Seguimos aprovechando la generosidad del portal Ciudad Seva del escritor LUIS LÓPEZ NIEVES (https://ciudadseva.com/texto/instrucciones-para-escribir-cuentos-o-novelas/) y repasemos los consejos prácticos que nos ofrece para mejorar nuestra narrativa.
Recorramos hoy los siguientes aparte 8 y 9 de Pura Literatura:
8. Epígrafes
Un
epígrafe es una cita breve (propia o ajena) que suele colocarse al comienzo de
un cuento o de una novela. Hay muchas razones por las que se puede
utilizar este recurso. Puede ser una frase o verso que:
- Inspiró nuestra obra.
- Sirve de introducción a
nuestra obra.
- Ofrece información útil para
comprender o aclarar nuestra obra.
- Comenta o anticipa el estilo
de nuestra obra.
- Sintetiza nuestra obra.
- Etcétera.
La costumbre es colocar el epígrafe debajo del título, pero antes de la primera oración
de la obra. Se coloca a la
derecha, en letra
más pequeña y en cursiva. En esta forma queda claro que no es parte de
la obra, sino que es un epígrafe.
Incluir o no incluir epígrafes
depende de la preferencia del autor. Obviamente no es obligatorio.
Termino con dos ejemplos de
epígrafes. Son los comienzos de dos cuentos. En el primer ejemplo Cortázar
aporta información útil para comprender su cuento. En el segundo, Villiers cita
a un príncipe para anticipar el tema del suyo.
La noche boca arriba
por Julio Cortázar
Y salían en ciertas épocas a cazar
enemigos;
le llamaban la guerra florida.
A mitad del largo zaguán del hotel
pensó que debía ser tarde y se apuró a salir a la calle y sacar la motocicleta
del rincón donde el portero de al lado le permitía guardarla. En la joyería de
la esquina vio que eran las nueve menos diez; llegaría con tiempo sobrado
adonde iba (…)
Antonia
por Villiers de L’Isle Adam
Íbamos a menudo a casa de la Duthé:
allí hablábamos
de moral y otras veces hacíamos cosas peores.
-El príncipe de Ligne
Antonia vertió agua helada en un vaso
y puso en él su ramo de violetas de Parma:
-¡Adiós a las botellas de vino de
España! -dijo.
E, inclinándose hacia un candelabro, encendió, sonriendo, un papelito liado con una pizca de phëresli; este movimiento hizo brillar sus cabellos, negros como el carbón.
9. Estructura
Estructura moderna
En
términos muy generales podemos decir que hay dos tipos de estructuras narrativas: la tradicional y
la moderna.
La estructura moderna es la más fácil de definir
porque no existe. O digamos que son tantas y
tantas que no se pueden describir, porque la estructura moderna consiste en que el escritor
cuenta su historia como le da la gana. En cada texto crea su estructura
propia. Descarta casi por
completo el uso cronológico de los cuatro pasos de la estructura tradicional.
En la nota
sobre estructura tradicional dije que esta consiste de cuatro pasos: Introducción, Desarrollo, Clímax
y Desenlace.
En la
estructura moderna el autor podría comenzar su novela o cuento en el mismo
clímax. O en el desenlace. O empezar en el desarrollo. O donde mejor entienda
que debe comenzar la historia. El autor no sigue reglas. Bueno, digamos que la única regla es que la
historia sea coherente… y que tenga un conflicto, porque sin conflicto no hay
cuento ni novela.
Si
utilizamos a “La Caperucita Roja” como ejemplo, el cuento podría comenzar de
estas maneras:
1. Comenzar por el desenlace: La
Caperucita Roja, feliz por haberse salvado del lobo, besó a su mamá, quien la
abrazaba con los ojos llenos de lágrimas de felicidad. Tanto el cazador como la
abuela observaban con satisfacción. Al lado de la cama, en un inmenso charco de
sangre, yacía un lobo muerto. Al mirarlo, la Caperucita recordó cuando, tras
desobedecer las órdenes de su madre, se encontró de frente con el lobo que la
esperaba en el bosque. El lobo le preguntó para dónde iba y ella le contestó…
En este
primer ejemplo (comenzar por el desenlace), en algún momento el autor
obviamente debe generar una escena retrospectiva para entonces contar lo que
sucedió antes del desenlace.
