CAMINO AL LIBRO
Julián Mauricio Ocampo Castro
El olor de esta mañana no era el cotidiano. La aurora
trajo, de repente, un sabor a madera triturada mezclada con voces; el viento le
encimó algunos susurros de jóvenes sonidos incomprensibles; las abejas que
volaban temprano parecían regar glucosa a su paso; y, finalmente, los rayos de
un incipiente sol dejaron una sensación de tinta diluida en agua de hierbas.
Había que salir, pues, de la casa para seguir un aroma que traía viejos
recuerdos… memorias de otro tiempo en que se recorrían las calles sin temor y
que caminar a cielo abierto resultaba cotidiano. Hoy, a pesar del confinamiento
al que nos obliga la expansión de un virus mortal, había que seguir el destino
que marcaba el instinto. … Entonces, hallarse sin más en la puerta de un lugar
tan cercano y tan distante en este tiempo, un viejo espacio lleno de olores,
pensamientos y voces… ¡Entrar… y entonces reunirse con aquellos que forman la
vida y que prometen la eternidad!
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