle

 y gritaran, llenarían el mundo”

 

(Federico García Lorca)

 

 

 

… Largo silencio entre tu casa y la mía, extraña ausencia…

 

Quizá hayas cambiado de casa.

 

Un papel sepia reviste sus ventanas,

los árboles no emulan su sonrisa

y en sus copas los nidos envejecen,

de los rosales de la entrada brotan solo espinas

y las mariposas parecen inmóviles por tu ausencia.

 

El espacio en blanco al sur de la calle diez y ocho  

ya no divulga tu caligrafía,

solitario el buzón del norte abre sus fauces

y en el fondo de su externa envoltura 

unas cuantas hojas acaban el otoño.

Los ejes de la carreta se oxidan 

y el banco de margaritas,

deja entrever sus raíces casi secas.

 

¡Quizá tenga razón, quizá te hayas mudado

de casa!

 

El sendero a la ermita está poblado de hierbas 

y en la gruta, María sin el niño entre sus brazos, 

solitaria dibuja en su cara asombro y pena.

Los corales que pintaras en primavera

se confunden con el musgo del tiempo.

 

Grandes nubarrones se ciernen sobre el tejado

oprimiendo los silencios y la nostalgia

y en sus tejas las golondrinas hibernan sus afonías,

la chimenea emana su flujo gris sobre el barandal

y un par de sillas mecidas por el viento 

descuelgan sus entramados por el muro.

 

¡Quizá tenga razón, quizá te hayas mudado

de casa!

 

Al pie de la escalinata una sombra se pasea,

mis pupilas se dilatan en el intento 

por descubrir en el fondo de sus líneas tu figura. 

No puedo creer que me dejaras entrada la primavera

y que tus labios no me sepan ya a fruta fresca.

 

¡Quizá tenga razón, quizá te hayas mudado

de casa!

 

                                                      👏👏👏


Dominga Palacios:

 

Del lado cinco de mi corazón

hay una mariposa con muletas 

y un arco así de medio punto

que necesariamente ha de cruzar 

mi sangre detenida diez años luz. 

Yo quiero una cometa de colores

con una cola larga

que deshaga las trenzas de mi hastío,

que eche a volar,

aunque tan solo sea por un momento,

este dolor, esta crueldad,

esta inclemencia del aburrimiento.

Quiero una caña de pescar. 

Una lata repleta de lombrices, 

de grillos y de moscas

para engañar las horas,

para inquietar el agua,

para matar el tiempo.

Me gustan las arañas 

con un puntito rojo sobre el lomo

y los peces azules sin secretos.

                                                      👏👏👏

 


 


sábado, 19 de marzo de 2022

Tips para mejorar nuestra narrativa: 13. ¿Más de lo mismo? 14. Melodrama

Continuemos aprovechando la generosidad del portal Ciudad Seva del escritor LUIS LÓPEZ NIEVES (https://ciudadseva.com/texto/instrucciones-para-escribir-cuentos-o-novelas/) y repasemos los consejos prácticos que nos ofrece para mejorar nuestra narrativa.

Recorramos hoy los siguientes apartes 13 y 14 de Pura Literatura:

13.      ¿MÁS DE LO MISMO?

¿CÓMO SE TRATA UN TEMA?

Algunos temas se ponen de moda. En estos días, por ejemplo, es común que los escritores produzcan cuentos sobre el medio ambiente, los abusos de los sacerdotes violadores, el maltrato a los animales, la trata de blancas, los derechos homosexuales, el feminismo, etc. Y, por supuesto, todos estos temas son válidos y es probable que siempre lo sean. El problema no es el tema. El problema es cómo se trabaja un tema.

En cierto sentido podríamos decir que todo está escrito, no hay nada nuevo. ¿Un cuento o una novela sobre amor no correspondido? Desde antes de los griegos y los egipcios, hace miles de años, ya se había escrito muchos textos sobre amores no correspondidos. Entonces, ¿por qué se siguen escribiendo… y leyendo? Pues porque la situación podrá ser la misma (amor no correspondido), pero el tratamiento del tema, por parte del autor, no es igual; se ha trabajado el mismo tema, pero de forma nueva.

Como los textos narrativos son más largos, creo que la poesía sería útil en este momento para ejemplificar lo que digo. Veamos a dos poetas que tratan el mismo tema: la mujer. El primero es del siglo XIX, Gustavo Adolfo Bécquer. Su rima XXI dice:

¿Qué es poesía?, dices mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul.
¿Que es poesía? ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía… eres tú.

Bécquer idealiza a la mujer. No la trata como a una igual, sino como a un ser etéreo, angelical, que más o menos vive en las nubes y camina siempre como una diosa, sin tocar el suelo.

Como contraste, veamos ahora un fragmento de un poema del siglo XX: Te quiero“, de Mario Benedetti:

Tus manos son mi caricia
mis acordes cotidianos
te quiero porque tus manos
trabajan por la justicia

si te quiero es porque sos
mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos

En este fragmento vemos que Benedetti trata a la mujer como a una igual o compañera, y no como a una diosa etérea. Se trata de dos temas idénticos: la mujer o la mujer amada. Pero el tratamiento del tema es radicalmente diferente.

Volvamos, entonces, a la narrativa. Digamos que un autor escribe un cuento que resumo de esta manera:

Un niño es monaguillo. Visita la iglesia con frecuencia. El sacerdote lo viola. Un día el padre del niño los sorprende juntos en la parte de atrás de la sacristía. Mata al cura a puñetazos.

Tenemos que ser exigentes con nosotros mismos como autores. Más que exigentes, tenemos que ser despiadados y preguntarnos sin misericordia alguna: ¿qué aporta este cuento hoy día a la literatura?

