domingo, 26 de octubre de 2025

Actividades de Vecinas del cuento y la difusión de su primera antología, 2025

Además del lanzamiento en la FEria del libro de Manizales, de la presentación oficial en el Banco de la República, hemos visitado casas de la cultura y espacios culturales de la ciudad. Esta vez en la casa Atardecerews, de Chipre, dirigida por Luis David Arias..

🚨VECINAS DEL CUENTO / ACTIVIDADES

Las Vecinas del Cuento seguimos compartiendo nuestras Palabras con propósito.  🏻

 Este viernes 17 de octubre, desde las 4:00 p.m., estuvimos en la Casa de la Cultura Atardeceres, en el barrio Chipre, presentando nuestra Antología Vecinas del Cuento 2025.

Una ocasión para encontrarnos, leer juntas y seguir tejiendo historias que nacen de la vida cotidiana, la memoria y la comunidad.

 a de la Cultura Atardeceres

Chipre, Manizales






Publicación en "El Barequeo", importante medio de periodismo artesanal de Manizales: Libro Vecinas del Cuento. Y un texto de Beatríz Santander

https://barequeo.com/tesoros/perro-apaleado/

"Vecinas del cuento" reúne relatos de siete autoras de Manizales. El libro fue publicado por Editorial Raya y ganó el Programa de Estímulos para Proyectos Culturales y Artísticos de la Alcaldía de Manizales. Hoy publicamos uno de los cuentos de este libro.

 

 

 

  • El libro "Vecinas del cuento" incluye obras de Judy Ramírez, Luz Adriana Suárez, Marta Lucía Londoño, Cristina Botero, Beatriz Elena Santander, Olga Lucía Jaramillo-Galu, y María Elena Jiménez.

 

 

«Perro apaleado», un cuento de Beatriz Elena Santander Mejía

25 de octubre de 2025

 

El capataz ordenó, mientras se fumaba un cigarrillo: Se irán los mayores de sesenta esta misma tarde, ya saben quiénes son. Se oyó con una voz nerviosa que luchaba por no perder el tono autoritario. Ramón solo pensó en que se le iba de entre las manos el sueño de comprarle la casa a su mujer.

Más tarde, la hermana de Ramón lo llamó para pedirle que se cuidara del virus mortal, que el gobierno ordenaba el confinamiento. Su voz chillona, casi histérica, le molestó. Cuando intentó responderle y preguntarle por Fifí, un hilo de amargura se le enredó en la garganta, como un mal augurio. Ella, que nunca le ofreció ningún gesto de cariño, parecía activar un mecanismo de compasión secreto por su único hermano vivo. Le pidió, casi le rogó, que no saliera a la calle, que los viejos tenían mayor riesgo de contagio. Además, usted es muy vicioso. Él pensó en decirle que ya no fumaba ni bebía, pero no se animó.

Tres años antes, Ramón había perdido la casa y a la mujer por deudas de juego, pero su hermana no lo sabía. Tranquila, que me voy a cuidar. Colgó tembloroso el teléfono, sin entender aún todo lo que le había pasado.

Oscureció temprano, como si el miedo colectivo precipitara los ritmos del día. En la calle se escuchaba un zumbido. Ramón entró en una droguería a comprar un tapabocas, se lo puso y sintió el primer pánico. En el televisor de la farmacia, un noticiero mostraba imágenes de una ciudad italiana donde transportaban en camiones a miles de muertos hacia tumbas colectivas. Le aterró pensar que el fin del mundo era una realidad, y al mismo tiempo se alegró de liberarse de las deudas.

Al día siguiente, la dueña de la pensión les advirtió a sus huéspedes que, en vista de la situación de encierro obligatorio, les exigía el pago adelantado de la mensualidad. Los que tengan a dónde ir, es mejor que se vayan, aquí ya hay mucha gente, dijo desafiante levantando la cabezaSe hizo un silencio profundo y de pronto una verdulera de rostro congestionado gritó: No estaríamos aquí si tuviéramos a dónde ir. Nadie más alzó la voz, solo sonaba el noticiero.

Usted sabe que nos han mandado a todos a guardarnos y sin paga, se animó airado Ramón. La dueña de la pensión suspiró y, agitando los brazos, dijo: Eso, Ramón, no es problema mío, aquí no caben los que no estén al día. Luego siguieron protestas y cuchicheos convertidos en una masa espesa de voces agrias.

Ramón decidió volver al trabajo al día siguiente, con el tapabocas puesto. Encontró el taller cerrado, pero dentro se escuchaban los motores de los soldadores y esmeriles. Golpeó el portón, nadie atendió y se sentó a esperar la hora del café. Al rato empezaron a salir jóvenes con delantales de hule. Lo saludaron con gestos y se sentaron junto a él a fumar.

