viernes, 30 de abril de 2021

EL TRATAMIENTO DEL TEMA en los textos literarios

 

EL TRATAMIENTO DEL TEMA 

Los grandes temas —y a estas alturas ya lo sabéis todos— no existen. Lo importante en el cuento es la trama, esto es, cómo se organiza artísticamente la historia en el discurso y el tratamiento que se le da a la idea. Vamos a ver a continuación algunos aspectos del cuento que nos pueden ayudar a la hora de tratar los temas.  

Ajuste de la forma al tema

 Sea cual sea el tema que escojamos para nuestro cuento, todo en éste (los recursos expresivos, el tono, los detalles...) debe estar a su servicio. No basta que el tema conmueva a quien lo escribe, sino que el autor ha de utilizar todas sus armas para que conmueva al lector. Sin embargo, atender al tema no tiene por qué implicar un conocimiento de todo lo que ocurrirá en el cuento, sino que más bien es un punto de partida, el centro de gravitación, una chispa alrededor de la cual se irá tejiendo el relato en círculos concéntricos.

 Brevedad

 Una de las características más representativas del cuento contemporáneo y que, por tanto, va a afectar al tratamiento del tema, es la brevedad. Conviene tener esto en cuenta a la hora de sentarse a escribir, pues la economía de medios es fundamental. Las largas digresiones o descripciones están reservadas a la novela. Todo lo superfluo que eliminemos en un relato irá a favor de su efectividad. 

Unidad y esfericidad 

En la misma línea, en el cuento hay que trabajar la unidad. El tema, la idea, es una chispa; al crear el relato alrededor de ella, conseguiremos que el efecto final sea unitario. Al contrario que en la novela, donde se trabaja acumulativamente, estirando de varios hilos, con temas y ramas secundarias, el cuento requiere una unidad que nos haga percibirlo como un todo, como una descarga eléctrica. Cualquier elemento que distraiga la atención del lector hacia temas circundantes hay que suprimirlo. Es preciso procurar no caer en la tentación de irse por las ramas; ése es un privilegio que, como indica Julio Cortázar, uno sólo puede permitirse en la novela. Pensad en los buenos cuentos que habéis leído, aquellos que perduran en la memoria, y os daréis cuenta de que ninguno carece de unidad. Intentad, también, eliminar de ellos una frase, un párrafo. Comprobaréis que el relato se tambalea y pierde sentido. Este mismo ejercicio debéis hacerlo con vuestros propios cuentos una vez escritos. Si no superan la prueba, replantearos el tema y la forma en que lo habéis desarrollado. Para que esta característica de todo buen cuento no se os vaya de la cabeza, mirad cada relato que escribáis como quien mira una esfera. Ha de ser algo redondo, cerrado, cíclico.  

Intensidad

Otra noción interesante al tratar el tema es la de intensidad. No hay que confundir intensidad con efusión o con énfasis (cuidado). Sencillamente, para conseguir que el relato sea intenso, ha de importarnos de verdad, el escritor ha de meterse hasta el fondo, sumergirse a cien metros de profundidad. Es una cualidad que no ha de percibirse a simple vista, no ha de traducirse en un estilo afectado o enfático (que lo único que conseguiría sería empalagar al lector, inducirle a desconfiar de lo que le estamos contando), sino que es algo intrínseco al proceso de creación. Si el escritor vive con intensidad la historia que está contando, hay muchas probabilidades de que contagie al lector esa sensación. 

Objetivación del tema 

Hay pocas cosas en que todos los escritores estén de acuerdo, pero una de ellas es que escribir es para ellos una necesidad. Para escribir hay que obsesionarse, y de esa obsesión nace la escritura. Todo escritor saca sus fantasmas de su interior, se deshace —o lo intenta— de ellos a lo largo de las páginas, en cuentos o en novelas, en poemas y artículos. Pero hay que tener cuidad, en literatura, de que a lo largo de ese proceso de liberación o exorcismo se objetive la obsesión. Ha de existir una distancia entre los temas que invaden nuestra mente en forma de pensamientos e ideas gelatinosas y su trasvase a un relato, en el que han de tomar forma de monstruos o sirenas, de hombres y mujeres que van o vienen, y que no son nosotros mismos. Es error muy común en los principiantes lanzarse a ese exorcismo desenfrenadamente, escribiendo sobre el papel directamente aquello que les preocupa: la injusticia social, que su mujer o su marido no les comprende, etc. Eso no es literatura, por muchas metáforas y metonimias que se utilicen. Los fantasmas han de atravesar la pared de nuestra mente y sentarse en el sofá del salón, y sólo entonces podrán convertirse en literatura. 

