viernes, 30 de junio de 2023

Gracias LUZ ADRIANA SUÁREZ GONZÁLEZ* por compartirnos tu ejercicio. Hermoso texto.


Wayuú

 

Tal vez lo escuchó en una emisora de radio o lo oyó a algún comensal del cenadero de la tía Julia; no lo recuerda, pero eso no tiene importancia. Tiene la certeza de que es cierto y solo espera que los días caigan en el calendario que remata la puerta del servicio de la casita que comparte con sus primas. Anoche soñó precisamente su sueño. Se veía en una playita dorada con reflejos azules, caminando descalza y feliz, llevando tras de sí y arrastrados por bueyes imponentes coronados con borlas de colores, cientos de toneles enormes encaramados en tarimas que descansaban sobre ruedas que emitían sonidos felices con cada vuelta que completaban. El mar también parecía alegrarse con la carga que avanzaba dibujando estelas saltarinas de agua.

 

Hace años que Julia dirige su clan y se ha dado a la tarea de conservar todo lo que ha podido, el recuerdo esplendoroso de un legado que comprende la historia de una familia que ha habitado por siglos el desierto y que hoy en día mira acojonado los tres cerros tutelares que dieron vida a los hombres y las mujeres, guerreros y diosas, que fueron el principio de su estirpe. Ha visto cómo su arena amarilla, quemada como el maíz, se ha teñido con el negro del carbón, contaminando toldas, cisternas, a las cabras y a los niños. Ha presenciado el teñir de la sangre de las aguas de Gepirra que impide que los espíritus que se bañan en sus playas puedan emerger relucientes hacia un nuevo mundo. Ha sostenido en sus brazos a los niños que se marchan antes de que Huya, el dios de la lluvia, bese sus labios y les insufle más vida. Ha visto la muerte y sabe que viene acompañada del olvido. Por eso porfía en su afán de tejer mantas y ofrecerlas a Kai, el sol que reluce, para que no abandone a la Mama que languidece entre la sequía y los oprobios de las criaturas que emergen de su regazo. Por eso ha llamado a su sobrina Wolunka, como la hija de Maleiwa, señor de la claridad, porque con su lumbre quiere que se derrote a la oscuridad que se enseñorea en la Guajira.

 

El día va llegando. Ya se están manifestando todos los signos. Ha notado cómo Wolunka ha ido floreciendo y sus pechos erguidos y turgentes son la señal que ha esperado Julia para que vuelva la fertilidad a la tierra de los hijos de Kai. Pero hay algo que esta depositaria de la tradición pasa por alto. Es el sueño de su sobrina, la hija de su hermano mayor, la ofrenda que se debe al mar y a la lluvia y que sigue caminando por la playa hacia el destino de la semilla, que es ser plantada con dolor en el regazo de Mama. Olvida Julia que Wolunka será atravesada por la flecha de los mellizos y de su vagina herida brotará nuevamente la vida.

 

Es por eso que el sueño interrumpido se sacude con la llegada de aquellos a quienes el cuerpo de la muchacha descalza que camina feliz por la playa les está prohibido. Es madrugada y sus hijos, los de Julia, han irrumpido en la estancia donde cuelga la hamaca de la muchacha y amparados en el crepúsculo del desierto, desfloran a la hija de Maleiwa. El dios de la luz contempla a su hija profanada y, en lugar de ordenar que la vida regrese, tal como fue en un principio, comprende que ese dolor primigenio es el que terminará por engendrar más dolor y decide que de esa vagina destrozada ya no nazcan criaturas que engulla el desierto, que el agua que viaja cantarina en los toneles arrastrados por bueyes se arroje al mar teñido de sangre y que nada sea como al principio.

 

Julia, la que quiso guardar para siempre a su pueblo, ahora se viste de negro.

                                                          *Luz Adriana Suárez 

Médica jubilada, manizaleña, lectora 

y aspirante a escritora. 

Integrante de "Vecinas del cuento".


EJERCICIO

Vamos a inspirarnos en este aparte del libro MUJERES y vamos a hacer un listado de palabras que, al combinarse, resulte en el punto de partida de una historia.

Ventana sobre la palabra (4)

Magda Lemonnier recorta palabras de los diarios, palabras de todos los tamaños, y las guarda en cajas. 

En caja roja guarda las palabras furiosas. 

En caja verde, las palabras amantes. 

En caja azul, las neutrales. 

En caja amarilla, las tristes. 

Y en caja transparente guarda las palabras que tienen magia. 


A veces, ella abre las cajas y las pone boca abajo sobre la mesa, para que las palabras se mezclen como quieran. Entonces, las palabras le cuentan lo que ocurre y le anuncian lo que ocurrirá.

NOTAPublica acá tu ejercicio. O me lo envías a mi correo (olgalujara@gmail.com) y yo lo publico a tu nombre.



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