Ramón entró al taller, buscó al capataz. Subió nervioso el mezanine y se encontró con una cabeza blanca de rostro curtido. El hombre revisaba papeles recostado en su silla. Le lanzó una mirada de soslayo: ¿Qué quiere, Osorio? Trabajar, respondió Ramón. Usted es un anciano. Si todavía tengo jóvenes aquí, es porque solo ellos lo pueden hacer, le dijo el capataz. ¿Y de qué voy a vivir? No tengo familia. Como si la súplica le hubiera hecho reaccionar, el hombre dejó los papeles y levantó la mirada por encima del hombro, mientras sacaba de su chaqueta una caja de cigarrillos. Le ofreció uno. Ramón respondió con impaciencia, Ya no fumo. El capataz encendió el suyo y dio la primera bocanada. Lo miró con arrogancia. Dijo: Mire, Osorio, el día que seamos monjitas de la caridad vuelva, por ahora no tengo nada más para decirle. Tiró el cigarrillo y lo pisó con su bota de cuero. Se acercó a Ramón, que se disponía a bajar las escaleras, le palmeó la espalda y agregó: Cuídese, hombre, cuídese.

Ramón caminó lento y sin rumbo, como si la meditación lo fuera a sacar de sus problemas. Circulaban muy pocos carros, algunos vendedores ambulantes desafiaban la orden de confinamiento. Le llamó la atención la larga fila con gente de mirada ansiosa en la puerta de un supermercado. ¿Iba en serio lo de la pandemia? Se indignó, los pobres como él no podían encerrase hasta nueva orden, y decidió seguir buscando la forma de sobrevivir.

Quiso pedirle a la dueña de la pensión que le fiara siquiera un mes; le pagaría cuando todo se normalizara, pero recordó que ella conocía su pasado.

A mediodía ya había caminado hasta las afueras de la ciudad. Divisó el río de aguas ocre y una cuadrilla de hombres que sacaban material de la orilla y llenaban bolsas de fique. Ramón preguntó, esperando otra negativa, si había trabajo. Uno de ellos lo miró de arriba abajo, sorprendido de que un hombre tan esmirriado fuera capaz de dedicarse a esa labor. Claro que sí, se paga por bulto. ¿Tiene experiencia? No, respondió RamónSus ojos, empequeñecidos por la luz intensa, solo veían sombras. Su cabeza casi calva, nariz aguileña y grande, acompañada de unos labios descarnados y una barba de tres días, le daban el aspecto de un perro apaleado. El hombre le miró las manos fuertes y callosas, y agregó: Si quiere empezar de una vez, coja esa pala, que no tiene dueño.

Ramón logró que lo dejaran dormir en la enramada donde guardaban los bultos. Se sintió agradecido, encontró trabajo y casa, más de lo que esperaba. Cada día lograba llenar dos sacos de arena, y su exiguo ahorro le permitía soñar con comprar una casa y pedirle a su mujer que regresara con él.

La mañana del domingo se despertó tarde y se sintió muy cansado. Le dolía la cabeza y tenía algo de tos. Se quedó echado sobre los costales que le servían de cama. Al atardecer fue al río por un poco de agua para la sed que le quemaba las entrañas. Se sintió sin aliento para ir hasta el hospital. La calentura la tenía en todo el cuerpo y decidió tirarse al río. Al día siguiente fue incapaz de levantar la pala, la debilidad le ganaba a sus fuerzas.

Cuando los areneros lo encontraron en ese estado, lo echaron de allí y le tiraron un tapabocas al rostro. Se alejó arrastrando los pies. La falta de aire comenzaba a molestarlo y creyó que no alcanzaría a llegar a urgencias. El miedo a la muerte lo consumía, más que la fiebre. No quería morir sin devolverle la casa a su mujer.

La ropa húmeda y sucia le pesaba. Intentaba orientarse hacia el hospital donde alguna vez fue operado del apéndice, después creyó que era mejor volver a la pensión y entregarle a la dueña el dinero que llevaba encima, pero desechó la idea con rabia.

La tos le salía de los pulmones agotados. Recordó la llamada de su hermana y pensó que no era tan perversa, que estaba arrepentida de su abandono. Entró a una cafetería en busca de un teléfono y sacó del bolsillo del pantalón la libretica donde tenía anotado su número. ¿Doris? Sí, ¿yo con quién? Con Ramón. Es que estoy un poco enfermo, Ramón no pudo decirle más. ¿Qué le pasa?,del otro lado se oía la voz angustiada de la mujer y los ladridos de Fifí. Necesito ir a su casa, es que no tengo a dónde ir. El silencio de su hermana se le clavó en la mente afiebrada. ¿Y su casa y su esposa?,dijo ella impaciente. No la tengo sino a usted… ¿Me recibe mientras me recupero?, atinó a decir. Sí, claro, pero es que… es que… Fifí es muy delicadita…

El tendero lo amenazó con llamar a la policía si no se iba. Ramón lo miró sin expresión, pero la rigidez de los músculos de las piernas solo le sirvió para caer derrumbado sobre una silla. El delirio de la calentura lo sumió en la ilusión de que volvía a su casa con una mujer que tenía un hábito blanco, y que carecía de ojos. Diez minutos después recobró la conciencia y le mostró al tendero la dirección de su hermana. Las sirenas le aturdieron los oídos.