Propuesta de trabajo (Un microcuento) 

Elige un tema aparentemente nimio (un grano de arroz, la caída de una hoja en otoño, una persona leyendo en el metro…) y dale forma en no más de veinte líneas. Cuando lo hayas hecho, revísalo siguiendo las características que se han dado en esta lección y, si el texto no las cumples, corrígelo hasta conseguir que se atenga a ellas.


Del curso gratuito de escritura,  escuela de escritores.com:


jueves, 29 de abril de 2021

Poema "Cuento de mar", y biografía, del poeta colombiano Jorge Robledo Ortiz, .


Cuento de mar

 

Voy a beberme el mar.

Ya tengo listo mi velero fantasma.

No le he trazado rumbos a mi ausencia,

no he fatigado el mapa

localizando zonas que no bailen

al macabro jazz-band de las borrascas.

Viajaré simplemente,

sin triangular alturas ni distancias,

llevando en el timón a Don Quijote

y la rosa del viento en la solapa.

 

Acompáñame tu dulce chiquilla,

partiremos al alba,

cuando los alcatraces no dibujen

su ecuación de naufragios sobre el agua.

Arranca tus raíces de la tierra.

abre tu citolegia de nostalgias

y vamos a bebernos el océano

en la copa de luz de las montañas:

 

visitaremos todos los países,

los puertos y las radas.

Te compraré crepúsculos en Chipre.

Un elefante niño al sur del África.

Un gajo de luceros en Corea.

Dos elásticos tigres de Bengala.

El dolor milenario de un camello.

Y la fatiga estéril del Sahara.

 

En el Japón te mostraré los biombos

con figuras bilingües y enigmáticas.

En Pekín buscarmos la muñeca

de blanco corazón de porcelana.

Haremos de bambú balsas de ensueño

para subir un río de esperanzas.

Y te daré un sombrero en forma de hongo

y unas chinelas para tu pijama.

 

Pasaremos a Escocia y a Noruega.

Después navegaremos a Finlandia

para buscar la estirpe de un vikingo

de ojos azules y de luenga barba,

que se murió coleccionando fiordos

en el álbum con sal de su nostalgia,

mientras su vieja pipa marinera

quemaba archivos íntimos del alma.

 

Y siempre sin control, siempre viajando,

iremos al país de Sherezada

y allí te contaré Mil y una Noches

de reyes y de esclavas,

de romances y torres de marfil

de bazares, de alfombras y de flautas,

de madrigales y de surtidores

de pie como las cobras encantadas.

 

Subiremos al Rhin buscando a Wagner

y su Tetralogía desvelada.

Cazaremos los cisnes hiperbóreos

que abanican la muerte con sus alas.

Te diré que la música es un vino

que cuando estamos tristes se derrama.

Y que el silencio es un santuario celta

donde reposa el corazón de un arpa.

 

Y fatigando el mar, ¡Qué importa el tiempo!

visitaremos la ciudad sagrada,

la tierra de la cruz y del olivo,

la que escuchó el Sermón de la Montaña,

la patria de Jesús y de María

la que arrulló las bienaventuranzas,

la tierra donde un tosco carpintero

pulió a garlopa el globo de una lágrima.

 

En otro amanecer arribaremos

a las Islas Canarias.

te compraré su nombre que es un trino

diluido en el agua.

Para pescar luceros en el fondo

te bastará la red de tus pestañas,

y aprenderás que a Dios también se llega

por el verde camino de las algas.

 

Si sueñas ver a Nápoles,

cruzaremos por mármoles de Italia,

y te daré una góndola en Venencia

y en Asís la humildad de una campana.

Compraremos al Dante sus Laureles

y a Benvenuto su luciente daga,

para tu muñequero de ilusiones

y tu azul inquietud de extravagancias.

 

Buscaremos ositos en Siberia

rutas de manzanilla al sur de España,

la sombra adolescente de Platero,

la capa de Unamuno en Salamanca,

la fatiga inmortal de Rocinante.

El dardo del Amor Clavado en Ávila,

la Morena ascendencia de “El Cachorro”

y el llanto de Boabdil sobre Granada.


