Comparto un escrito de mi contertulio Antonio Correa
García
RETRATO HABLADO
Parece
que hubiera nacido para mandar. Como maneja sus haciendas, así los asuntos
públicos giran en torno a su órbita privada. Desde un principio supo ganarse el
aprecio de muchos seguidores, convertidos luego en soldados incondicionales de
su causa. Llena plazas públicas con gente del pueblo que lo quiere como quiso a
Fidel Castro en 1959; a Augusto Pinochet en 1973; a Jorge Videla en 1976; a Alberto
Fujimori (1990) y a todos los dictadores que en América Latina han sido. Pregona
que su vida –“sus carnitas y sus huesitos”- han sido consagrados por entero al
servicio de la Patria. Cuando la tostada es repartida por otros, desprecia la
mermelada. No se le conocen amigos desinteresados, pero sí muchos aduladores entusiastas.
Sus mandatos y opiniones no admiten discusión y son inapelables. Alguna vez
ganó en el departamento del Casanare el premio “Cojón de oro” otorgado por el
Movimiento Machista Nacional. Aunque indiferente al fútbol (para posar de académico,
como todo prosaico), sus amigotes hacen últimas
jugaditas en su beneficio. Tiene cara
de ser hincha del Independiente Medellín, pero su sonrisa amarillenta lo hace ver
como un diablo del América de Cali. Pasó por algunos cargos del ejecutivo dejando
hondas huellas, que nadie se atrevió a investigar a fondo. Tiene en los
estrados judiciales más de dos centenares de investigaciones a las cuales
les hace la corte con su sonrisa falaz. Nadie
como él llegó a tener más poder cuando prometió arrasar con la guerrilla y la
corrupción del país. No obstante, para cumplir sus fines en nombre del pueblo, siempre
que sus mandos militares atacaban insurgentes, sobrevenían los falsos positivos.
Por delitos contra la administración pública, decenas de sus inmediatos colaboradores que
ejecutaron sus órdenes autoritarias están presos o fugados. La descomposición
que permeó el ejercicio de su poder le dejó extrañas manchas rojas y cafés en
su rostro, como si hubiera sido salpicado por el agite inútil de la bandera
anticorrupción. Excepto sus conmilitones, en dos décadas de gobierno nadie más pudo
tener un agro o un ingreso seguro. Dice ser un amantísimo abuelo, arrullador de
sus nietecitos y patrocinador de los negocios de sus hijitos que -apenas
superada la adolescencia- ya parecían magiosos,
en tanto que en cuatro años y por
arte de birlibirloque, pasaron de adolescentes hijos de padre acomodado, a multimillonarios
dueños de centros comerciales, de norte a sur del País, a diestra y siniestra. Nombres,
palabras, expresiones como: Tranquilandia;
Guacharacas; Teodolindo; Yidis; Convivir; positivos; chuzadas; varón; bala es lo que hay; te pego en
la cara marica; esos HP están oyendo esta conversación, evocan
su nombre o están ligados a su comportamiento ciudadano. Para algunos
compatriotas es un ídolo, para otros es el innombrable.
A donde va, llega con decenas de escoltas, carros blindados y helicópteros que
circundan los aires. A pesar de su auto publicitada honestidad, amor por la familia, por la patria y por los pobres- aunque
se opone a que les devuelvan las tierras de las cuales fueron despojados, porque
es mejor que las tengan los ricos, que tienen con qué cultivarlas- está ad
portas de ser arropado por la justicia, la que nunca lo ha tocado, pero de la
cual se declara injustamente perseguido. Hay quienes oran por él y existen
óleos donde se le representa como al Sagrado Rostro, afligido y coronado de
espinas. Pero en estos días por fin tiene el sol a sus espaldas, se siente solo
a pesar de su séquito, hay angustia en su rostro.
Mi
@tiatere dice que debemos rodearlo. ¡Para que no se vuele!
A.C.G.
21 de Octubre de 2019
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