Del curso gratuito de escritura, escuela de escritores.com:
Nos vamos a detener ahora en la forma de estructurar el
discurso narrativo para que cualquier cosa que contemos adquiera interés y relevancia.
Es decir, vamos a construir un edificio sólido donde el estilo y los recursos
expresivos de cada puedan sostenerse a la hora de narrar.
La forma de engarzar los diferentes elementos del discurso
es lo que llamaríamos la composición. Resulta una cuestión fundamental, porque
la manera en que lo hagamos va a influir directamente en el sentido del texto.
Las
unidades narrativas más importantes que componen una historia son:
Escena
La escena es una parte de la narración cerrada en sí misma,
sometida a unos principios de unidad (tiempo, lugar y acción) y, en la mayoría
de los casos, a un mismo punto de vista. La escena, por consiguiente, exige al
autor una indicación escueta o detallada del marco físico y alguna insinuación
sobre el paso del tiempo (variaciones de la luz, del ruido ambiental...). Como
consecuencia, los límites de la escena son muy precisos, de modo que
constituyen una secuencia completa, identificable dentro de la narración. A
veces en ella la voz del narrador pasa a un segundo plano y el uso del estilo
directo nos permite escuchar, de primera mano, las palabras de los personajes
(sus diálogos).
Como recurso de
composición, la escena coloca al lector en medio de la acción dramática. Le
invita a asistir a los hechos y puede tener, por eso mismo, un efecto
envolvente: un suceso que oímos de boca de otro y un suceso que presenciamos no
nos conmueve en la misma medida. No es lo mismo mostrar los hechos que
decirlos, igual que no es lo mismo ver una película que oírla contar a un amigo.
Narración lineal
Consiste en contar los hechos al mismo tiempo que suceden,
como en la escena, pero variando en este caso los escenarios y las acciones. En
la novela negra se da mucho, cuando el narrador (la cámara) va siguiendo al
detective en todas sus investigaciones, le acompaña en sus idas y venidas,
corre y se esconde con él en las persecuciones, etc. Es muy útil para mantener
la tensión narrativa, mientras el hilo de la acción está pendiente de
resolución, como cuando en las películas nos muestran a la chica realizando sus
acciones cotidianas (lavarse los dientes, ponerse el pijama...) mientras
nosotros sabemos que el asesino está escondido en el armario.
Resumen
En el resumen el
tiempo de la acción es mayor que el tiempo de la narración. Por poner un símil
cinematográfico: es muy común que, en algunas películas, aparezcan contados
varios años de noviazgo feliz entre los dos protagonistas por medio de planos
difuminados (como las fotografías de boda), uno detrás de otro; en uno los dos
novios pasean juntos por un parque en primavera; en el siguiente se besan en el
cine sin reparar en la película; después aparece él regalándole flores a ella;
y así sucesivamente. Luego vuelve la cámara a centrarse y pasa a contarnos, en
una secuencia de escenas más lentas, a tiempo real, la gran catástrofe que
rompe, en poco tiempo, la felicidad construida en esos años.
Cuanto más tiempo
cronológico abarque la historia que queremos contar, más tendremos que acudir
al resumen, como es lógico. Si queremos abarcar varios años en una narración
breve, el mismo formato nos obligará a contarlo prácticamente todo en forma de
resumen. Por eso, aunque no hay reglas fijas para la creatividad, conviene que
si deseamos escribir algo corto no intentemos abarcar demasiado tiempo en las
acciones, pues corremos el riesgo de que los resúmenes devoren la historia y,
de esa forma, no tendríamos la oportunidad de acercar los personajes ni sus
acciones a los ojos del lector.
Elipsis
La elipsis es similar al resumen, sólo que en ella se omiten
por completo los hechos ocurridos en un tiempo dado, aunque se hace referencia
a ese lapso. Por ejemplo, es común encontrarla en los cuentos populares, cuando
el relato abarca muchos años: «Cuando la bella muchacha cumplió quince
años...». Se habla al principio del nacimiento (envuelto en profecías) y luego,
en el siguiente párrafo, zas, la niña ya tiene quince años, que es cuando se
pincha con la rueca, etc., etc.
Descripción
La descripción es el
retrato estático de las personas y las cosas (paisajes, objetos, ambientes,
lugares...) presentes en la narración. Es, por decirlo de alguna manera, un
tiempo muerto, un paréntesis en la acción. El tiempo de la narración es, por
tanto, mayor que el tiempo de la acción. La cámara se demora en los detalles
precisos de personas y objetos, recrea la vista en colores y formas... La
descripción nos impresiona por sus coordenadas espaciales.
La mezcla atinada de
estas unidades va a ser la clave de lo que podríamos llamar el ritmo narrativo.
Imaginemos un reloj de arena con varios estrechamientos en lugar de uno sólo.
La arena que va cayendo sería la historia (la línea narrativa); las partes más
anchas del reloj, en las que la arena se demoraría con pereza antes de seguir
su camino hacia abajo, serían las descripciones y digresiones; las partes algo
más estrechas, por las que la arena empezaría a precipitarse, serían las
escenas y la narración lineal; y, por último, los estrechamientos por los que
la arena pasa a toda velocidad hasta caer en el siguiente nivel, serían los
resúmenes y elipsis.
PROPUESTA DE TRABAJO (Un día de
tu vida)
Narra un día de tu vida de principio a fin, introduciendo
las siguientes unidades narrativas: escenas, narración lineal, resumen,
descripción y elipsis. Has de usarlas en su justa medida (escenas con diálogos
en los momentos importantes, resúmenes para aportar informaciones necesarias
pero que no requieran detalle, elipsis para señalar un lapso de tiempo, etc.).
El interés del lector en lo que estás contando va a depender del ritmo
narrativo que le des al discurso.
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