                              

Jorge Robledo Ortiz

 Biografía


Santa Fe de Antioquia, 30 de septiembre de 1917- Medellín, 22 de agosto de 1990.

Poeta y periodista colombiano.

 Inició estudios de ingeniería, y más tarde de periodismo y letras en España. Sirvió en el Cuerpo Diplomático colombiano como Embajador en Nicaragua, y ejerció diversos cargos públicos en los ministerios de Educación y Relaciones Exteriores. Ejerció el periodismo en rotativos de Cali, Medellín y Bogotá. Poseía numerosas condecoraciones otorgadas por instituciones cívicas y culturales, tanto nacionales como extranjeras. Hombre cristiano, de educación jesuítica, fue laureado como "poeta mariano" con solemne ceremonia en la catedral Metropolitana de Antioquia.

 Ganó numerosos certámenes. Presidió numerosas justas poéticas y juegos florales. Correspondía a la vieja imagen decimonónica del rapsoda popular, declamando en audiciones de radio y grabando en disco sus propios poemas. Su poesía emotiva, pero sin exceso de artificio retórico, afín a la de otros poetas de su tiempo, como Gregorio Gutiérrez González y Epifanio Mejía, gozaba de excelente acogida pública. Se distingue por la exaltación a su región antioqueña, sus gentes y tradiciones; por la repulsa a la crueldad y el despotismo. Ello le valió el honorífico apelativo de "Poeta de la raza." Posee también abundante creación poética de tono intimista y sentimental. El volumen Barrio de Arriería presenta una antología de sus mejores poemas.

 Fue, además, autor de la letra del himno del departamento del Quindío, ubicado en la región andina colombiana. También compuso el himno del municipio de Alejandría, en Antioquia. Uno de los himnos más bonitos y sonoros del departamento.

 

Fuente: Wikipedia

  

martes, 27 de abril de 2021

Poemas de José Éver Rodríguez. Chicnchiná, Caldas, Colombia

 

Poemas de Antología Versos del Cumanday 2020

Homenaje en su día


AZUL QUE SE DESHACE

Cielo, éter, firmamento, bóveda celeste

tantos nombres que te nombran

todos pierden su color

cuando en la tarde

exprimido el azul de cada día,

la claridad se deshace

y llega con su falda espesa

la mujer oscuridad

 

 

PARA BESAR TU SOMBRA

En un día sin sol

se alejaron tus pisadas,

la sombra de tu partida

no alcanzó a ennegrecer la mía.

del mes ya ni me acuerdo,

tal vez sería un desganado enero.

Llegó la noche, la ciudad estaba a oscuras

Selene, desnuda se retrató en tu sombra.

A la imagen de luna con eclipse

tus huellas de vino y salsa regresaron

musicales, locas, bulliciosas.

Ahora somos una sola sombra

que ebria danza

 

 

OJO DE CERRADURA

El niño puso su ojo en el de la cerradura,

su pupila inquieta apenas lo creía,

hasta ahora, su mundo, su cuarto,

era un círculo de repeticiones.

Lo otro, detrás de la aldaba

la enormidad impensable,

no podría asirla con sus manos,

no podría traerla a su cuarto.

Estaba allí,

era un ojo cada vez,

un suspiro,

un salivar de asombro,

un deseo de viento.

Vivo y veraz,

pudo atravesar el orificio

y sin las ataduras

de su silla inválida

volar

a su antojo

 

 

DEBE HABER AROMA DE CAMPO

EN TODO POETA

El campo, obra creada por un labrador sin

pretensiones,

sin olor de billetes entre las cejas,

sin espejismos con luces de neón,

sin mancha de imágenes en la portada de los

diarios,

sin frío de estatua en la posteridad 

de un parque.

El campo, obra creada por un sembrador

que desde el mirador del universo

ve cómo crecen formas, colores, aromas y

sabores

que permean el asfalto,

eclipsan el cemento y hacen posible la vida.

El campo, edén donde encontramos

los espejos del asombro,

donde nos sentirnos apenas

una brizna

de vuelo fugaz

 

 

VIVIR

Qué sería de la vida

sin la voluptuosidad del vino,

el instante de sol, la risa, los árboles del camino.

La realidad planeta de piedra, eclipsa el sueño,

el dolor con sus garras nos mengua el gozo.

Si el vivir y el morir, son líneas que se cruzan,

alimentaré la vida con todas las pasiones

controlaré con máscaras la cercanía de la muerte.