Un joven domicilio lo dejó en la entrada de la casa de su hermana. Intentó rasguñar la madera de la puerta mientras le salía un agónico Hermana, hermanita. Su cuerpo flotaba sin dolor. La fiebre y la falta de aire lo vencieron. Se encontró en una casita rodeada de jazmines que lo emborrachaban con su olor dulce y su esposa lo acariciaba. Mientras, soltaba un último suspiro.

Beatriz Elena Santander Mejía publicó el cuento «Perro apaleado» en la Antología Relata, de Mincultura, en 2022.


El libro Vecinas del cuento. Palabras con propósito. Antología 2025 es una obra publicada por Raya Editorial, gracias al apoyo ganado en el Programa de Estímulos para Proyectos Artísticos y Culturales del municipio de Manizales.

“Vecinas del Cuento» es un proyecto que reúne a un grupo de mujeres mayores de la ciudad de Manizales que dedican su retiro laboral a leer y escribir literatura. Con una rica experiencia y una pasión por la cultura, estas mujeres han creado una obra que captura la tradición y la memoria de su comunidad, su ciudad, su país y otros mundos imaginados.

Vecinas del cuento. Palabras con propósito. Antología 2025.

Judy Ramírez Orozco, Cristina Botero Calderón, Martha Lucía Londoño Carvajal, Beatriz Elena Santander Mejía, María Elena Jiménez Gómez, Luz Adriana Suárez González, y Galu (Olga Lucía) Jaramillo Ochoa. Prólogo de Alejandra Jaramillo Morales, miembro de la Academia Colombiana de la Lengua.

Raya Editorial

Manizales, 2025

179 páginas

ISBN: 978-628-02-0112-2

 


XII Festival Nos queda la palabra.

Acá estuvimos Las Vecinas del Cuento. 

Compartimos algunos de nuestros textos, contamos sobre nuestro proyecto... siempre "Nos queda la palabra".

El Escondite, Manizales, octubre 2025.




jueves, 16 de octubre de 2025

Cuento del autor contemporáneo Hernán Casciari. Escrito con base en "El brujo postergado" de Borges.

 

Como por arte de magia*

 

Pablo entró a robar al negocio de magia del viejo Caracoche (esto pasó en Mercedes) con una pistola de juguete. Sin leer el cartel del vidrio que decía: Se busca un ayudante joven. Cuando lo vio entrar, a Pablo, el viejo creyó que el joven venía a buscar trabajo y salió del mostrador a recibirlo, le dijo: Qué hacés pibe, pasá. Pablo, un poco confuso, sacó la pistola y apuntó al viejo. La pistola era de juguete. Abrí la caja y dame todo, le dijo, y si haces algo raro te quemo. Lo dijo medio tartamudeando porque en Mercedes se rumoreaba que el viejo Caracoche era medio mago en serio, que había hecho desaparecer cosas y también se decía que era rico. Tranquilo, tranquilo, le dijo Caracoche, no voy a hacer nada raro, qué necesitas, pibe.

Dame toda la plata que tengas, dijo Pablo. Mirá, dijo Caracoche, podemos hacer dos cosas; te doy dos horas para que busques en todo el negocio y te lleves la plata que encuentres, las bolas que cambian de color, todos los trucos que tengo a la venta, lo que quieras. El chico lo miró ansioso con la pistola en la mano y le dijo: ¿Y la segunda cosa? Lo segundo, dijo el viejo y le mostró el cartel de la puerta, es que trabajes conmigo, te puedo pagar 35 australes al mes más almuerzo, tu trabajo sería ir con estos folletos al centro para que el negocio mejore, antes lo hacía yo pero estoy viejo.  Cuál preferís, te llevas todo lo que encuentres ahora o un sueldo todos los meses de 35 australes.

Pablo tenía 15 años en ese momento y había dejado la escuela a los nueve. Era hijo bastardo de una familia paterna que lo abandonó, vivió en la calle desde la muerte de su abuela. Sí había visto el cartel de la puerta, pero no sabía leer de corrido y como tampoco sabía de números se quedó apuntando con la pistola sin saber qué responder. Caracoche lo ayudó: Mirá, yo me voy adentro y si cuando vuelva me robaste todo y te fuiste, mala suerte para los dos. Pero si cuando vuelvo con la chocolatada vos seguís acá, empezàs hoy. Y el viejo se metió para adentro.

Pablo estuvo todo ese verano entregando folletos de Casa de magia Caracoche en el centro de Mercedes, y el negocio prosperó. No tanto en la venta de trucos, sino en las presentaciones en cumpleaños y en casamientos. Ahora que el viejo tenía ayudante podía hacer shows privados sin cargar él con los accesorios en sus espaldas. Cuando Pablo cumplió 18, 3 años después del intento de robo, el viejo Caracoche era como un padre para él, un abuelo muy presente. Charlaban todas las tardes, eran los dos de Boca y el viejo lo había entrenado en la magia para que siguiera sus pasos. Sin decirle nada al chico se había propuesto dejarle el negocio. La tarde en que Caracochi murió ya no existían los australes, había un peso que valía lo mismo que el dólar y Pablo ya era un mago profesional. El viejo le había enseñado todo. En el velorio Pablo lloró desconsolado al lado del cajón y cuando todo el mundo se fue él seguía llorando solo.