2. Comenzar por el clímax: El lobo tumbó con las patas a la Caperucita
Roja, quien lloraba y gritaba desesperada. El terrible animal, de largos
colmillos, le colocó las patas sobre el pecho, de manera que la niña no se
podía levantar. Tras lamerle el cuello varias veces, el animal se dispuso a
morder de una vez para desgarrar el cuello y empezar a comerse a la
Caperucita. De pronto se abrió la puerta de la casa y entró un cazador
enorme, quien al darse cuenta de lo que sucedía apuntó con su escopeta y mató
al lobo.
En este
segundo ejemplo (comenzar por el clímax), el autor ha optado por empezar en el
momento más intenso de su narración. Culmina el conflicto. Evidentemente, el
autor tendrá que buscar la manera de contarnos cómo se llegó a este momento
climático.
3. Comenzar por el desarrollo: La Caperucita Roja entró al bosque para
llevarle una canasta de frutas a su abuela. De pronto se encontró de frente con
un lobo de dientes enormes que le preguntó: ¿Adónde vas?
En este
tercer ejemplo (comenzar por el desarrollo), la narración comienza directamente en el
conflicto. No hay introducción de ningún tipo. A este tipo de comienzo
también se le conoce como “in
media res”, término latino que significa “en medio de la cosa”. A partir de este comienzo,
el autor puede simplemente continuar adelante y contar la historia. O puede
volver atrás para ofrecernos escenas del pasado que llevaron a esa escena
inicial.
Estos son
solo unos ejemplos mínimos de lo que puede hacer un autor con la estructura moderna. Es decir, puede comenzar en el desenlace,
el clímax o el desarrollo.
Pero
también puede crear cualquier estructura que desee. Por ejemplo, es común que
la estructura moderna prescinda de algunos pasos que la estructura tradicional
consideraba imprescindibles. Es
poco frecuente encontrar un cuento moderno que incluya una introducción
tradicional o un desenlace tradicional. Estos dos pasos, en gran medida, han
desaparecido.
Sin
embargo, tanto el
desarrollo (conflicto) como el clímax (punto de mayor tensión) siguen siendo
indispensables. Sin conflicto no hay novela ni cuento. Sin clímax la
novela o el cuento se quedarían a medias, incompletos. Desarrollo y clímax son
imprescindibles.
En gran medida el lector contemporáneo prefiere y
se ha acostumbrado a narraciones que comienzan in media res.
Hoy día las largas introducciones se perciben como
aburridas. El lector moderno prefiere comenzar con el conflicto y luego (en el
camino) irse enterando de los detalles que sean necesarios para entender la
historia con mayor profundidad.
Resumo: no
hay estructura moderna. Cada autor moderno inventa la estructura propia.
Sin
embargo, aclaro que estos son precisamente los retos que interesan a un
escritor. Por ejemplo, un escritor se puede decir: “Ya que las introducciones
largas no están de moda, yo voy a escribir un cuento bueno y moderno con una
larga introducción”. Será su reto. Pero lo hará de tal forma que al lector le
gustará leer esta introducción. El lector se quedará con la impresión de que
esa introducción tenía algo “diferente”, era original, no era anticuada, y por
eso representa un reto superado con éxito por parte del autor.
Estructura tradicional
Desde
niños ya somos expertos en la estructura tradicional, porque es la que utilizan casi todos
los cuentos de hadas e infantiles que nos contaban nuestros padres.
Consiste de cuatro partes:
1. Introducción
2. Desarrollo
3. Clímax
4. Desenlace
1. En la Introducción normalmente
se contextualiza la historia. Se indica la época, el lugar, los personajes,
etc. Se describe el país, la ciudad, la calle, la casa, la habitación, la cama,
la almohada; también los personajes, la ropa que visten, sus modos de transporte,
la comida, etc. En fin, se presenta la información que, en opinión del autor,
hace falta conocer antes de contar la historia como tal.