José Éver Rodríguez. 



domingo, 25 de abril de 2021

EncantaPalabras: Juana Echeverri y Rodrigo Rojas. Poesía para paz desde Manizales, Colombia.

 https://writing.wisc.edu/nationalpoetrymonth/

 National Poetry Month 

I think the mission of poetry is to create among people the possibility of wonder, admiration, enthusiasm, mystery — the sense that life is marvelous. When you say life is marvelous you are saying a banality. But to make life a marvel — that is the role of poetry. – Octavio Paz

Welcome to the Writing Center’s celebration of National Poetry Month! Poetry is one way that writers make the individual more universal, and that’s something worth celebrating. This site contains many ways to celebrate, such as poems and reading guides, 30 prompts for the 30 days of April, ways to share your poetry, and more. Each week, we will feature a particular poetic form, poet, and a writing prompt for each week. We hope that all writers and readers will find something that piques their poetic interests!




 

Desde Manizales, Colombia: EncantaPalabras

 Juana Echeverri Rodrigo Rojas






sábado, 24 de abril de 2021

La composición de textos literarios

 Del curso gratuito de escritura,  escuela de escritores.com:

Nos vamos a detener ahora en la forma de estructurar el discurso narrativo para que cualquier cosa que contemos adquiera interés y relevancia. Es decir, vamos a construir un edificio sólido donde el estilo y los recursos expresivos de cada puedan sostenerse a la hora de narrar.

La forma de engarzar los diferentes elementos del discurso es lo que llamaríamos la composición. Resulta una cuestión fundamental, porque la manera en que lo hagamos va a influir directamente en el sentido del texto.

Las unidades narrativas más importantes que componen una historia son:

 

Escena

 

La escena es una parte de la narración cerrada en sí misma, sometida a unos principios de unidad (tiempo, lugar y acción) y, en la mayoría de los casos, a un mismo punto de vista. La escena, por consiguiente, exige al autor una indicación escueta o detallada del marco físico y alguna insinuación sobre el paso del tiempo (variaciones de la luz, del ruido ambiental...). Como consecuencia, los límites de la escena son muy precisos, de modo que constituyen una secuencia completa, identificable dentro de la narración. A veces en ella la voz del narrador pasa a un segundo plano y el uso del estilo directo nos permite escuchar, de primera mano, las palabras de los personajes (sus diálogos).

 Como recurso de composición, la escena coloca al lector en medio de la acción dramática. Le invita a asistir a los hechos y puede tener, por eso mismo, un efecto envolvente: un suceso que oímos de boca de otro y un suceso que presenciamos no nos conmueve en la misma medida. No es lo mismo mostrar los hechos que decirlos, igual que no es lo mismo ver una película que oírla contar a un amigo.

 Narración lineal 

Consiste en contar los hechos al mismo tiempo que suceden, como en la escena, pero variando en este caso los escenarios y las acciones. En la novela negra se da mucho, cuando el narrador (la cámara) va siguiendo al detective en todas sus investigaciones, le acompaña en sus idas y venidas, corre y se esconde con él en las persecuciones, etc. Es muy útil para mantener la tensión narrativa, mientras el hilo de la acción está pendiente de resolución, como cuando en las películas nos muestran a la chica realizando sus acciones cotidianas (lavarse los dientes, ponerse el pijama...) mientras nosotros sabemos que el asesino está escondido en el armario.

Resumen

 En el resumen el tiempo de la acción es mayor que el tiempo de la narración. Por poner un símil cinematográfico: es muy común que, en algunas películas, aparezcan contados varios años de noviazgo feliz entre los dos protagonistas por medio de planos difuminados (como las fotografías de boda), uno detrás de otro; en uno los dos novios pasean juntos por un parque en primavera; en el siguiente se besan en el cine sin reparar en la película; después aparece él regalándole flores a ella; y así sucesivamente. Luego vuelve la cámara a centrarse y pasa a contarnos, en una secuencia de escenas más lentas, a tiempo real, la gran catástrofe que rompe, en poco tiempo, la felicidad construida en esos años.

