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Algunos de sus poemas:
En tí hace carne
El misterio de la lámpara
que aún no encendida
pregona su llama.
(De: Lunación del amor 1990)
Árbol Camajorú
I
En lo hondo del traspatio
más allá del mango, de los durmientes ciruelos
está el árbol solo, el solitario camajorú
rodeado de sed, hechizado en el tajo de luz
en que una vez se le abrió el cielo
Todos lo miramos de lejos
Pero sus ramas ya no podemos verlas. Sus ramas
son invisibles
Sus ramas volaron a lo alto. Sus ramas quedaron
prendidas en lo alto
Y son ahora el techo del mundo
II
Bajo las raíces del árbol camajorú
hay otro árbol
El camajorú de la tierra y el camajorú del cielo
Al camajorú de la tierra se asciende bajando
como en la escalera de un sueño
Y echa un fruto redondo como preñez de luna
Del camajorú del cielo poco sabemos
Dicen que si uno come su fruto puede quedar ciego
Los ángeles de él se alimentan
(De: En el Traspatio del cielo. 1993).
La visita
“Dame un poco de ese dulce de tamarindo”
Dijo el ángel
que en lugar de voz sonaba un prodigioso metal
en la garganta
El ángel estaba asomado a la ventana
bajo la enredadera llamada trompeta de ángeles
Pero él no tocaba sus trompetas sino que repetía
“dame un poco de ese dulce de tamarindo”
En su camisón blanquísimo se veían manchas
desleídas
Una nube azul cubría sus ojos abiertos
como alguien detenido en perpetuo asombro
“es que me manché el vestido comiendo pepas
de camajorú”
Dijeron las sonajas que agitaba en su garganta
Y yo le contesté
“lávalas con agua de astromelias
para que cuando regreses no te regañe tu madre”
Afuera parecía que hubiera caído a la tierra
el más suntuoso de los astros.
(De: En el Traspatio del cielo. 1993).
Crónica de la hermana mayor
Dios creó las cuatro de la tarde
para que los árboles hablen con la brisa
Para que la hermana mayor regrese
y yo pueda esperarla junto a la verja
La hermana mayor con sus dos largas trenzas
En la esquina
la acacia ha encendido cada una de sus flores
y parece un fino candelabro a plena luz
Las columnas del parque como las patas
de seis garzas blancas
El ángel siempre atareado mirando bajo el ala
de las cosas
me murmura al oído lo que dicen los árboles
“son las cuatro la hermana vuelve”
(De: En el Traspatio del cielo. 1993).
Escena de Marbella
Junto a las piedras está Dios bocarriba
Los pescadores en fila tiraron largamente de la red
Y ahora yace allí con sus ojos blancos mirando al cielo
Parece un bañista definitivamente distraído
Parece un gran pez gordo de cola muy grande
Pero es solo Dios
hinchado y con escamas impuras
¿Cuánto tiempo habrá rodado sobre las aguas?
Los curiosos observan la pesca monstruosa
Algunos separan una porción y la llevan
para sus casas
Otros se preguntan si será conveniente
comer de un alimento que ha estado tanto tiempo
expuesto a la intemperie
(De: La estación de la sed. 1998).
De la dificultad para atrapar una mosca
La dificultad para atrapar una mosca
radica en la compleja composición de su ojo
Es el más parecido al ojo de Dios
A través de una red de ocelos diminutos
puede observarte desde todos los ángulos
siempre dispuesta al vuelo
Parece ser que el gran ojo de la mosca
no distingue entre los colores
Probablemente tampoco distinga entre tú
que intentas atraparla
y los restos descompuestos en que se posa.
(De: La estación de la sed. 1998).
Lo eterno
Lo eterno está siempre ocurriendo
ante tus ojos
Vivo y opaco como una piedra
Y tú debes pulir esa piedra
hasta hacerla un espejo en que poderte mirar
mirándola
Pero entonces el espejo ya será agua y escapará
entre tus dedos
Lo eterno está siempre en fuga ante tus ojos.
(De: Sacrificiales. 2004).
Mantarraya
Por algún divertido arreglo
los dos muchachos han dividido en dos la mantarraya
como si fuera una hoja de papel
y ahora cada uno lleva su parte colgando de la mano
Ya nada queda de la gracia que el animal
exhibe en los acuarios
Ondeando, sumergiéndose, elevándose en el agua
todo su cuerpo como dos extrañas alas
Mientras la ofrecen a lo largo de la playa los dos/
muchachos
aseguran que con ella se prepara un excelente
y vigorizante cocido
Las dos partes siguen vivas
A veces una de ellas levemente se estremece y aletea
como si una parte reclamara la otra
O como si conservara alguna oscura memoria de su/
vuelo.
(De: Sacrificiales. 2004).