La gente nueva de Mercedes creía, los que no conocían la historia, que era su nieto de verdad. El chico adoró todos esos años a su patrón porque lo había sacado de la calle y le había dado un oficio. El negocio de Pablo se siguió llamando Casa de magia Caracoche, en honor a su maestro. Actualizó los trucos, empezó a vender por internet, hacía shows privados cada vez más caros, compraba accesorios en la Avenida Cabildo. Hubiera sido un sueño para el viejo ver esa marquesina, pensaba Pablo cada vez que entraba con su auto caro al negocio.

Cuando Pablo cumplió 52 años estaba chequeando mercadería en el local de Cabildo, ya eran más de las 8 de la tarde y estaba solo, las dos empleadas vespertinas habían salido a las 7 y él estaba pensando en poner más vigilancia porque ya le habían entrado dos veces a robar de noche. Entonces sintió un ruido a sus espaldas y vio aparecer a un chico encapuchado por abajo de las rejas. El chico tenía una pistola y le temblaba la mano porque no esperaba que hubiera gente en el negocio. Pablo sospechó que el arma del chico podía ser de juguete, pero no quiso correr riesgo. Sin que el chico pudiera hacer nada Pablo sacó del doble fondo del mostrador su Maverick y le disparó una sola vez al chico a la altura del pecho. El disparo fue seco.

Y cuando Pablo abrió de nuevo los ojos, como por arte de magia, estaba en Mercedes en el negocio del viejo Caracoche, solo con su pistola falsa de juguete y tenía de nuevo 15 años. No entendió nada. Todavía resonaba en su cabeza el eco del disparo de la sucursal de Cabildo. Pero no era 2023, era 1987 de nuevo. Como si la cinta de su vida se hubiera rebobinado después de gatillar el arma. Entonces apareció desde adentro del negocio el viejo mago Caracoche con un vaso de chocolatada en la bandeja y le dijo a Pablo: Lo siento mucho pibe, pero me arrepentí, no vas a ser bueno en este trabajo, tomá la leche y mandate a mudar.

 

*Cuento "Como por arte de magia" del autor argentino Hernán Casciari. (Cuentos contra reloj).

Basado en el cuento de Borges: "El brujo postergado".

martes, 14 de octubre de 2025

"El brujo postergado" Jorge Luís Borges. Para que luego hablemos del género del cuento.

 

El brujo postergado

Jorge Luís Borges

 

En Santiago había un deán que tenía codicia de aprender el arte de la magia. Oyó decir que don Illán de Toledo la sabía más que ninguno, y fue a Toledo a buscarlo.

El día que llegó enderezó a la casa de don Illán y lo encontró leyendo en una habitación apartada. Éste lo recibió con bondad y le dijo que postergar el motivo de su visita hasta después de comer. Le señaló un alojamiento muy fresco y le dijo que lo alegraba mucho su venida. Después de comer, el deán le refirió la razón de aquella visita y le rogó que le enseñara la ciencia mágica. Don Illán le dijo que adivinaba que era deán, hombre de buena posición y buen porvenir, y que temía ser olvidado luego por él. El deán le prometió y aseguró que nunca olvidaría aquella merced, y que estaría siempre a sus órdenes. Ya arreglado el asunto, explicó don Illán que las artes mágicas no se podían aprender sino en sitio apartado, y tomándolo por la mano, lo llevó a una pieza contigua, en cuyo piso había una gran argolla de fierro. Antes le dijo a la sirvienta que tuviese perdices para la cena, pero que no las pusiera a asar hasta que la mandaran. Levantaron la argolla entre los dos y descendieron por una escalera de piedra bien labrada, hasta que al deán le pareció que habían bajado tanto que el lecho del Tajo estaba sobre ellos. Al pie de la escalera había una celda y luego una biblioteca y luego una especie de gabinete con instrumentos mágicos.

Revisaron los libros y en eso estaban cuando entraron dos hombres con una carta para el deán, escrita por el obispo, su tío, en la que le hacía saber que estaba muy enfermo y que, si quería encontrarlo vivo, no demorase. Al deán lo contrariaron mucho estas nuevas, lo uno por la dolencia de su tío, lo otro por tener que interrumpir los estudios. Optó por escribir una disculpa y la mandó al obispo. A los tres días llegaron unos hombres de luto con otras cartas para el deán, en las que se leía que el obispo había fallecido, que estaban eligiendo sucesor y que esperaban por la gracia de Dios que lo elegirían a él. Decían también que no se molestara en venir, puesto que parecía mucho mejor que lo eligieran en su ausencia.

A los diez días vinieron dos escuderos muy bien vestidos, que se arrojaron a sus pies y besaron sus manos y lo saludaron obispo. Cuando don Illán vio estas cosas se dirigió con mucha alegría al nuevo prelado y le dijo que agradecía al Señor que tan buenas nuevas llegaran a su casa. Luego le pidió el decanazgo vacante para uno de sus hijos. El obispo le hizo saber que había reservado el decanazgo para su propio hermano, pero que había determinado favorecerlo y que partiesen juntos para Santiago.