 Cuanto más tiempo cronológico abarque la historia que queremos contar, más tendremos que acudir al resumen, como es lógico. Si queremos abarcar varios años en una narración breve, el mismo formato nos obligará a contarlo prácticamente todo en forma de resumen. Por eso, aunque no hay reglas fijas para la creatividad, conviene que si deseamos escribir algo corto no intentemos abarcar demasiado tiempo en las acciones, pues corremos el riesgo de que los resúmenes devoren la historia y, de esa forma, no tendríamos la oportunidad de acercar los personajes ni sus acciones a los ojos del lector.

 Elipsis 

La elipsis es similar al resumen, sólo que en ella se omiten por completo los hechos ocurridos en un tiempo dado, aunque se hace referencia a ese lapso. Por ejemplo, es común encontrarla en los cuentos populares, cuando el relato abarca muchos años: «Cuando la bella muchacha cumplió quince años...». Se habla al principio del nacimiento (envuelto en profecías) y luego, en el siguiente párrafo, zas, la niña ya tiene quince años, que es cuando se pincha con la rueca, etc., etc.

 Descripción

 La descripción es el retrato estático de las personas y las cosas (paisajes, objetos, ambientes, lugares...) presentes en la narración. Es, por decirlo de alguna manera, un tiempo muerto, un paréntesis en la acción. El tiempo de la narración es, por tanto, mayor que el tiempo de la acción. La cámara se demora en los detalles precisos de personas y objetos, recrea la vista en colores y formas... La descripción nos impresiona por sus coordenadas espaciales.

 La mezcla atinada de estas unidades va a ser la clave de lo que podríamos llamar el ritmo narrativo. Imaginemos un reloj de arena con varios estrechamientos en lugar de uno sólo. La arena que va cayendo sería la historia (la línea narrativa); las partes más anchas del reloj, en las que la arena se demoraría con pereza antes de seguir su camino hacia abajo, serían las descripciones y digresiones; las partes algo más estrechas, por las que la arena empezaría a precipitarse, serían las escenas y la narración lineal; y, por último, los estrechamientos por los que la arena pasa a toda velocidad hasta caer en el siguiente nivel, serían los resúmenes y elipsis.

 PROPUESTA DE TRABAJO (Un día de tu vida) 

Narra un día de tu vida de principio a fin, introduciendo las siguientes unidades narrativas: escenas, narración lineal, resumen, descripción y elipsis. Has de usarlas en su justa medida (escenas con diálogos en los momentos importantes, resúmenes para aportar informaciones necesarias pero que no requieran detalle, elipsis para señalar un lapso de tiempo, etc.). El interés del lector en lo que estás contando va a depender del ritmo narrativo que le des al discurso.


jueves, 8 de abril de 2021

Otro cuento de Saki

 

Laura

Saki

-No te estarás muriendo de verdad, ¿eh? -preguntó Amanda.

-El doctor me dio permiso de vivir hasta el martes -dijo Laura.

-¡Pero si hoy es sábado! ¡La cosa es grave! -dijo Amanda, con la boca abierta.

-No sé si sea grave; lo que si es cierto es que hoy es sábado -dijo Laura.

-La muerte siempre es grave -dijo Amanda.

-Nunca dije que me iba a morir. Se presume que voy a dejar de ser Laura, pero pasaré a ser otra cosa. Alguna clase de animal, me figuro. Mira: cuando una no ha sido muy buena en la vida que acaba de vivir, reencarna en algún organismo inferior. Y yo no he sido muy buena, si a eso vamos. He sido ruin, mezquina, vengativa y todas esas cosas, cuando las circunstancias así me lo exigieron.

-Las circunstancias nunca exigen ese tipo de cosas -se apresuró a decir Amanda.

-Perdóname que te lo diga -observó Laura-, pero Egbert es una circunstancia que exigiría cualquier cantidad de esa clase de cosas. Tú estás casada con él… eso es otra historia. Tú juraste amarlo, honrarlo y soportarlo; yo no.

-¡No veo qué pueda tener de malo Egbert! -protestó Amanda.

-¡Cómo no! La maldad fue toda mía -admitió Laura desapasionadamente-. Él ha sido tan sólo una circunstancia atenuante. Por ejemplo, el otro día armó un alboroto de malas pulgas cuando saqué a pasear los cachorros pastores de la granja.

-Persiguieron las pollitas Sussex saraviadas y espantaron a dos gallinas cluecas de los nidos, fuera de que pisotearon los cuadros de flores. Y tú sabes cuánta dedicación les pone a sus aves de corral y a su jardín.