Si usamos
como ejemplo “La Caperucita Roja”, pues la introducción generalmente indica que
“había una vez” una muchacha muy buena y bonita que vivía con su mamá en la
orilla del bosque. (“Había una vez” es una fórmula tradicional que significa
“hace un montón de tiempo en un lugar impreciso”.) La mamá era de X manera, la
nena era de Y manera. Y ambas vivías felices en una casita que era de Z manera.
La mamá horneaba postres, la nena jugaba con su muñeca y olía las rosas; en
fin, todo era pura felicidad. Y a la muchacha le decían Caperucita Roja porque
la mamá le había hecho una hermosa capa roja.
2.
El Desarrollo empieza
cuando comienza el conflicto. Hasta ahora no ha habido conflicto, todo el mundo
es feliz, todos están contentos, pero un día la mamá le pide a la Caperucita
que le lleve una cesta de comida a la abuela y le advierte que no entre al
bosque porque el lobo se la puede comer. La nena sale, pero de inmediato entra
al bosque y se encuentra con el lobo. Ha comenzado el conflicto porque ya
existe la posibilidad muy real de que el lobo se coma a la niña.
A partir
de ahora estamos en pleno Desarrollo del cuento. Continuamos leyendo porque
queremos (necesitamos) saber si la Caperucita se va a salvar o si el lobo
malvado se la comerá. La tensión narrativa continúa aumentando. Normalmente la
inmensa mayoría de un cuento o novela, la casi totalidad de un cuento o novela,
es el Desarrollo.
Llega la
escena de la cama. Abuelita, qué ojos grandes. Abuelita, qué orejas grandes.
Abuelita, qué dientes grandes. Hasta que de pronto el lobo sadista intenta
comerse a la pobre Caperucita. Entonces aparece el cazador y mata al lobo.
Hay muchas
otras versiones de este cuento, porque es folclórico y cada persona lo cuenta a
su manera. En otras versiones, por ejemplo, el lobo se come a la Caperucita y a
su abuela, pero el cazador le abre el vientre al lobo muerto y saca a las dos
víctimas. O la abuela está encerrada en la despensa. Etc.
Usemos la
versión en que la abuela está encerrada en el ropero y el cazador mata al lobo
en el momento justo en que intenta comerse a la Caperucita.
Tan pronto
muere el lobo, ha
terminado el Desarrollo porque ya no hay tensión narrativa.
Podemos dormir tranquilos. La Caperucita se ha salvado.
3.
El Clímax es
el momento en que el cazador mata al lobo. Es el punto de mayor intensidad en la narración. Y
justamente en este punto
climático es que termina el Desarrollo porque ha cesado el conflicto. El
lobo ha muerto y la Caperucita ya no está en peligro. La razón de ser del
cuento, que era contarnos la peligrosa aventura de la Caperucita con el lobo,
ha terminado. El Clímax
suele ser breve, aunque podría extenderse.
4. En
el Desenlace meramente
se atan los cabos sueltos
de la historia. En una de las versiones más conocidas, llega la mamá a
la casa de la abuela. Ella y el cazador sacan a la abuela del cuartito en que
estaba encerrada o de la barriga del lobo. La sonriente Caperucita anuncia que
aprendió su lección y que nunca volverá a desobedecer a su mamá. Todos sonríen
felices y se abrazan. El cazador (soltero) y la mamá (viuda) se miran con una
gran sonrisa. Poco tiempo después la mamá y el cazador se casan y todos viven
felices para siempre.
En
resumen, esta es la estructura tradicional de un cuento o una novela. Es la que
muchos autores -conocidos y desconocidos- han utilizado durante miles de años
para contar sus narraciones. Sin embargo, ya no se usa mucho porque los autores
modernos prefieren usar estructuras modernas.