Fueron para Santiago los tres, donde los recibieron con honores. A los seis meses recibió el obispo mandaderos del Papa que le ofrecía el arzobispado de Tolosa, dejando en sus manos el nombramiento de sucesor. Cuando don Illán supo esto, le recordó la antigua promesa y le pidió ese título para su hijo. El arzobispo le hizo saber que había reservado el obispado para su propio tío, hermano de su padre, pero que había determinado favorecerlo y que partiesen juntos para Tolosa. Don Illán no tuvo más remedio que asentir.

Fueron para Tolosa los tres, donde los recibieron con honores y misas. A los dos años recibió el arzobispo mandaderos del Papa que le ofrecía el capelo de cardenal, dejando en sus manos el nombramiento de sucesor. Cuando don Illán supo esto, le recordó la antigua promesa y le pidió ese título para su hijo. El cardenal le hizo saber que había reservado el arzobispado para su propio tío, hermano de su madre, pero que había determinado favorecerlo y que partiesen juntos para Roma. Don Illán no tuvo más remedio que asentir.

Fueron para Roma los tres, donde los recibieron con honores y misas y procesiones. A los cuatro años murió el Papa y nuestro cardenal fue elegido para el papado por todos los demás. Cuando don Illán supo esto, besó los pies de Su Santidad, le recordó la antigua promesa y le pidió el cardenalato para su hijo. El Papa lo amenazó con la cárcel, diciéndole que bien sabía él que no era más que un brujo y que en Toledo había sido profesor de artes mágicas. El miserable don Illán dijo que iba a volver a España y le pidió algo para comer durante el camino. El Papa no accedió. Entonces don Illán (cuyo rostro se había remozado de un modo extraño), dijo con una voz sin temblor:

–Pues tendré que comerme las perdices que para esta noche encargué.

La sirvienta se presentó y don Illán le dijo que las asara. A estas palabras, el Papa se halló en la celda subterránea en Toledo, solamente deán de Santiago y tan avergonzado de su ingratitud que no atinaba a disculparse. Don Illán dijo que bastaba con esa prueba, le negó su parte de las perdices y lo acompañó hasta la calle, donde le deseó feliz viaje y lo despidió con gran cortesía.

 

(Del Libro de Patronio del infante don Juan Manuel, que lo derivó de un libro árabe: Las cuarenta mañanas y las cuarenta noches)          

 

martes, 30 de septiembre de 2025

Éxito en la presentación del libro Vecinas del cuento, antología 2025.

La primera antología de cuentos del colectivo Vecinas del cuento se lanzó en la Feria del libro de Manizales, el 7 de septiembre de 2025. Proyecto ganador de un estímulo a proyectos culturales 2025, de la Secretaría de cultura y civismo, de la Alcaldía de Manizales.

La presentación oficial tuvo lugar en el auditorio del Banco de la República el pasado 26 de septiembre. La filósofa magister en Lectura y Escritura, Sofía Acevedo, moderó el conversatorio con las integrantes del grupo y con Alejandra Jaramillo Morales, escritora y miembro de la Academia de la lengua colombiana.

Después del conversatorio y presentación del libro se ofreció una copa de vino con ambientación del saxofonista Esteban Valdez, mientras las orgullosas vecinas firmaron libros al numeroso público.




















Publicación en La Patria:
https://www.instagram.com/p/DPJ7qzVjEq7/?img_index=1&igsh=d3lpd3U5dXVmNnFr





domingo, 7 de septiembre de 2025

Hoy presentación del libro Primera Antología Vecinas del Cuento

 






Leer y escribir, un gozo eterno

 

Por Alejandra Jaramillo Morales, escritora

 

En el año 2021 recibí una llamada de Las vecinas del cuento. Lo primero que imaginé fue que me llamaban de un club de lectura, un grupo más de mujeres o de personas que se reúnen a leer literatura. Me emocioné, porque en los últimos años he presenciado, en múltiples visitas, esos encuentros de lectores y lectoras que mantienen la vitalidad de la literatura en la cultura colombiana. Al inicio me encontré con muchos clubes de mujeres pensionadas, pero con el tiempo los clubes siguen pululando y ahora hay de múltiples lugares, de diversos grupos etarios y que leen una gran diversidad de géneros y corrientes literarias. Leer en Colombia se ha convertido en un acto colectivo, una actividad que une y permite la aparición de preguntas y sentires fundamentales para la vida.

Sin embargo, la invitación no era a conversar sobre la lectura de un libro, Las vecinas del cuento no eran solo un magnífico grupo de lectoras, eran un taller de escritura. Eran un grupo de mujeres pensionadas, que entre diversas actividades posibles escogieron el placer de leer y escribir y que buscaron el apoyo de la Red Relata del Ministerio de Cultura para consolidarse como taller en la ciudad de Manizales. Encontrarme con estas mujeres me alegró mucho, y aunque las políticas sociales para las mujeres pensionadas siguen quedándose cortas, al no considerar alternativas a la simple atención en salud, saber que ellas habían encontrado el camino de la lectura y la escritura, que siempre van juntas, me emocionó.