-De todas maneras no había necesidad de que remachara toda la bendita tarde al respecto, ni de que dijera “No se hable más de eso” cuando yo ya empezaba a sacarle gusto a la discusión. Ahí fue cuando salí con una de mis venganzas mezquinas -agregó Laura con una risita impenitente-: al otro día del episodio solté en sus semilleros a la familia entera de las saraviadas.

-¡Cómo pudiste hacerlo! -exclamó Amanda.

-Resultó muy fácil -dijo Laura-. Dos gallinas se hicieron las que estaban poniendo, pero yo me mostré firme.

-¡Y nosotros creyendo que fue un accidente!

-Como ves -prosiguió Laura-, en realidad tengo razones para suponer que mi próxima encarnación será en un organismo inferior. Seré alguna clase de animal. Por otro lado, tampoco he sido tan horrible, así que a lo mejor puedo contar con que voy a ser un animal agradable, algo elegante y lleno de vida, amigo de la diversión. Una nutria, tal vez.

-No puedo imaginarte haciendo de nutria -dijo Amanda.

-Bueno, me figuro que no puedes imaginarme haciendo de ángel, si a eso vamos -dijo Laura.

Amanda guardó silencio. No podía.

-Por mi parte, creo que la vida de una nutria sería bastante agradable -continuó Laura-: salmón para comer el año entero y el gusto de poder buscar las truchas en su propia casa, sin tener que esperar horas enteras a que se dignen morder la mosca que una les ha estado columpiando en la cara; y una figura elegante y esbelta…

-Piensa en los perros que las cazan -la interrumpió Amanda-. ¡Qué horrible que la rastreen a una y la acosen y acaben destrozándola!

-Bastante divertido, si la mitad del vecindario está mirando; y en todo caso no es peor que este asunto de morir poco a poco entre sábado y martes. Además, después pasaría a ser otra cosa. Si hubiera sido una nutria regularmente buena, supongo que recobraría alguna forma humana; probablemente algo más bien primitivo… la de un morenito egipcio casi en cueros, me figuro.

-Ojalá te pusieras seria -suspiró Amanda-. De veras deberías hacerlo, si es que sólo vas a vivir hasta el martes.

En realidad, Laura murió el lunes.

-¡Qué terrible trastorno! -se quejó Amanda a su tío político, don Lulworth Quayne-. Tengo invitadas un montón de personas a pescar y jugar golf, y los rododendros están precisamente en su mejor momento.

-Laura fue siempre una desconsiderada -dijo don Lulworth-. Nació en plena temporada ecuestre, con un embajador que odiaba los bebés hospedados en la casa.

-Se le ocurrían las cosas más disparatadas -dijo Amanda-. ¿Sabes de casos de locura en su familia?

-¿Locura? No. Que yo sepa, nunca. Su padre vive en West Kensington, pero creo que es cuerdo en todo lo demás.

-Ella tenía la idea de que iba a reencarnar en una nutria -dijo Amanda.

-Uno se topa estas ideas sobre la reencarnación con tanta frecuencia, incluso en Occidente -dijo don Lulworth-, que no se atrevería a afirmar que son disparatadas. Y Laura fue una persona tan impredecible en esta vida, que no me gustaría sentar reglas precisas sobre lo que podría estar haciendo en un estado ulterior.

-¿Crees que de veras puede haber pasado a ser un animal? -preguntó Amanda, que era una de esas personas bastante prontas a moldear sus opiniones a partir de los puntos de vista de quienes la rodeaban.

Justo en ese momento Egbert entró al comedor matinal, con un aire luctuoso que el deceso de Laura no alcanzaría a explicar por sí solo.

-¡Mataron a cuatro de mis Sussex saraviadas! -exclamó-. Las mismísimas cuatro que iban para la exhibición del viernes. A una la arrastraron y se la comieron precisamente en la mitad del nuevo cuadro de claveles en el que puse tanto empeño y dinero. ¡Mis mejores gallinas y mis mejores flores, escogidas para la destrucción! Casi parece que el animal culpable de ese acto supiera cómo hacer el máximo de daño en el mínimo de tiempo.

-¿Crees que fue una zorra? -preguntó Amanda.

-Más parece cosa de un hurón -dijo don Lulworth.

-No -dijo Egbert-; había huellas de patas palmeadas por todas partes, y seguimos el rastro hasta el arroyo al fondo del jardín: una nutria, evidentemente.

Amanda le lanzó una mirada de reojo a don Lulworth.