La respuesta, si eres honesto y duro contigo mismo, es “nada”. Estos cuentos ya se han visto miles de veces. Se escriben todos los días. Y, peor aún, ni siquiera hay que ser escritor para escribirlos porque se publican, verbatim, con frecuencia hasta en los periódicos de poca calidad, en las redes sociales, etc.

No somos periodistas: somos escritores. No debemos publicar cuentos ni novelas que hemos leído mil veces en libros o periódicos. Queremos ser originales y sorprender con nuestra originalidad. Queremos ser diferentes.

Entonces, ¿quieres escribir sobre sacerdotes violadores? Vale. Pero no lo hagas como se ha hecho antes. No escribas el mismo cuento ya escrito por otros. Dale a la trama o estructura de tu cuento o novela un giro nuevodiferenteasombroso o sorprendente. En esta forma tu literatura llamará la atención y los lectores querrán leerla. Luego les dirán a sus amigos: “Oye, tienes que leer el libro de Fulano. Es diferente”.

 

Un buen ejemplo de cómo crear una obra nueva y refrescante, a pesar de ser un tema conocido, es lo que ha sucedido con el famoso personaje “don Juan”. Tal parece que el creador moderno de esta leyenda es Tirso de Molina, quien escribió El burlador de Sevilla en el 1630. Tanta atención ha llamado este personaje que su misma historia, aunque con variables, se ha reescrito múltiples veces a través de los siglos. Algunos de los ejemplos más destacados de obras inspiradas en este personaje son las siguientes:

Molière: Don Juan, 1665 (Francia)

  • Antonio de Zamora: No hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague, 1713 (España)
  • Carlo Goldoni: Don Giovanni Tenorio, 1735 (Italia)
  • Choderlos de Laclos: Las amistades peligrosas, 1782 (Francia)
  • Mozart: Don Giovanni, 1787 (Austria)
  • Lord Byron: Don Juan, 1819-1824 (Inglaterra)
  • Aleksandr Pushkin: El convidado de piedra, 1830 (Rusia)
  • José Zorrilla: Don Juan Tenorio, 1844 (España)

Hay muchas versiones más. Esta es una brevísima muestra de las más conocidas. La pregunta es: ¿por qué se ha escrito la misma obra tantas veces? ¿Cómo puede interesarles a los lectores leer lo mismo? Y la respuesta es clara: porque en realidad no es lo mismo. Cada obra, a pesar de ser la misma, es diferente porque ha sido trabajada de manera distinta por el nuevo autor. No son copias literales de la obra original.

(Una de las más antiguas películas en la historia del cine mundial es precisamente Don Juan Tenorio, filmada en el 1898 por el mexicano Salvador Toscano. Luego se han producido nuevas versiones en 1913, 1922, 1926, 1956, 1969, 1970… hasta nuestros días.)

En resumen: es un defecto escribir más de lo mismo, lo mismo, lo mismo. Siempre debemos buscar una forma nueva de contar nuestras historias.

14.      MELODRAMA

Según el diccionario, “melodrama” es una obra teatral, literaria, cinematográfica o radiofónica en la que se acentúan los aspectos patéticos y sentimentales. Sin embargo, en el contexto literario hay que añadirle a esta definición, porque en realidad se trata de una narración en que se exageran o manipulan situaciones sentimentales con el fin de generar emociones de manera artificial.

Es muy fácil provocar lágrimas por medio de la palabra. Veamos la siguiente situación:

Una niña muy bella, toda vestida de blanco, con cintitas en el traje, va camino a hacer su Primera Comunión. Al cruzar la calle junto a su madre, viene de pronto un auto y la atropella. El ancho traje blanco de la niña está ahora manchado de sangre. Acostada en medio de la calle, la niña no puede moverse. La madre sostiene su cabeza en los brazos. La niña no puede ver, está ciega, pero escucha el llanto de su madre. Le pregunta, con voz débil y entrecortada (o sea, con voz de moribunda):

-¿Mamá, voy… voy… voy… a ir… a ir… al cielo?

La madre, ahogada por el llanto, no puede contestar. La niña insiste, con voz dulce y patética:

-¿Mamá, voy a ser un… un… angelito cuando suba… suba… al cielo?

La madre tiene el rostro empapado de lágrimas y se le ha corrido todo el maquillaje. Reúne valor y le contesta a su hija:

-Sí, amor mío, vas a ser un angelito muy bello.

-Y, mamá, ¿voy… voy… a jugar con los angelitos todos… todos…  los días y voy… voy… a estar con Papá Dios?

La madre (atacada de llanto, pero controlándose con fuerza sobrehumana) contesta:

-Hija mía, vas a ser muy feliz.

Bueno, yo creo que con estas breves (e insoportables) líneas bastan como ejemplo. Es evidente que la emoción contada por el narrador no surge con naturalidad, desde la obra y los personajes mismos, sino que está siendo manipulada por un autor que durante quince páginas puede hacer que la niña pregunte cositas de niñas y que la madre llore como lloraría cualquier madre que tiene a una hija moribunda en los brazos.

Las telenovelas, al igual que muchas novelas o películas románticas, tienden a ser melodramas.

Ningún autor que se tome en serio, y que desee ser respetado, escribe melodramas. Es necesario evitar el melodrama. Toda obra literaria tiene, por supuesto, algún elemento emotivo. Después de todo, el tema principal de la literatura es la vida humana. Lo importante es trabajar este elemento emotivo de manera natural, verosímil, sin manipular ni exagerar sentimientos que fácilmente pueden provocar reacciones en el lector.

En resumen: el melodrama es un defecto porque le resta naturalidad y credibilidad a una obra literaria.