Desde su fundación, este colectivo ha desarrollado un riguroso proceso de formación literaria, participando en talleres de escritura creativa, clubes de lectura y encuentros con escritores y escritoras reconocidas. Además, gracias a su participación en la red Relata, han generado articulación con otros grupos literarios del país y el acceso a programas de formación con escritores de trayectoria, demostrando su compromiso y reconocimiento institucional.

Durante varios meses me reuní con ellas, leímos juntas, conversamos sobre lo que significa escribir ese género mayor que es el cuento, y las acompañé en la escritura de sus propios textos. De hecho, me alegró, al leer este libro, que ahora publican algunos de los textos que en ese tiempo comentamos. Claro está, debo decir, que encontré esos textos conocidos y los muchos otros que acá se están publicando, muy trabajados, cuidadosamente corregidos y bien logrados.

Esta antología muestra el talento literario de estas mujeres, quienes han sido reconocidas en concursos nacionales e internacionales y han publicado sus obras en diversas antologías. Encontramos en estas historias una diversidad de temas y formas de narrar. Cristina Botero Calderón explora formas de la locura y las alucinaciones, una infancia llena de olvidos, los abusos en el matrimonio y el vicio por el juego y nos recuerda el estruendoso final de los seres que fueron arrastrados por la avalancha de Armero; María Elena Jiménez narra los devenires del amor de pareja y las culpas que se enmarañan en esos amores, plantea la ambigüedad entre la responsabilidad y la culpa en el amor a la madre y culmina con el fantasma de la brutalidad creada por los negocios sucios y la sanción por la infidelidad; Martha Lucía Londoño Carvajal nos lleva a vivir la ansiedad y así mismo nos lanza a un universo futurista, místico, indígena de nanochips que pueden producir interconexión neuronal para hacernos posible vivir las emociones y los pensamientos de otros seres. ¿Podremos así recuperar memorias perdidas? Oímos también en sus cuentos Las cuatro estaciones de Vivaldi marcando el mundo interno de los personajes, la música y la vida entrelazadas; Beatriz Elena Santander Mejía transita por la pandemia, el encierro y la muerte, y en otra dirección explora la duda de si puede uno amar a un criminal; Luz Adriana Suárez González nos sumerge en la crianza amorosa que deriva en el vacío, el silencio de un niño y su abuela que pierden todo en la distancia y en un registro muy diferente nos entrega una historia mitológica en una vuelta de tuerca; finalmente tenemos a Galu -Olga Lucía- Jaramillo Ochoa y sus cuentos, una nueva visita a la noche septembrina, el eco del amor de los héroes, la locura desatándose entre una madre y un hijo sometidos a acompañarse por siempre, odios familiares, un delicado cuento que gira sobre una extraña pregunta: ¿Puede cazarse la soledad? Y un juego de espejos donde la soledad descuella entre la muchedumbre y nos refleja brutales y abrumados.

Les invito pues a adentrarse en esta lectura, a disfrutar estos cuentos que son el resultado de un proceso de escritura juicioso y definitivamente feliz. 



 








lunes, 1 de septiembre de 2025

RECUÉRDAME. Por la memoria de Ana Catalina Gómez Gallo, este poema de David Harkin.

RECUÉRDAME

 

Puedes llorar porque se ha ido o puedes sonreír porque ha vivido.

Puedes cerrar los ojos y rezar para que vuelva,

o puedes abrirlos y ver todo lo que ha dejado;

tu corazón puede estar vacío porque no la puedes ver,

o puede estar lleno del amor que compartiste.

Puedes llorar, cerrar tu mente, sentir el vacío y darle la espalda,

o puedes hacer lo que a ella le gustaría:

Sonreír, abrir los ojos, amar y seguir.

                                                                David Harkins.

Con toda consideración a su hermana, Sofía, y a sus padres Liliana y Jaime. A sus familiares y amigos. 

Que la paz vuelva a sus corazones y el recuerdo de ese ser tan querido ilumine sus vidas.

 

 

lunes, 25 de agosto de 2025

Paralelo literario de “Soneto del Retorno” (de Mario Villegas Galarza) con otros grandes poetas

 A propósito de la anterior publicación “Soneto del Retorno” de Mario Villegas Galarza" , un paralelo literario con otros grandes poetas que también trataron la ausencia, la espera y el retorno:

Quevedo y Neruda: la ausencia definitiva, marcada por la muerte o el amor perdido.

Garcilaso y Machado: la fugacidad del tiempo y la huella que deja la partida.

Villegas Galarza: introduce una variación original: la espera del que se queda también es un viaje, un peregrinaje interior, que a veces duele tanto como el partir.


Quevedo: la ausencia como llaga perpetua


Francisco de Quevedo en su famoso soneto “Cerrar podrá mis ojos la postrera / sombra que me llevare el blanco día…” convierte la ausencia en algo eterno: aun después de la muerte, el amor sigue vivo.