Egbert estaba demasiado agitado para desayunar, y se marchó a supervisar el refuerzo de las defensas de los gallineros.

-Por lo menos debería haber esperado a que terminaran los funerales -dijo Amanda, con voz indignada.

-Comprende que se trata de sus propios funerales -dijo don Lulworth-. Es un sutil punto de etiqueta determinar hasta dónde debe uno mostrar respeto por sus propios restos mortales.

Al día siguiente, el irrespeto a las convenciones mortuorias fue llevado más lejos. Durante la ausencia de la familia en las exequias ocurrió la masacre de las restantes Sussex saraviadas. La línea de retirada del merodeador parecía haber cubierto la mayoría de los cuadros de flores en el prado, pero las eras de fresas en la parte de abajo del jardín también se habían visto afectadas.

-Voy a hacer que traigan a los perros tan pronto como sea posible -dijo Egbert, ferozmente.

-¡De ninguna manera! ¡Ni se te ocurra hacerlo! -exclamó Amanda-. Quiero decir, no sería bien visto, tan enseguida de un luto en la casa.

-Es un caso de urgencia -dijo Egbert-. Cuando una nutria se ceba en estas cosas, ya no para.

-A lo mejor se vaya a otra parte ahora que no quedan más gallinas -insinuó Amanda.

-Se diría que quieres proteger a esa alimaña -dijo Egbert.

-El arroyo ha estado muy seco últimamente -objetó Amanda-. No parece muy deportivo cazar un animal cuando tiene tan poca oportunidad de refugiarse.

-¡Por Dios! -estalló Egbert-. No estoy hablando de deporte. Quiero exterminar a ese animal tan pronto como sea posible.

La propia oposición de Amanda se atenuó cuando, a la hora del servicio religioso del domingo siguiente, la nutria se abrió paso hasta la casa, hurtó medio salmón de la despensa y dejó un ripio de escamas sobre la alfombra persa del estudio de Egbert.

-Dentro de poco la tendremos escondida debajo de las camas, ruñéndonos los pies a pedacitos -dijo Egbert.

Y por lo que sabía Amanda de esa nutria en particular, la posibilidad no era muy remota.

La víspera del día fijado para la cacería, Amanda se paseó a solas durante una hora por las orillas del arroyo, haciendo lo que se imaginaba eran ruidos de jauría. Quienes oyeron su actuación supusieron caritativamente que practicaba imitaciones de sonidos de corral para la venidera feria del pueblo.

Su amiga y vecina Aurora Burret se encargó de llevarle noticias sobre la jornada venatoria.

-Es una lástima que no hayas salido; el día estuvo muy productivo. La encontramos de inmediato, en el charco del fondo del jardín.

-Y… ¿la mataron? -preguntó Amanda.

-¡Cómo no! Una espléndida hembra. Le dio un feo mordisco a tu marido mientras trataba de agarrarla por la cola. ¡Pobre animal! Me compadecí mucho de ella. ¡Tenía una mirada tan humana en los ojos cuando la mataron! Dirás que soy una tonta, pero, ¿sabes a quién me recordó esa mirada? Pero, querida, ¿qué te pasa?

Cuando Amanda se hubo recobrado algo de la postración nerviosa, Egbert la llevó a curarse al valle del Nilo. El cambio de horizontes trajo pronto la deseada recuperación de la salud y el equilibrio mental. Las escapadas de una nutria aventurera en busca de un cambio de régimen alimenticio fueron vistas en la correcta perspectiva. El temperamento normalmente plácido de Amanda se reafirmó. Ni siquiera el temporal de clamorosas maldiciones que venían del camarín de su esposo, en la voz de su esposo, pero muy alejadas de su vocabulario de costumbre, pudieron perturbar su calma mientras se acicalaba pausadamente una tarde en un hotel del Cairo.

-¿Qué sucede? ¿Qué pasó? -preguntó, entre divertida e intrigada.

-¡El animalito me tiró todas las camisas limpias en la tina! ¡Espera a que te agarre, so…!

-¿Qué animalito? -preguntó Amanda, reprimiendo las ganas de reír.

¡El lenguaje de Egbert era tan irremediablemente inadecuado para expresar sus sentimientos de indignación!

-Un morenito egipcio casi en cueros -farfulló Egbert.

Y ahora Amanda está gravemente enferma.

 

Saki (Héctor Hugh Munr. (Escocés: 1870-1916)