Tomados de material temático Máster en Escritura Creativa - UNIR
LO
FATAL
Dichoso
el árbol, que es apenas sensitivo,
y
más la piedra dura porque esa ya no siente,
pues
no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni
mayor pesadumbre que la vida consciente.
Ser,
y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y
el temor de haber sido y un futuro terror…
Y
el espanto seguro de estar mañana muerto,
y
sufrir por la vida y por la sombra y por
lo
que no conocemos y apenas sospechamos,
y
la carne que tienta con sus frescos racimos,
y
la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,
¡y
no saber a dónde vamos,
ni
de dónde venimos!…
Rubén Darío
NADIE
Me
asomo hasta tu hondura, centro y brocal
de
pozo sin respuesta,
con
el recurso azul que va enseñándome
a
hablarle a tu silencio. De qué me sirve ser
tu
persona interpuesta aunque sepa entre quiénes,
con
este modo hecho a tener hambre tuya,
alta
ausencia que así me desamparas
sin
que ya ni siquiera quieras llamarme nadie.
María Victoria Atencia
EL
EXTRANJERILLO
Mirar
y desaparecer tras la mirada vacía
disolverse,
verse reflejado en la propia disolución,
sentirse
fuera de lugar, extranjero en propia casa,
irse
incluso de uno mismo, dejar de ser, dejarse,
abandonarse,
perderse como en la distancia,
se pierde
el deportado, ser una pérdida, una fuga,
alma o
pájaro de luz, palabra arrastrada por el viento,
aire
confundido en el aire, ser ya nadie entre todos,
ser ya nada
para volver entonces a serlo todo.
Alfredo Saldaña
EL OTRO
Cuando se disipó el vaho, vio que el espejo reproducía en detalle el
baño donde él estaba, aunque lo que reflejaba era otro baño. Vio la
imagen de un hombre desnudo que se le parecía en todo, pero no
era su imagen. Vio que la extrañeza en la cara del espejo era idéntica
a la suya, aunque no era su extrañeza. Y cuando aterrado abrió la
boca para gritar, vio que al otro le faltaban dos incisivos con los que
él efectivamente contaba.
—¡Ah! ¿Con
que esas teníamos? —murmuró.
Y recuperó
la calma.
Raúl Brasca
HERMANOS
Qué oscuridad debajo de ese sueño. Puedo oler el sudor de mi
hermano y oír su placidez desesperante. Pero no alcanzo a verlo.
Hoy no ha hecho nada para ganarse el sueño. Tampoco lo hizo ayer.
Vive de gracia, sin pensar, contento. Se despierta feliz, se levanta
para asearse y aseado llega el primero a la mesa. Desayuna sin
penas, sin dudas, sin angustias. Su tostada es hermosa y la muerde
con gusto y la mastica con un placer surgido de la calma. Yo apenas
he dormido, me he levantado hastiado, he comido sin hambre y ya
tengo encima el
horror de otro día nacido para nada.
José María Micó