En Quevedo, la ausencia es definitiva (la muerte).

En Villegas, la ausencia es transitoria, pero dolorosa: existe la esperanza de retorno.

Ambos coinciden en que el tiempo deja huellas visibles (“larga huella de este lloro ausente” vs. “polvo serán, mas polvo enamorado”).


Garcilaso de la Vega: la espera como dolor dulce


Garcilaso en su soneto “En tanto que de rosa y azucena…” mira el paso del tiempo en el rostro humano. La nostalgia por lo que se va es el motor de su poesía.

Garcilaso contempla la juventud que parte y no vuelve.

Villegas contempla a las personas que parten, esperando su regreso.

En ambos, la mirada es símbolo del tiempo vivido: los ojos reflejan tanto la belleza perdida (Garcilaso) como la tristeza de la espera (Villegas).


Antonio Machado: la añoranza de los que se fueron


En “Campos de Castilla”, Machado evoca a los que se marchan o han muerto, caminantes que dejan huellas en el sendero.

Machado: “Caminante, no hay camino, se hace camino al andar.”

Villegas: “Vosotros que tomásteis el camino / o yo que me quedé, solo, esperando.”

Ambos ponen en tensión el que camina vs. el que queda, pero Villegas acentúa el dilema: ¿quién vive más peregrinación, el que se va o el que espera?


Pablo Neruda: el retorno imposible

Neruda en su “Veinte poemas de amor” escribe: “Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.”
Neruda acepta la imposibilidad del regreso (el amor perdido no vuelve).
Villegas mantiene una esperanza de retorno: los que se fueron “con alegría retornen a mi casa lentamente.”
Aquí el contraste es fuerte: Neruda resalta la pérdida irreversible, mientras Villegas aún confía en la reconciliación con los ausentes.


Soneto del retorno. Hermoso soneto del poeta Mario Villegas Galarza

 Soneto del retorno 

Y todos partirán. Tan solamente 
me quedaré esperando que algún día 
los que se fueron hoy con alegría 
retornen a mí casa lentamente. 

Encallecida mostraré la frente 
de tanto recordar la lejanía 
y se verá en mis ojos todavía 
la larga huella de este lloro ausente.

Y todos volverán... Francos, cordiales 
se abrirán a su valía los umbrales 
porque el retorno seáles más blando. 

Y les diré: ¿Cuál fue más peregrino, 
vosotros que tomasteis el camino 
o yo que me quedé solo esperando?

 Mario Villegas Galarza* 
Manizales, julio de 1963.

*Escritor, intelectual y poeta caldense, participante y cofundador del grupo de "La tertulia "Las 13 Ppipas", 1962

domingo, 17 de agosto de 2025

Una hoja de hierba. Del gran poeta estadounidense, Walt Whitman

 

Una hoja de hierba

 

Creo que una hoja de hierba no es menos
que el día de trabajo de las estrellas,
y que una hormiga es perfecta,
y un grano de arena,
y el huevo del régulo,
son igualmente perfectos,
y que la rana es una obra maestra,
digna de los señalados,
y que la zarzamora podría adornar
los salones del paraíso,
y que la articulación más pequeña de mi mano
avergüenza a las máquinas,
y que la vaca que pasta, con su cabeza gacha,
supera todas las estatuas,
y que un ratón es milagro suficiente,
como para hacer dudar
a seis trillones de infieles.

 

Descubro que en mí
se incorporaron el gneiss y el carbón,
el musgo de largos filamentos, frutas, granos y raíces.
Que estoy estucado totalmente
con los cuadrúpedos y los pájaros,
que hubo motivos para lo que he dejado allá lejos
y que puedo hacerlo volver atrás,
y hacia mí, cuando quiera.

Es vano acelerar la vergüenza,
es vano que las plutónicas rocas
me envíen su calor al acercarme,
es vano que el mastodonte se retrase
y se oculte detrás del polvo de sus huesos,
es vano que se alejen los objetos muchas leguas
y asuman formas multitudinales,
es vano que el océano esculpa calaveras
y se oculten en ellas los monstruos marinos,
es vano que el aguilucho
use de morada el cielo,
es vano que la serpiente se deslice
entre lianas y troncos,
es vano que el reno huya
refugiándose en lo recóndito del bosque,
es vano que las morsas se dirijan al norte
al Labrador.

Yo les sigo velozmente, yo asciendo hasta el nido
en la fisura del peñasco.

 

* Walt Whitman (Estados Unidos, 1819 - 1892) es uno de los autores clave de la literatura norteamericana y gran exponente del movimiento trascendentalista que buscaba explorar la relación entre el ser humano y la naturaleza.

Fue el primero en incursionar en el uso del verso libre, utilizando un lenguaje sencillo, cercano a todo público. Así, transformó la poesía en un espacio de libertad. Su estilo rompió moldes, su visión incluyó a los marginados y su voz sigue resonando como una afirmación vital de la existencia. 

                                                                               Datos del autor encontrados en "Cultura Genial".

