domingo, 13 de julio de 2025

Comparto esta publicación del blog "Justiniano y sus recuerdos"

https://justinianoysusrecuerdos.blogspot.com/2025/07/historia-sagrada.html?sc=1752431616887#c64616350732746449 





Historia Sagrada

 


Rafael Arango Villegas, el ingenioso humorista manizaleño, en su escrito “Como narraba la historia sagrada el maestro Feliciano Ríos”, con sabor localista propio de su pequeño mundo regional, humaniza a Dios al modo paisa y nos cuenta historias del Paraíso Terrenal, de Adán y Eva. Deliciosas de leer. Con frecuencia las recuerdo.

En un amable espacio de mi juventud, iluminado generosamente por el aguardiente Cristal, un contertulio revivió esa forma de narrar la historia sagrada. Repetía, de Rafael Arango, que las mujeres están en este mundo porque a nosotros, los hombres, nos dio la gana. Porque nos dio lástima de ellas y le dijimos a mi Dios que las hiciera. Él no había pensado ni por un momento en ellas. Este mundo estaba organizado para funcionar con hombres. Nada más que con hombres. Pero Adán, de puro majadero, se puso a pedírselas a Dios. Le dijo que le diera una compañera, y vea la “nadita” que nos acomodaron encima, después de lo sabroso que estábamos así solos.

Mi contertulio añadía de su cacumen notas sobre la pasión: algo durísimo cargar la cruz por una empinada cuesta como las de Manizales y así de mal tenida. Que las tres caídas había sido por fallas de mantenimiento en Jerusalén y que los apóstoles pensaron en una demanda, pero que el Espíritu Santo no los había dejado. Criticaba a las santas mujeres que trataron de consolar a Jesús con carajadas. Puras lagrimitas y enjaguándole el rostro con agua bendita y gotas de colonia. Que lo útil hubiera sido un buen trago de aguardiente.

Añadía que habían pillado a un arriero fuerte, de los de mi abuelo Justiniano, y lo habían forzado a ayudar a cargar la cruz. Que si se aguantaba a Don Justiniano se aguantaba cualquier cosa. Que había sido una tremenda ayuda.

Al final, después de la muerte de Cristo, contaba que pasaban en formación sobre el Gólgota los aviones de la fuerza aérea romana. Nosotros protestamos, que no era época de aviones, y él empujándose un aguardiente nos respondió: ¿Si no era época de aviones, que hacía Poncio el piloto?

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