De la levedad
Érase un alma tan leve que cuando murió su cuerpo
era tal su levedad que pasó sin detenerse ante/
la Puerta del cielo
Al menos eso fue lo que creyó el Guardián de la Puerta
Y el Guardián de la Puerta alarmado
temiendo que fuera a dar al Abismo o Vértice de la/
nada
le sugirió que, a modo de plomadas, dejara caer/
palabras pesadas
Y el alma leve dijo: ceiba, argamasa, potala, escaparate
Pero siguió levitando
Y el Guardián de la Puerta le sugirió que probara con/
malas palabras
Y el alma leve dijo palabras crapulosas
que la censura celeste me impide repetir
Pero siguió levitando
Y el Guardián de la Puerta le sugirió que probara con/
palabras inmundas
Y el alma leve dijo palabras abyectas
que el asco me hace imposible repetir
Y finalmente el alma leve se perdió de vista
ante la mirada desolada del Guardián de la Puerta
que era en realidad Sir Isaac Newton en apariencia de/
Guardián de la Puerta
no lograría comprender que per saecula saeculorum/
nada sabría
sobre el libre vuelo o caída de las almas en el espacio/
angélico
ni mucho menos entender
que en eso consistía su propio y exclusivo círculo del/
infierno.
(De: Sacrificiales. 2004).
Cuento
Me pregunto: ¿Por qué escribo poesía?
Y desde algún lugar del misterioso bosque
(de ese otro cuento que en vano estoy tratando
de escribir en este poema)
responde el lobo
moviendo socrático la peluda cola:
– Para conocerte mejor.
(De: Muerte y levitación de la Ballena. 2010.)
Para Wittgenstein
El silencio no quiere ser dicho
El silencio de ninguna manera puede ser dicho
Pero acaso el silencio quisiera ser dicho
Pero acaso el silencio pudiera ser dicho
Acaso lo dicho es ya silencio
O el silencio calla disfrazado en el bullicio
Acaso el poema: todas las anteriores.
(De: Muerte y levitación de la Ballena. 2010.)
Cenzontle
Pájaro numeroso el cenzontle
Ahora es una violina
Después un azulejo, un muchacho que silba
un sangretoro, un turpial
De cuatrocientos cantos habla la etimología náhuatl
Pero, a veces, pareciera cansarse
de ser tántos pájaros
y ensaya un misterioso silencio
Todo su adentro calla
como si se escuchara a sí mismo callando
como si descubriera que en su silencio habita otro/
pájaro
que canta
suspendido en su ramaje interior
Es, quizás, entonces, más cenzontle el cenzontle.
(De: Muerte y levitación de la Ballena. 2010.)
Ilímites
En alguna fase de su galope
las cuatro patas del animal están en el aire
Por un instante la rosa de los vientos
abre su centro
florece en sus cuatro pétalos
y los cuatro territorios del caballo están suspendidos
por hilos de plata
En ese mínimo instante
el animal es un pájaro.
(De: Muerte y levitación de la Ballena. 2010.)
De la moral de las piedras
Dijo
Aquel que se sienta ángel que arroje
la primera piedra
Y nadie arrojó la primera piedra
Dijo
Aquel que se sienta demonio que arroje
la primera piedra
Y nadie arrojó la primera piedra
Entonces las piedras se arrojaron contra los hombres
y sobre ellos amontonaron un monumento
a la impiedad
Porque las piedras poseen una moral de piedra
Y solo fue salvo
el cronista de esta fábula que era sordo de solemnidad
y de quien descienden
los actuales ángeles-demonios
que siguen sin arrojar la primera piedra
ni la última, por supuesto
(De: La pupila incesante. 2013).
Nefertite
La bella tuerta tiene su propio recibidor
para los visitantes
Sin duda ella sabe
que es la joya de la corona
en la Isla de los museos
Allí esta su rostro magnífico
Bello su zoológico cuello de erguida cobra
Bella su cabeza como un extraño, enorme huevo
Bello el invisible aleteo de una sonrisa
que engulle desde el misterio
Bello imaginar un pase mágico
con sus inexistentes brazos o un pase
de baile
con sus inexistentes piernas
Pero allí está su rostro tuerto y magnífico
Nunca fue tan perfecta la incompletud.
(De: La pupila incesante. 2013).
Palimpsesto
La casa era de tablas
Por entre sus ranuras yo espiaba
el siempre extraño flujo de la vida
Largas horas transcurrí tras esas
desportilladas celosías
De allí viene, creo
esta mala costumbre de voyeur
ante el mundo
Bullicio
espejo numeroso
miradas incandescentes
sobre mí
que en su extraña opacidad
me narran, me corrigen, me tachan
me reescriben…
Yo
marcas, tatuajes, sajaduras
rara escritura de una mano invisible.
(De: La pupila incesante. 2013).
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