 


miércoles, 6 de agosto de 2025

Madreagua, de la poeta manizaleña Juanamaría Echeverri Escobar

Barequeo, Periodismo artesanal, nos regala el poema "Madreagua" que hace parte del libro Revelaciones en agua-tierra, Colección «Libros al aire» de la Secretaría de Cultura de Caldas. 



Madreagua

                                               Cometa de rocíos surca un lenguaje germinal

Madreagua

              noche obstinada de

silencio

Líquidas penumbras

rehacen                

la luz de

a

y

e

r

Aguas profundas nos hermanan

                                       Cercanía oscura el sol escurre zumos de horizonte

Conflagran las aguas

ríos de

e v o c a c i o n e s

entregan      su ímpetu

a pleno temblor

La mar recibe

dulces

honduras

                  desembocaduras

En circunvoluciones nuestro ánimo

                   Matices de ensueños alumbramiento natural bajo los párpados

Danza de fragores

en remolinos

                cegueras de aletas sordas

A remos hermanas      casi el ahogo

                       Aguas dulces

                       aguas de sal

                                                     Pestañeo de sueño brisa en ojos anegados

Playa      estado femenino

la mar interior

nos lame

       Desenrollan las olas papiros de

             espuma

                 inscripciones

                    de húmeda luz

Y el reposo nos ofrece líquidas visiones

… 

                                           Ovillo reflejo de sol en olas ponientes nacientes

Confidencias de la mar

               galopante      recorrido

           a

           z

           u

            l

Madreagua

              se curva en oleajes

cóncavos-convexos      plenos de misterios

Ojalá ojalá ojalá

                                          Salto al silencio seno desnudo de ola y espuma

A la playa llegan

                      pulidos por la sal

       gritos de náufragas que viajan en

maderos

Hundimientos de miedos      de olvidos

                                             Bandada de aves nube clara en la altura el éter

Marea celeste da a luz

llena de luna

reflejo en nosotras

Collar de espuma en los

cuellos

resplandor

de ahuecados

brillos

Nuestras bocas

rebosantes

hirvientes de

significados

                                                       Noche de estrellas lecho marino al revés

Estrellas

rojas amarillas

    conectan melenas del lecho

         y arrebatadas cabelleras insomnes

Continuamos por la playa

pasos

          huellas oblicuas

          se deslíen en la orilla

Hermanas

                                                     Sobre el horizonte a gotas la miel poniente

Corazón adentro

se insola en pulsos

                 rojos

                 sanguíneos

Vasos comunicantes

                 caracolas

                  y ecos

Llamados de otras ausentes

                                                          Rastros del viento cirros en disipación

Furia de arena

ardida

de comer

sol

a diario

12pm

          Montículos

en aljibes diminutos

           Quema el agua

Abrasadas en la arena derretimos nuestros nombres

                                                 Al borde de un ala grazna poemas el silencio

Un pie en tierra      otro en agua

Nos emancipamos

                     en espirales de ascenso

                             a la libertad

Cuencas

figuraciones

             de alfabetos

oníricos

                        Por flujos alumbrados se evaporan transparentes sensaciones

Silentes

Navegamos      del cuerpo íntimo a la

próxima nostalgia

insular

Acuática

deriva

en femenino      Madreagua

                                    Tarde eléctrica de relámpagos en llanto se precipita

Conchas      Ojos dormidos madreperlas

Filigrana calcárea

colonias

filamentos

batientes

y las corrientes

Buceamos lo recóndito del presente

                                                   A mares el origen espumea días sin tiempo

 Se nos encienden los rostros de belleza

                                   Vaivenes

                       piel adentro      piel afuera

                por las mejillas gotea la profundidad

En el agua se fijan las memorias

                               en la sangre

                                                           Meandros orillas en libertad del decir

Transitamos grutas umbilicales     s

                                                       o

                                                        l

                                                        a

                                                        s

Ablución marina

                         y lívidos

                      mareos concéntricos

Volvemos

en ti

en mí

        en todas

Madreagua

                               Caravanas de alas despican alturas de un graznido

Juntas asoleamos la sangre

Explayamos

            salvaciones

En un Rincón del Mar

          encallamos el pasado

                                     Regresamos del exilio en crestas luzazulaguamarina

Socavamos la rabia de los injusto

en alaridos

sin

     nom-

              bre

a voces mudas nuestro ser

Ll

o

r

a

m

o

s

    el perdón

                                                      Íntima marea en las memorias humanas

Madreagua

Caóticos símbolos transmutan

                                  sílabas

                             sin mordaza

palabreamos nuevos sentidos

Reconciliación

                tierra fértil de la imaginación

                torrentes nos igualan

Sanamos nuestros muertos

               Y el amor                


  • Manizales 1971. Poeta, premio ediciones Embalaje con el poemario Las que mecen el delirio (2009). Abogada, gestora cultural. Agencia el proyecto Poesía para la Paz, de escritura comunitaria ,con su Colectivo Cultural y Pedagógico EncantaPalabras.

  • https://barequeo.com/tesoros/madreagua-de-juanamaria-echeverri-escobar/